Luis Santamaría: «Todos somos vulnerables a las sectas, por mucha madurez y formación que tengamos»
El pasado martes, 10 de septiembre, la Librería Diocesana de Oviedo y de Gijón organizaron el acto de presentación del libro A las afueras de la cruz. Las sectas de origen cristiano en España, escrito por el teólogo y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) Luis Santamaría.
Según informa la Archidiócesis de Oviedo, el acto tenía lugar en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo y estaba presentado por el vicario episcopal de Cultura y de Relaciones Institucionales, Jorge Juan Fernández Sangrador.
Anabel Llamas, delegada episcopal de Medios de Comunicación Social, realizó, con motivo de su visita, la siguiente entrevista a Luis Santamaría, que ofrece diversas claves sobre las sectas que pueden encontrarse en nuestros ámbitos más cercanos.
- ¿Cómo surge la idea de recopilar, en un solo volumen, aquellas sectas en España que hunden sus raíces en el cristianismo?
- Todo salió a raíz de unos artículos que me pidieron para la revista Pastoral Ecuménica, que es una revista que se publica en Madrid, especializada –la reciben sus suscriptores–, que consideraron que, dentro del ámbito ecuménico (que es ese empeño por lograr la unidad de los cristianos que estamos divididos desde hace siglos), se meten por medio sectas que juegan a la confusión. Es necesario saber qué es serio y qué no lo es.
Por un lado estamos los católicos, protestantes, ortodoxos, anglicanos, coptos, etc. Pero también están las sectas. Y es importante ver cómo aunque su apariencia, su parafernalia a veces, su lenguaje, parece cristiano, después hay otras cosas dentro que no nos valen, tanto doctrinalmente como en la forma práctica, con lo que asociamos todos a la palabra secta, de manipulación, de engaño, de mentira y falta de libertad.- Se aprovechan de expresiones y palabras similares a las del lenguaje cristiano y eso puede ser una trampa para muchas personas que se acercan con buena voluntad. ¿Cómo podríamos distinguirlos? ¿Qué cosas pueden hacernos saltar nuestra voz interior de alarma?
- A veces ya el mismo nombre chirría porque, por mucho que quieran aparentar o imitar, a veces añaden unos adjetivos a otros que dan como resultado nombres imposibles del estilo «iglesia católica, anglicana, ortodoxa de no sé qué»; otras veces utilizan nombres muy tradicionales. En estos casos nos ayuda internet. Buscar el nombre de una institución y ver si está aprobada por la Iglesia católica o no, en el caso de que quieran aparentar ser católicos, por ejemplo.
Por otro lado, yo siempre digo que hay que mirar mucho al liderazgo. La persona que está al frente suele empezar a autodenominarse apóstol, evangelista, profeta etc. Eso pasa mucho en el campo evangélico. Cuidado con esto, porque entonces ya no es que sea un sacerdote o un pastor, sino alguien que se considera que está por encima de todo.
Cuidado cuando se apartan de lo que es la fe cristiana tradicional, ya sea la de los católicos o la ortodoxia o los protestantes, mucho cuidado con estas cosas. Y sobre todo, cuando se sienten especiales porque son depositarios de una revelación especial: «Nosotros tenemos la verdadera traducción de la Biblia» o «A nuestro profeta o profetisa le habló Dios y le dijo…». Mucho cuidado con esto porque ahí entra de todo: cualquier abuso doctrinal y cualquier abuso psicológico.
- Tal y como explicas en el libro, hay sectas muy numerosas y otras más pequeñas, cuya labor de difusión básicamente se centra en las redes sociales. Esto es igualmente muy peligroso porque su público potencial puede incluir adolescentes y niños. ¿Cómo se muestran estas sectas a través de las redes sociales, y cómo captan a la gente a través de estos medios?
- Yo llevo tiempo diciendo que las redes sociales ahora mismo son el paraíso para las sectas, porque es un ámbito en el que, en primer lugar, no necesitan una gran inversión de dinero, ni tener un local en el centro de la ciudad o pagar publicidad, sino que simplemente teniendo gente «voluntaria» (voluntaria entre comillas, claro, como son los adeptos de las sectas, dedicados a difundir información y captar gente), no necesitan nada más. Además, son capaces de conocer muchas cosas de los usuarios, porque la gente vuelca alegremente en las redes sociales su estado de ánimo: dónde estoy, cómo me encuentro, a quién quiero, cuáles son mis aficiones, cuáles son mis problemas. En ese sentido, los adolescentes son un público muy vulnerable. En las redes sociales viven del escaparate.
Las sectas siempre tienen ese señuelo atractivo, eso positivo que parece que nos ofrece: la solución a nuestros problemas, lo que necesitamos en ese momento, y entonces están ahí a la caza. Sin embargo, las sectas de origen cristiano, que son las que yo he trabajado en mi libro, un total de 99, son las que menos tienen que ganar en este sentido. ¿Por qué? Porque en nuestra sociedad secularizada, lo religioso cotiza a la baja y a nuestros adolescentes y jóvenes y a la sociedad en general ya no le interesa tanto lo religioso y mucho menos lo que parezca cristiano, sino lo alternativo.
Lo religioso, como mucho, lo hindú, lo budista, y ahí entra sobre todo el tema de la meditación, la paz interior, el crecimiento personal, el coaching, la activación de la energía, no sé qué. Eso es lo que está hoy al orden del día, eso es lo que cautiva, lo que atrae a nuestros adolescentes y jóvenes. Y claro, están ante unas ofertas mágicas, milagrosas, de una vida fácil sin esfuerzo que les llega en momentos de dolor, problemáticos y en las fases de vulnerabilidad por las que todos pasamos.
- ¿Cómo está la situación en nuestra diócesis, en Asturias, respecto a las sectas?
- Bueno, yo, claro, yo respondería directamente que en Asturias hay miles de sectas. Porque si hay internet, pues podemos acceder o pueden acceder a nosotros todas las sectas del mundo. Siendo más concretos, hace unos años, haciendo un informe que se me pidió precisamente sobre esto, conté cerca de 30 sectas en Asturias, pero hacerse una idea de lo arriesgado que es calcular números, de esas casi 30 sectas 6 eran de origen cristiano. Y unos años después, con el trabajo que he desarrollado en este libro que presentábamos el martes, resulta que ya he encontrado que eran 11, y no 6, las sectas de origen cristiano, es decir, casi el doble. Podemos encontrarnos con un montón de centros, grupos pequeños, sobre todo en torno a las terapias alternativas, autoconocimiento, crecimiento personal, etc. A veces son pequeños grupos que no tienen más difusión, pero que, a lo mejor llevan años existiendo y manipulando gente, destrozando familias.
- ¿Y cómo se están dando a conocer?
- A veces por el boca a boca. Por un lado, están las redes sociales, como decíamos antes, como medio principal de difusión, pero a veces simplemente por el boca a boca de un pequeño grupo de personas, una docena en torno a un sanador, a un maestro espiritual, a un coach, a un facilitador de reiki o de no sé qué, que a otras personas cercanas, con problemas, le dicen: «yo conozco quién te puede ayudar», y ahí está la trampa.
- En ese sentido ¿son las ciudades de los núcleos principales donde se encuentran estas sectas o también el ámbito rural?
- También en el ámbito rural y, de hecho, en una pequeña parroquia de Langreo, hace dos años, hubo una operación policial con un sanador sueco afincado en Venezuela que hacía retiros con ayahuasca y allí tuvo que acudir la Policía Nacional después de que les contaran lo que pasaba, aunque esto luego se desinfló porque al final las sectas son muy hábiles en presentarse como las víctimas. En definitiva, están en todos los lugares y a veces buscan más la zona rural, las casas rurales, los lugares apartados y la necesidad que tiene tanta y tanta gente de huir de la ciudad y del estrés para ofrecer, en un ambiente paradisíaco como es el asturiano, por ejemplo, esa vida alternativa y al final esa esclavitud.
- Terminamos con el caso de las religiosas de Belorado, uno de los ejemplos más recientes que tenemos, una situación muy dolorosa donde aún la gente se pregunta cómo es posible que pudiera pasar algo así en un convento, con una vida de oración, de formación, de trabajo tan marcada. ¿Hasta qué punto es fácil que unas ideas tan extremas y surrealistas se hayan introducido dentro de sus muros? ¿Cómo explicas tú la situación?
- Pues es muy complejo y todavía yo no acabo de entenderlo, pero doy dos respuestas. La que daba en mayo cuando saltó todo esto, y es que todos somos vulnerables a las sectas. Todos podemos tener algún momento, por formación que tengamos, por madurez que tengamos, incluso por experiencia espiritual que llene nuestro corazón, todos podemos tener un lado, un flanco débil que tenemos que atender y eso les habría pasado a estas monjas con influencias externas.
Pero junto a esto está también cuando se dan las actitudes y comportamientos sectarios dentro de la Iglesia y dentro muy concretamente en las comunidades de vida consagrada y más cuando son contemplativas y de clausura. En este caso de Belorado parece que el protagonismo lo tiene la que es ahora ex-abadesa, que sería una persona con un perfil muy cercano al de los líderes sectarios y es la que dirige todo. Veremos en qué depara todo esto pero, como digo, están esos dos elementos: que todos somos vulnerables (no nos creamos ninguno inmune a las sectas) y que también, dentro de casa, podemos tener esas tendencias sectarias a las que hay que estar muy atentos para corregir y para prevenir.
5 comentarios
El resto, por muchos “congresos” que hagan para unificar enseñanzas entre grupos, anteponen la libre interpretación de las Escrituras. Cualquiera puede legítimamente, crear un grupo “cristiano” mientras encuentre gente que acepte su interpretación bíblica, por disparatada que sea.
Por tanto, de calvinistas en adelante todos, son, propiamente, sectas.
Ese es el problema, que después de la cantidad de casos surgidos dentro de la Iglesia Católica, nos sigamos "sorprendiendo". El único argumento que llevo oyendo durante años es que lo que se aprueba en la IC no puede degenerar nunca en conductas coercitivas y manipuladoras.
Si no hay un escándalo sexual, no hay problema. Conductas coercitivas para conseguir vocaciones, donativos o control de lo que interesa, lo he visto y vivido muchas veces. Tantas como fueron justificadas o restadas de importancia.
El mayor peligro para los católicos de cierta inquietud, no reside en las sectas de ayahuasca. Reside en ciertos grupos que, amparados por aprobaciones eclesiales de mayor o menor grado, manipulan a los confiados que se acercan a ellos. Confiados en que detrás de esa aprobación jurídica, hay un control y respaldo de la doctrina y actos que se llevan a cabo.
Y no lo hay.
Esta publicación tiene 1 comentario esperando moderación...
Dejar un comentario