10 razones para alejarte corriendo de la terapia Gestalt

Recientemente, el psicólogo Luis Miguel Real publicó un hilo en la red social Twitter (ahora llamada X) desenmascarando la llamada “terapia Gestalt”. Por su gran interés y claridad, reproducimos su texto a continuación.

La terapia Gestalt es una de las pseudoterapias de corte New Age más extendidas e institucionalizadas (hasta los COPs siguen traicionando el código deontológico promocionándola).

10 razones para alejarte corriendo de la terapia Gestalt:

1. Un híbrido extraño

Para empezar, la terapia Gestalt fue fundada por Fritz Perls y su esposa en los años 40, y lo primero que hay que aclarar es que no tiene nada que ver con la “psicología de la Gestalt” original, la que estudiaba cómo percibimos el mundo. No.

Esta versión alternativa nació más bien como una especie de crítica al psicoanálisis clásico. Fritz, en un intento de salirse del guion freudiano, decidió que era mejor enfocarse en el presente. “El aquí y el ahora”, el lema con el que la terapia Gestalt buscaba distinguirse de la tendencia psicoanalítica de pasarse media vida recordando traumas infantiles.

Sin embargo, lo curioso es que, a pesar de esta ruptura con el pasado, la terapia Gestalt no logra despegarse del todo del psicoanálisis. Sigue arrastrando una buena cantidad de sus ideas, lo que genera un híbrido extraño: un pie en el pasado y el otro, supuestamente, en el presente.

2. M*erdas New Age

Luego vino la fiebre de los años 70, cuando la terapia Gestalt se mezcló con el movimiento New Age, y ahí sí, se armó un batiburrillo de ideas que dejó claro que el rigor científico no era lo suyo.

En este enfoque, todo era válido: filosofía oriental, psicodrama, teorías de la coraza muscular, chakras, alineación de planetas… lo que surgiera. Como quien mezcla ingredientes sin receta, resultó en una especie de collage de prácticas sin cohesión, ni base teórica firme.

Y claro, cuando metes en una misma coctelera un poco de todo, terminas con algo que nadie sabe muy bien cómo definir. La terapia Gestalt es un batiburrillo de influencias, sin estructura clara. ¿Y qué ocurre cuando no tienes un plan sólido? Pues, adiós evidencia científica.

3. Cero rigor científico

Aquí llega uno de los golpes más duros para la Gestalt: su falta de respaldo científico. Porque si algo nos encanta es saber que lo que estamos haciendo tiene pruebas de que funciona, ¿no?

El problema es que los estudios que han tratado de medir la efectividad de esta terapia son más flojos que un castillo de naipes en un huracán. Las pocas investigaciones que existen presentan problemas metodológicos serios.

No se puede medir bien, no se sabe qué se está evaluando, y encima cada terapeuta hace lo que le da la gana. Resultado: no hay modelo coherente y mucho menos validado científicamente, para saber qué funciona ni qué no.

4. La generación de dependencia

Ahora, lo más grave de todo esto es el riesgo de generar una dependencia emocional y financiera en los pacientes. Hay críticos que señalan que muchos terapeutas Gestalt buscan mantener a sus clientes en un bucle eterno de sesiones, lo que obviamente crea una relación de poder desbalanceada.

Aún más inquietante es que algunos terapeutas, en lugar de asumir la responsabilidad de una posible falta de avance, culpan al paciente: “No es que la terapia no funcione, es que no te estás esforzando lo suficiente”.

Genial. Es como si fueras al médico con un resfriado y te dijera que sigues enfermo porque no quieres curarte. Esa culpabilización genera aún más dependencia, haciendo que el cliente termine atrapado en un proceso sin final.

5. Técnicas extrañas e inútiles

¿Y qué decir de las técnicas? Aquí es donde la cosa se vuelve rara. Imitar animales, golpear cojines, romper objetos… Son ejemplos de lo que se propone para “liberar emociones reprimidas”.

Claro, a veces soltar un puñetazo a un cojín puede aliviar un rato, pero, ¿realmente soluciona los problemas de agresividad? ¿O los empeora?

La realidad es que estos ejercicios de “catarsis” no solo no reducen la ira, sino que refuerzan las conductas agresivas a largo plazo, y evitan que el paciente se haga responsable de sus emociones.

A esto le sumamos que muchos terapeutas Gestalt ni siquiera son psicólogos formados. Cualquiera puede apuntarse a la formación y autodenominarse “terapeuta Gestalt". El resultado: una mezcolanza de teorías aplicadas sin ningún criterio profesional.

6. Abuso y maltrato emocional disfrazado de terapia

Lo más preocupante es cuando la cosa se pone fea de verdad. Algunos terapeutas Gestalt, en nombre de la famosa “confrontación terapéutica”, insultan o ridiculizan a los pacientes. Y lo hacen con tal convicción que la persona acaba agradeciendo el maltrato como si fuera parte de su proceso de sanación.

Una especie de maltrato emocional consentido y disfrazado de terapia. Lo más triste es que esto genera dinámicas de abuso de poder muy similares a las de un culto o secta. Ya no hablamos de bienestar emocional, sino de control y manipulación.

7. Terapia sin rumbo: improvisación constante

La terapia Gestalt no se caracteriza por tener objetivos terapéuticos claros. Cada sesión es una especie de improvisación. ¿Tienes algo en mente? Vamos a explorarlo. ¿No? Bueno, pues ya veremos qué sale.

El problema de este enfoque es que sin un plan, sin objetivos específicos, el proceso se vuelve errático. Y así, el paciente se encuentra dando vueltas en círculos, sin avances reales y sin saber a dónde va.

8. Los “terapeutas” defraudados

Si todo esto no suena ya lo suficientemente preocupante, algunos ex-practicantes de la Gestalt han hablado, y lo que cuentan no es nada alentador. Terapeutas formados en este enfoque que acabaron abandonando la práctica porque, sorpresa, no encontraban resultados significativos.

Se dieron cuenta de que estaban aplicando técnicas sin base científica y que los pacientes seguían estancados

Por si fuera poco, la terapia Gestalt critica abiertamente otras corrientes, como la cognitivo-conductual, diciendo que son superficiales. Sin embargo, cuando miramos de cerca, resulta que la Gestalt tampoco es tan “humanista” como proclama.

9. Combinación con otras pseudoterapias

Para rematar, la terapia Gestalt se mezcla fácilmente con otras pseudociencias como las constelaciones familiares o la bioenergética. Es como un buffet de ideas sin ningún control ni criterio.

Dependiendo del terapeuta, podrías encontrarte con que una sesión termina involucrando prácticas que no tienen ningún respaldo psicológico válido. Así de flexible es este enfoque.

10. Aislamiento del paciente

Finalmente, hay algo aún más alarmante: los pacientes pueden acabar alienados de sus seres queridos. Al enseñarles a culpar a otros de sus problemas, muchos terminan alejándose de sus familias o amigos

Esta desconexión fomenta actitudes egocéntricas y narcisistas que empeoran sus relaciones personales. En lugar de sanarse, el paciente se aísla más, generando una dependencia emocional aún mayor hacia su terapeuta.

En conclusión…

La terapia Gestalt, a pesar de su apariencia “humanista” y simpática, presenta graves riesgos tanto a nivel emocional como financiero para los pacientes. Falta de evidencia científica, técnicas dudosas, abuso emocional, dependencia crónica… son solo algunas de las razones por las que se la critica tan duramente. Si algo queda claro es que, cuando la ciencia y la ética quedan en segundo plano, los pacientes son los primeros en perder.

2 comentarios

  
Teofilo
Todas, repito, todas, las terapias psicológicas son una estafa. Me explico, cómo un cristiano puede recurrir a otra persona para solucionar sus desequilibrios emocionales, en vez de acudir al médico que todo lo cura, Nuestro Señor Jesucristo.
Lss terapias psicológicas y te hacen perder tiempo y dinero, además de alejarte de Dios.
07/10/24 3:33 PM
  
Marta de Jesús
Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Desconozco nada de esta terapia. Casi de ninguna, la verdad. El mundo de la salud mental es tremendamente complejo. Muchas veces fallido, puede que sin mala intención, dando palos de ciego. Pero aprovecharse, quizás adrede, de personas con trastornos, heridas..., es terrible. Las pseudoterapias afirmativas van un poco por ahí también. Niegan los efectos de las experiencias infantiles y posteriores, niegan afrontar esas heridas, niegan los vicios/adicciones/obsesiones/desvíos adquiridos, y tiran pa'lante, así sea a un abismo. Se llenan la boca acusando de negación a los católicos, pero son ellos los que viven en esa negación.

Dicho eso añado,
Este tipo de noticias me deja mal cuerpo. Me explico. A veces ser cristiano implica alejarse de la familia, incluso con ruptura de relaciones. A veces se donan cantidades de dinero, a menudo cuantiosas, incluso todo lo que uno tiene. Eso aparte de la particularidad de la propia vida cristiana. Desprecio y lejanía de las cosas de la carne y el mundo. Oración. Sacramentos. Penitencias. Ayunos... Por ello es usual que nos acusen de cosas similares, llegando a igualar a ciertos grupos con sectas (en el sentido peyorativo). La propia Iglesia católica en conjunto es acusada en determinados sectores de ello. Al final sólo nos queda hacernos como niños, confiando plenamente en Dios.
07/10/24 4:25 PM

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