Juan Daniel Escobar: “las sectas responden a la falta de afectividad y a la pérdida de lo espiritual”
En abril de 2013 se dio a conocer en los medios de comunicación de Chile el caso de la “secta de Colliguay”, una de las noticias más estremecedoras de la última década. Sin embargo, no se trata de un fenómeno nuevo.
A principios de la década de los 90, la proliferación de las sectas alrededor del mundo conmocionaba a la opinión pública: noticias sobre rituales, crímenes y suicidios colectivos era todo lo que se sabía de estas herméticas agrupaciones, causando gran preocupación en la sociedad chilena.
Se trata de un tema árido del cual poco se sabe por la naturaleza de estos grupos. Sin embargo, esto no fue impedimento para que un equipo de académicos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) decidiera investigar el fenómeno, convirtiéndose en pioneros en el campo a nivel nacional. Así lo cuenta la propia universidad en su página web.
La dificultad de la definición
El académico de la Facultad de Teología de la PUCV, Juan Daniel Escobar, es especialista en sectas. Es miembro también de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), y asegura que llegar a una definición de ellas, que sea universalmente aceptada por todos, es prácticamente imposible, debido a la complejidad del fenómeno.
Al respecto, agrega que no todas las sectas son iguales y no todas tienen los mismos grados de peligrosidad. “Asimismo, hay grupos que no son sectas y los llaman así, y otros que sí los son y los llaman iglesias”.Sus estudios se remontan a principios de la década de los 90, cuando el padre Francisco Sampedro, entonces director de la Comisión Nacional de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso y académico de la Universidad, lo invitó junto al profesor Carlos Salinas de la Escuela de Derecho, a trabajar en una investigación que derivó en la publicación de dos libros: Sectas y derecho y Las sectas: Análisis desde América Latina.
El académico agrega que el padre Sampedro –quien falleció en 2004– dedicó gran parte de su trabajo al estudio de estos fenómenos llevando al Instituto de Ciencias Religiosas de la PUCV a la vanguardia a nivel nacional y latinoamericano en el estudio de las sectas.
“Las sectas son grupos compuestos por hombres y mujeres, en la mayoría de los casos pequeños, unidos por ideas religiosas, filosóficas, ocultistas, espiritistas, mágicas, o una mezcla de algunas o todas éstas. Aseguran tener la verdad absoluta y la solución a todos los problemas del hombre, caracterizándose por un seguimiento irrestricto a su líder”, advierte.
Sin embargo, hace la precisión de que pueden existir grupos que cumplan con estas características, pero que no vayan en contra el justo orden establecido por la sociedad. “Ahí está la clave. Nadie puede argumentar libertad religiosa yendo contra lo que la sociedad libremente se ha dado”, argumenta.
¿Por qué surgen las sectas?
El Dr. Escobar destaca la figura del líder y las diferencias que presenta respecto a los de las religiones o iglesias tradicionales. “Estos líderes, o son la divinidad encarnada, o tienen un contacto directo con ella. También tienen un sentimiento de profetismo y de mesías, en que realmente se considera que ellos son los salvadores”, explica.
En cuanto a la organización psicosocial de estas agrupaciones, el profesor explica que el líder cumple el rol de “padre”, mientras que el grupo cumple el rol de “madre”: “El padre manda y ordena, es autoridad. La madre es cariñosa, cobija y protege, entonces eso hace que la persona crea que al entrar a una secta soluciona esta angustia que tiene”.
¿Por qué surgen las sectas? Según el académico, “las sectas responden a una problemática propia de nuestra sociedad: la falta de afectividad, el individualismo, la pérdida de lo espiritual, la crisis de sentido”. En este punto, identifica un gran desafío para las iglesias tradicionales, en donde cree que la mejor estrategia es apuntar a un trabajo más personal y directo, el cual se ve bastante dificultado en el caso de la Iglesia Católica por la falta de sacerdotes.
Recomendaciones para las familias
Las personas que entran en una secta dan cuenta de un cambio de discurso con una preocupación de corte filosófico o espiritual que antes no tenían. El problema es que en esas instancias nadie dice nada, por el miedo a enemistarse. Asimismo, se sugiere poner atención en los hábitos alimenticios y si, por ejemplo, alguien comienza a ayunar cuando nunca antes lo había hecho.
También la forma de vestirse y la literatura dicen mucho de lo que la persona está viviendo. “Si es que empieza a hablar del maestro, de las maravillas que logra, de la paz que siente cuando lee sus cosas. Es en ese momento el que hay tener cuidado”, sostiene Escobar.
El académico de la PUCV recomienda a los padres que pongan atención a la literatura que leen sus hijos, la música que escuchan, las películas que ven o las páginas que visitan en internet, que sepan qué lugares visitan o quiénes son sus amigos. La recomendación general es no observar el fenómeno como algo muy lejano o que nunca va a pasar, ya que el experto está convencido que desenganchar a alguien de una secta es casi imposible.
De acuerdo a los casos que ha podido conocer desde su experiencia, asegura que se trata de personas absolutamente cerradas al diálogo. Por lo mismo, el profesor concluye que la mejor manera de abordar el tema es de forma preventiva, entregando la información necesaria, ya que “no sabemos en qué momento puede volver a ocurrir un caso similar”.
6 comentarios
Hay situaciones en la vida en las que el ser humano se encuentra absolutamente solo y perdido en medio de una sociedad egoísta y deshumanizada. Primero busca esa afectividad en la Iglesia, pero vé que los grupos que se forman en la Iglesia funcionan igual que el resto de la sociedad (egoismo, soberbia, envidia...) y por tanto no encuentra lo que buscaba en ella. Y ahí es dónde busca algo lo más parecido posible a esa familia que perdió o que le falta.
Al principio todo transcurre cómo si se tratara de esa familia que falta, pero más adelante se empiezan a ver comportamientos y situaciones que en nada responden a lo que se prometía. Aún así es muy difícil salir, porque se representa que fuera de ese grupo, sólo existe el vacío y la nada.
Se necesita mucha ayuda de Dios y mucha fuerza de voluntad, para que la salida pueda ser lo menos traumática posible. Y no todos lo consiguen.
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