Decenas de víctimas denuncian a una secta de “yoga sexual” en Tailandia
En su página web, el centro de Yoga Agama se define como “una universidad espiritual cuyos principios esenciales son llevar las auténticas raíces del yoga a la vida mediante cursos, talleres y retiros en instalaciones de todo el mundo”. Lo cuenta Mónica G. Prieto en el diario El Mundo.
Sin embargo, para muchos de sus alumnos en su centro de la isla tailandesa de Phangan, la experiencia se acerca más a ser sometidos por una secta sexual dirigida por un misógino gurú que promovía el sexo como “forma de curación” desde hace 15 años.
Esa fue la experiencia de al menos 31 alumnos que han denunciado los abusos que el fundador del centro, Swami Vivekananda Saraswati, ha ejercido desde que lo fundó. En una investigación de la web Medium, que desveló el escándalo a finales de julio, los denunciantes describían un ambiente de secta donde se promovía el sexo con profesores, se amparaban violaciones, se criminalizaba el feminismo y se desaconsejaba el uso de condones.
Discípulo del prófugo Gregorian Bivolaru
El gurú, cuyo verdadero nombre es Narcis Tarcau, habría escapado a Camboya el pasado 31 de julio, según ha confirmado el Departamento de Inmigración de la Policía tailandesa a Coconuts Bangkok, un blog local. En su página de Facebook, el centro Agama informaba a finales de ese mes que Swami había tomado la “decisión de renunciar a todas sus responsabilidades docentes y administrativas”.
Tarcau, de origen rumano, se definía como un “brillante exponente de una forma única y moderna de pensar el yoga” con la cual alcanzar “un elevado estado de realización espiritual”. Es discípulo de otro gurú del yoga también rumano, Gregorian Bivolaru, sentenciado a seis años de prisión por mantener sexo con una menor. Bivolaru es el fundador y líder de la secta MISA (Movimiento para la Integración en el Espiritual Absoluto).
El nombre de Bivolaru, que buscaba mantener sexo con 1.000 vírgenes para alcanzar la iluminación, figura en la lista de más buscados de la Europol por trata de personas, pero eso no impidió que Tarcau le defendiera febrilmente, hasta el punto de acusar a quien le criticase de “estar bajo influencias demoniacas” y de encarar “consecuencias infernales”.Acusaciones de abusos sexuales
Swami Vivekananda Saraswati compartía con su mentor turbios antecedentes que no parecieron incomodar a sus socios ni a las autoridades tailandesas. Según Coconuts Bangkok, Bivolaru le encargó abrir un centro de yoga en Dinamarca que abandonó en 1998 entre acusaciones de conducta inapropiada.
Tarcau recaló en India, de donde se marchó tras ver revocado su visado: según fuentes rumanas, fue acusado de abusos sexuales. De allí viajó a Tailandia en 2003, donde no tardó en hallar su particular paraíso. ”La mayoría le veía como a un dios”, explicaba a Coconuts Bangkok Flavia Tibucheski, ex alumna del centro que trabajó en la administración del mismo hasta 2016.
“Los profesores más veteranos confiaban plenamente en él”, añadía la joven, en referencia al personal docente que es acusado de connivencia y, en algunos casos, de violación. Otros dos profesores denunciados han desaparecido de Tailandia en las últimas semanas. “Es parte de la tradición del yoga: el gurú es el padre, y los estudiantes actúan como sus hijos: le siguen, hablan como él habla y piensan como él piensa”. Incluso aunque el gurú hablase continuamente de sexo como terapia curativa.
A la brasileña Tibucheski, Tarcau insistió en practicarle un masaje tántrico genital para “desbloquear sus chakras”. Muchas de las mujeres denuncian que el personal femenino del centro e incluso el doctor del mismo prescribían el sexo con Tarcau para “sanarse”.
Acoso constante
“Nos decían que el feminismo es un montón de mentiras, y que debíamos obedecer a nuestro hombre y hacer lo que nos dijera”, explicó a la misma publicación Ava, el pseudónimo de otra víctima del rumano. “El acoso sexual era constante y los profesores lo alimentaban”. Además, promovía el sexo sin condón porque “el intercambio de secreciones físicas se ve obstaculizado” y los yogis sanos son “resistentes a las infecciones”.
Las denuncias han sido confirmadas por una investigación del diario The Guardian, que ha recabado los testimonios de 14 mujeres y dos hombres según las cuales el centro facilitó durante sus 15 años de historia violaciones, asaltos sexuales y enseñanzas misóginas, “lavando el cerebro” a ciento de jóvenes para mantener sexo con Swami para “alcanzar un estado de iluminación”.
Tres de las víctimas citadas por The Guardian denuncian violación, mientras que el resto detalló abusos cometidos en la consulta privada del gurú que van desde la penetración vaginal con los dedos hasta violentos manoseos o actos sexuales frente a ellas. Además, Tarcau animaba a las jóvenes a tener hasta cinco parejas sexuales por semana.
Muchos de los abusos han sido denunciados por ex alumnos en las críticas del centro en páginas web. “Yo quería aprender sobre yoga y tantra”, explicaba una ex usuaria en TripAdvisor. “Tras alejarme del mismo, comencé a ver Agama como un culto sexual. Es una de esas cosas de las que no te das cuenta fácilmente porque estaba bien oculta… pero todos me miraban como un pedazo de carne. Me dijeron repetidamente que las relaciones sexuales sin protección con muchas personas sanarían mi trauma, que debía seguir una dieta estricta, vomitar todas las mañanas antes de desayunar, que está bien que produzca niebla mental. También me ofrecieron masajes genitales y me dijeron que me curaría”.
El gurú se servía de su posición de líder del culto y de sus habilidades como manipulador para mantener su influjo sobre las mujeres, amenazándolas con un “karma negativo” durante el resto de sus vidas si le denunciaban. Muchas de ellas pasaron años en las instalaciones pese a sus sentimientos encontrados. Por el centro pasaron miles de estudiantes cada año: se estima tres cuartas partes eran mujeres.
“Era como una secta, como si nos hubiera embrujado. La gente tenía una fe ciega en él y en sus poderes espirituales”, explicaba una de las víctimas a The Guardian. Los abusos podían afectar a todos los cursos, pero solían ser las alumnas de cursos avanzados las principales víctimas.
Advertencias en Internet
Los comentarios de diferentes web de viajes hacían sospechar. “Por favor, investigad antes de visitar Agama Yoga en Ko Phangan. Conozco a muchas chicas traumatizadas por el acoso sexual de sus profesores. Usan técnicas de manipulación para obtener sexo e incluso lo mantienen sin consentimiento durante masajes tántricos. Podéis leer los comentarios en TripAdvisor. Son muy claros sobre lo que ocurre allí”, advertía hace tres años un usuario identificado como Mahashakti en la web de Lonely Planet.
Algunos de los comentarios son escalofriantes: “Secta aterradora: El abuso sistemático de la confianza por parte de los docentes llevó a que mis mejores amigos tuvieran encuentros sexuales muy cuestionables con los miembros del equipo y con los swami. En mi opinión, este no es un lugar seguro para las mujeres”, estimaba un usuario identificado como Josh M en TripAdvisor.
“Da miedo”, escribía por su parte Debra S. “Fui a una clase. Tuve una sensación desagradable. Después de pasar tiempo con dos profesores varones, descubrí que debes tener relaciones sexuales con maestros o maestras para poder iniciarte”.
“He visitado Agama y no me sorprenden las acusaciones de abuso sexual de 31 mujeres contra el líder y los maestros que escaparon. La Alianza de Yoga revocó el certificado de esta escuela. La escuela actúa como un culto sexual que utiliza su programa de yoga de nivel inferior para reclutar adeptos. Ten mucho cuidado”, explicaba otro usuario identificado como Xavier Kamadeva.
“Este culto tiene un líder y múltiples profesores acusados de violación mediante tácticas de manipulación mental que deja a las mujeres incapacitadas hasta que despiertan para ser violadas. Enseñan que las mujeres merecen la violación y que ellas tienen la culpa. Son homófobos y sexistas. Cuidado”, reseñaba Melanie A.
Ninguna detención
La policía tailandesa, que visitó las instalaciones el pasado 4 de septiembre sin proceder a ningún arresto, asegura que no ha habido acusaciones formales, lo cual impide actuar. Se estima que las víctimas han regresado a sus países de origen y muchos de los abusos datan de hace años, lo cual dificulta que en el país surasiático se haga justicia dado que las violaciones prescriben seis meses después de ser cometidas.
Según la web Medium, Agama Yoga ha cesado sus actividades tras la fuga del fundador y de varios de sus profesores, acusados también de abusos sexuales. La directora, Ananda Maha, mantuvo un encuentro con la comunidad para explicar el escándalo, según han relatado alumnos del centro.
Según uno de los asistentes, la reunión fue “una gran tapadera. No se admitió nada. No hubo compasión por las víctimas. Dijo que no se investigará lo que 31 mujeres han denunciado por escrito”, ni por un comité interno ni externo, explicó en declaraciones recogidas por medios locales. “En cuanto a las numerosas mujeres que han denunciado abuso sexual, Maha dijo que todo había sido su propia percepción, debido a las heridas que cargaban”.
Según Medium, una fuente mencionó que Maha, ex amante del gurú, hizo “caso omiso de cada abuso” a lo largo de los años. En un comunicado entregado a The Guardian, Agama Yoga acusa a “criminales” de estar implicados en la campaña contra su reputación y recuerda que “propagar mentiras es un crimen en Tailandia”.
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