Más del 2 % de los portugueses pertenecen a sectas, según un nuevo libro
Esta semana se ha publicado el libro Seitas: mito e realidade, escrito por Luis Santamaría del Río, investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). El libro, publicado en Amazon, tiene una versión en papel y una edición electrónica.
En la introducción del libro, el autor afirma que aunque “muchos afirman que las sectas son un fenómeno de otra época”, lo cierto es que “las sectas siguen existiendo”. Sin embargo, durante sus visitas a Portugal, Santamaría ha constatado que “la preocupación por las sectas se remonta a finales del siglo XX y durante dos décadas no ha habido publicaciones importantes sobre el tema”.
El autor da dos ejemplos concretos de la presencia y las actividades de las sectas en Portugal. Uno es más clásico: la llegada y expansión de la Iglesia Universal del Reino de Dios a partir de los años 80. El otro es muy reciente: el caso de la muerte y entierro de un bebé en la comuna del Reino de Pineal.
“Pero la realidad de las sectas va mucho más allá de estos acontecimientos, que provocan una atención momentánea al fenómeno, amplificada por los medios de comunicación, pero que luego se olvida debido al ritmo vertiginoso de las noticias diarias”, leemos en las primeras páginas del libro.
Portugal y las sectas: una advertencia
Luis Santamaría presenta unos cálculos muy preocupantes. Según diversos estudios e investigaciones, en los países occidentales se calcula que alrededor del 1 % de la población pertenece a sectas. “Si pudiéramos aplicar este cálculo a Portugal, estaríamos hablando de unos 100.000 portugueses en las sectas”, escribe.
“Pero la realidad es que son más”, afirma. Según las estadísticas facilitadas por los propios grupos religiosos, en Portugal hay 51.334 testigos de Jehová, 46.849 mormones y 11.054 adventistas del Séptimo Día. “Un total de 109.237 seguidores de estos tres grupos… lo que ya supera el 1 % de la población portuguesa”.Si a estas cifras añadimos los miembros de la Iglesia Universal del Reino de Dios y de la Iglesia Maná (dos importantes movimientos lusófonos con 134 y 108 lugares de culto en todo el país, respectivamente), así como otros muchos grupos orientales, esotéricos, de la Nueva Era, etc. (de los que habla Santamaría en su libro), “puedo afirmar sin temor a equivocarme que más del 2 % de los portugueses pertenecen a una secta”.
Resumen del libro
El libro pretende ser una introducción divulgativa al fenómeno de las sectas, y sus aproximadamente 80 páginas ofrecen una visión de conjunto. Así, comienza con una definición de secta y un análisis de la figura de los líderes, la realidad de sus adeptos (que son las principales víctimas) y sus cómplices directos o indirectos (incluidas las administraciones públicas, que en ocasiones ceden sus espacios a las sectas para actividades de captación).
El segundo capítulo detalla el funcionamiento de las sectas. Tras analizar las causas de la predisposición de las personas a entrar en una secta, el autor explica los mecanismos de persuasión coercitiva (también conocidos como abuso psicológico en grupo), demostrados por varios psicólogos españoles.
Este capítulo sirve para comprobar si un grupo determinado presenta características sectarias. También explica los daños sufridos por las víctimas y da a las familias algunos consejos sobre cómo actuar cuando uno de sus miembros es reclutado por una secta.
En un capítulo posterior, Santamaría explica, en términos generales, los tipos de sectas más importantes en la actualidad. A los grupos sectarios clásicos se unen todos los que están en la órbita de la Nueva Era, las pequeñas sectas que pasan desapercibidas y los cultos afroamericanos. También señala un fenómeno preocupante: la existencia de actitudes sectarias en grupos que forman parte de la Iglesia católica.
El último capítulo del libro presenta diez mitos en torno a las sectas, como que todas son grupos religiosos, que sólo atraen a personas débiles o con problemas, que son fácilmente identificables o que sólo buscan dinero y sexo. El autor responde y refuta todas estas afirmaciones. Por último, Luis Santamaría da algunas sugerencias sobre cómo reaccionar ante el fenómeno de las sectas, que son válidas para todo el mundo.
2 comentarios
La cohesión en la secta es importante, hasta asfixiante. Se ven muy seguido. Cuatro veces por semana, mínimo.
Los de la secta tienen un relato que comparten, como los políticos tienen el mismo cuento o versito todos ellos, que explica la posición oficial de la secta.
Tratan a como dé lugar de llevar más gente a la secta.
Básicamente, los lideres han de ser inescrupulosos, que se aprovechan de una debilidad mental o un sufrimiento para llevar agua para su molino.
En las sectas hay incautos útiles fanatizados y hay también grandes tramposos.
Lamentablemente debemos tener presente que el principal escollo está representado, muchas veces, por las propias víctimas:
"... vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas." (2Tim 4. 3-4)
Saludo cordial.
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