Cienciología, acusada por antiguos adeptos mexicanos
Los habitantes de la casa 29 de la calle Río Rhin, en la colonia Cuauhtémoc del Distrito Federal (México), trabajan generalmente un promedio de 12 horas diarias de lunes a domingo a cambio de unos 150 pesos semanales. Algunos días incluso dejan de dormir con tal de cumplir cabalmente su misión: “clarificar al mundo”. Así comienza el artículo titulado “Controla Cienciología estafas desde México", escrito por Juan Pablo Proal en el diario Proceso.
En ese inmueble viven extranjeros que están en el país con visas de turista y también mexicanos sin contrato ni prestaciones. Ven a sus familias un día cada dos o tres meses. Las mujeres tienen prohibido embarazarse; si lo hacen, las presionan para abortar. Si alguien se enferma, lo abandonan o lo echan. Las reglas internas son rígidas y están hechas para que nadie piense siquiera en la posibilidad de huir. Muy pocos cruzan la puerta de salida. El grupo castiga muy severamente la disidencia.
Se trata de la Organización del Mar, grupo semisecreto (muy pocos conocen sus reglas o saben quiénes la dirigen o cuántos miembros tiene) que controla desde aquí y para toda Latinoamérica las actividades de la Iglesia de la Cienciología (nombre extraoficial que se dan ellos mismos) o Dianética.
Testimonio de exmiembros
Lo anterior se desprende de conversaciones con Rafael Gómez y Víctor Gutiérrez, quienes sí lograron escapar de la secta. No son los únicos que lo han logrado, pero sí los primeros en atreverse a denunciar los horrores que se viven en ella: trata de personas, abusos psicológicos y jornadas laborales infrahumanas.