El gobierno catalán sospecha que en las escuelas Waldorf no se vacuna a los niños
El Departamento de Salud del gobierno autonómico de Cataluña sospecha que hay varios centros escolares donde se concentra un número elevado de niños sin vacunar. Lo cuenta Ana Macpherson en un amplio reportaje publicado en La Vanguardia.
La cobertura vacunal en Catalunya, como en toda España, es muy alta, “pero si se agrupan personas no vacunadas, la inmunidad de grupo desaparece. Si alguno tiene contacto con uno de los microorganismos que causan esas infecciones de las que nos protegemos, la enfermedad correrá como la pólvora. Generarán brotes”, afirma Joan Guix, secretario de Salud Pública.
Las vacunas que corresponden a edades escolares se ofrecen en la escuela. Pero si los colegios no proporcionan las listas, no hay manera de organizar la vacunación, ni pedir autorización a los padres, ni explicarles la importancia de que se inmunice a sus hijos. Tampoco hay manera de saber en qué medida estos alumnos están protegidos como el resto de la población. Y esa es la acción de resistencia que Salut ha detectado en algunos centros.
Un centro Waldorf-Steiner
De momento no han podido demostrar que los alumnos no se vacunen en estas escuelas –especialmente una situada en Bellaterra del grupo Waldorf Steiner, con la que este diario no ha podido hablar por estar cerrada por vacaciones– ni que eso forme parte del ideario de estos centros, seguidores de la antroposofía.
En la escuela de Bellaterra, como seguidores de esta filosofía fundada por Rudolf Steiner hace ahora 100 años, el ideario se resume en “una pedagogía fundamentada en el respeto a cada individualidad y su desarrollo, con una observación atenta del adulto que lo acompaña en sus necesidades más profundas y específicas”. Nada que decir sobre vacunas. Pero sí mucho hincapié en las decisiones individualesLa sospecha, que no denuncia, llegó al Colegio de Médicos de Barcelona. Personas cercanas a una de estas escuelas aseguraban que allí había muchos niños sin vacunar y que esa actitud conectaba con el ideario del centro. Incluso se llegó a estudiar la existencia de casos de infección no declarada (es obligatorio hacerlo).
El colegio profesional mantuvo contactos con médicos vinculados a la escuela para recordarles que su deber es facilitar e informar sobre la vacunación y lo contrario es mala práctica. Y acudieron a las autoridades sanitarias y educativas para ponerles al tanto de la existencia de una posible bolsa de no vacunados y para que actuaran en consecuencia.
Escuelas “de alto riesgo”
“La literatura científica lleva años declarando estas escuelas como lugares de origen de diversos brotes importantes en diferentes partes del mundo, como Estados Unidos, Austria, Suiza y Holanda”, explica el catedrático de Epidemiología Antoni Trilla. “Y la Agencia de Protección de la Salud del Reino Unido declaró en el 2013 a las escuelas Steiner como de ‘alto riesgo’ y las definía como ‘comunidades no vacunadas’. Según la agencia, estas escuelas plantean riesgos directos para los niños que están en su interior y para la comunidad circundante”.
Según la información científica publicada sobre el tema, en estas escuelas, más que declaradamente antivacunas, se plantean dudas sobre si no es mejor la inmunización natural. Incluso algún brote sonado derivó de fiestas organizadas con el fin de contagiar naturalmente a los niños amigos. “Además son frecuentes los intercambios de alumnos de otros países, con lo que aún hay más riesgo de extensión”, indica Trilla.
La Agencia de Salud Pública se puso en contacto con alguna de estas escuelas con la mediación del Departamento de Educación. Les explicaron la relevancia de mantener un determinado porcentaje de vacunados en la comunidad para que la protección de grupo sea efectiva y así los niños que no se pueden vacunar (inmunodeprimidos, alérgicos al huevo y otros) no tengan riesgo de que circulen estos virus. Desde la escuela sostuvieron que su ideario no es antivacunas y no las rechazan, que es cuestión de opiniones individuales, explican desde Salud Pública.
Antroposofía y vacunación
La vinculación entre este movimiento esotérico contemporáneo (la Sociedad Antroposófica), su versión educativa (la pedagogía Waldorf) y la corriente antivacunas no es nueva. En diversos países llevan décadas con esta preocupación.
En el informe sobre sectas presentado ante la Asamblea Nacional de Francia en 1999, el diputado Jacques Guyard se refería a tres movimientos sectarios que controlan centros educativos en el país. Uno de ellos es la Antroposofía, que contaba entonces con una treintena de escuelas en Francia, y del que dice, entre otras cosas, que los niños matriculados en estos colegios “estarían sujetos al abuso y muchos no tendrían al día sus vacunas”.
Recientemente un reportaje de Azucena Martín publicado por Hipertextual relataba el caso de una madre que observó una tendencia hacia el uso de la homeopatía en su guardería Waldorf. En cuanto a las vacunas, en la guardería de su hijo se abogaba por la libertad de los padres.
Sin embargo, al verse ella introducida de lleno en la antroposofía, sí que dejó de vacunar a su hijo durante una temporada, pues la medicina antroposófica defiende que cuando los niños superan las enfermedades adquieren fuerzas espirituales que no obtienen si se vacunan.
En este punto algunos seguidores de la doctrina apuntan a que no pasa nada si el niño se vacuna, siempre que reciba una buena educación espiritual, de ahí lo de la libre elección. Sin embargo, otros muchos prefieren “no jugársela” y deciden no vacunar a sus pequeños, exponiéndolos a un amplio abanico de enfermedades mortales.
En una entrevista exhaustiva concedida a Portaluz, Chiara Panzica asegura: “dejé de vacunar mi hijo, porque las enfermedades son pruebas importantes para el desarrollo espiritual. Muchos antropósofos hacen la vacunación de base, pero no la de las enfermedades concretas”.
Una práctica común
Ya hay estudios que han profundizado en este tema, intentando entender las razones de las escuelas dependientes de la Antroposofía para acabar en esta práctica. Según explica Jesús Hidalgo Bravo en el blog de RTVE Órbita Laika, Elisa Sobo, antropóloga de la Universidad Estatal de San Diego pasó varias semanas con una comunidad de padres cuyos hijos están escolarizados en una escuela Waldorf de California.
Todo muy bien, dice Hidalgo, si no fuera porque en estos colegios el porcentaje de los antivacunas es abrumador. En la que Sobo visitó encontró que más de la mitad de los padres eran críticos con el sistema de vacunaciones: o bien no vacunaban a sus hijos o se saltaban algunas de ellas.
De hecho, encontró que el porcentaje de niños no vacunados ascendía a medida que habían pasado más tiempo en la escuela. Esto sugiere que la propia cultura de la institución refuerza ese escepticismo y desalienta la práctica de vacunar a los niños. Es decir, esto significa que la propia práctica social de la escuela lleva a la estigmatización de los defensores de las vacunas, muchos de los cuales acaban cediendo y dejando de vacunar a sus hijos, según manifiesta la investigadora en el estudio.
El pensamiento crítico de los padres va formando un sentimiento de identidad que va reforzando la actitud antivacunas y se va convirtiendo en norma cultural de la que son reacios a desviarse. La oposición a las vacunas refuerza la percepción que los padres tienen de sí mismos como personas inteligentes y escépticas. Esto crea una especie de “círculo vicioso antivacunación”.
Entre los motivos para no vacunar a sus hijos, los padres de Waldorf mencionan “los beneficios para el sistema inmunológico de adquirir una enfermedad de forma natural”, “la desconfianza de las farmacéuticas y de los que fabrican, venden y distribuyen las vacunas” o “la toxicidad y los efectos secundarios”.
2 comentarios
Es indispensable que se informe de los riesgos no solo de contraer enfermedades por no vacunarse y también los riesgos y secuelas post vacunas. No es atemorizar es informar honestamente.
Dejar un comentario