El papa Francisco, la secta y la tradición
Recientemente el papa Francisco ha afirmado en el discurso a los participantes en el congreso “Líneas de Desarrollo del Pacto Educativo Global”, organizado por la Congregación para la Educación Católica (1 de junio de 2022), lo siguiente:
“La educación […] está siempre enraizada en el pasado, pero no para detenerse: se orienta ‘a una proyección a largo plazo’, donde lo viejo y lo nuevo se juntan en la composición de un nuevo humanismo. Y contra esto, está la moda –en todos los siglos, pero en este siglo en la vida de la Iglesia lo veo peligroso– que en vez de sacar de raíz para salir adelante –ese sentido de las bellas tradiciones– se ‘retira’, no ‘abajo y arriba’, sino al revés. Este retiro que nos hace secta, que te cierra, que te quita horizontes: dicen que son guardianes de tradiciones, pero de tradiciones muertas. La verdadera tradición católica, cristiana y humana es […] como un crecimiento continuo, es decir, a lo largo de la historia, la tradición crece, continúa”.
El matiz que el Papa aplica a una secta no es muy adecuado tomado por sí solo, pero podemos entenderlo de manera laxa. Una secta como encubridora, que no te lo cuenta todo, que ofrece una verdad parcial. Este aspecto es del ámbito psicológico y tiene que ver con el engaño o el control de la información, claves dentro del análisis de los grupos sectarios. Pero para hablar de sectas hay que encontrar muchos más elementos, que son los que consideramos los especialistas. No podemos hablar de secta con un solo matiz o una sola característica, por muy importante que sea, a no ser que con la mención del término pretendamos colorear (o manchar) todo el ámbito hacia el que dirigimos el discurso. Porque si es así, ese mismo recurso retórico, por “quitar horizontes”, es parcial y una media verdad, y sería también sectario.