Barra do Garças, en Brasil: aeropuerto extraterrestre y foco de sectas
Si existe en la tierra una capital de lo paranormal -con permiso de la jaleada área 51- esa es Barra do Garças, población de 100.000 habitantes situada entre los ríos Garças y Araguaia, en el Estado de Mato Grosso, en Brasil. Lo cuenta Miguel Gutiérrez Garitano en el Diario Vasco, en un artículo titulado “Aeropuerto de extraterrestres”. Se trata de la única ciudad del mundo dotada de ufódromo, o aeropuerto para platillos volantes, y meca de místicos, iluminados y sectarios procedentes de medio mundo.
Sus calles son un mosaico de razas y religiones. Colonos blancos se mezclan en sus calles con indígenas de la tribu xavante, mulatos, caboclos (mezcla entre indios y negros) y árabes de origen palestino. Pero la peculiaridad de Barra do Garças radica en los murales de sus paredes, llenas de alienígenas y mesías, naves espaciales y rayos celestiales, que confieren su marca registrada a esta ciudad de nuevo cuño.
Abro el periódico local, el Diario do Vale de Araguaia, y abordo el editorial, que es una encendida soflama en contra del vicio carnal que «campa por doquier». Lo firma un tal Melquíades Costa, que además de afamado periodista es miembro de la secta mística del Convento Teúrgico; se trata de una agrupación de fanáticos -fundada por un tal Luchner- enclavada en Barra, que se lucra gracias al turismo místico, protagonizado por gentes sedientas de emociones que se internan en la cordillera que se abre hacia el norte, la Sierra do Roncador, para vivir su particular experiencia astral, pues creen que se trata de una suerte de portal a otra dimensión.