La moda del hinduismo light a la carta
Sucedáneos religiosos para escapar al interrogante sobre Dios
Reproducimos esta nueva aportación de la columna sobre jóvenes y nuevas religiosidades, coordinada por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y publicada de forma quincenal por la agencia católica de noticias Zenit.
El autor de este artículo es Julio de la Vega-Hazas Ramírez, sacerdote español, doctor en Teología y licenciado en Derecho, miembro de la RIES y autor, entre otros, de los libros El complejo mundo de las sectas (2000), El mensaje social cristiano (2007) y Educar en la templanza (2009).
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En los años 60, a raíz de la independencia de la India y la traumática separación de Pakistán, hubo un verdadero revival religioso en la India. La corriente llegó a Occidente, dejando el recuerdo de los llamados Hare Krishna canturreando por las calles, o de carteles de personajes como Maharishi (Meditación Trascendental) o Rajneesh –ahora conocido como Osho– invitando a apuntarse a sus cursos de meditación.
Hoy todo aquello se ha transformado bastante. Los llamados ashrams, que entonces eran unas comunidades semimonásticas donde se vivía –o se pretendía vivir, según los casos– una vida austera de separación del mundo y meditación, se han convertido en acogedores hoteles que dan cursos de meditación y yoga. La oferta puede ser más compleja, incluyendo cosas como masajes y tratamientos médicos que al menos en un caso llegan a la radioterapia. Están repartidos por toda India, y los mejor instalados son parte de la oferta turística del país. Su principal clientela, de todas formas, no son los extranjeros, sino la clase media india que crece con pujanza a causa del desarrollo económico, y que vive con la misma agitación que la occidental. Por supuesto, los grupos más conocidos en Occidente tienen su moderno ashram, y figuran entre los más lujosos: ISKCON (el Hare Krishna) en Vrindavan (el principal, pues tiene varios), Osho en Puna, Meditación Trascendental en Rishikesh, y el más reciente Arte de Vivir del llamado –siempre se trata de pseudónimos laudatorios– Sri Sri Ravi Shankar se ha instalado en las afueras de la ciudad más tecnológica y prometedora de la actual India, Bangalore.