Una ermita de Cáceres, escenario de un posible rito satánico
«Es cierto que los vecinos de San Martín de Trevejo están indignados. Es que más que el daño económico que han hecho es el daño moral al pueblo. Han utilizado la ermita del cementerio y aquí está la imagen de un Cristo muy venerado, muy querido», comenta al diario Hoy Máximo Gaspar Carretero, alcalde de San Martín de Trevejo (provincia de Cáceres), en donde sus vecinos están conmocionados por lo que ha ocurrido en su tranquilo pueblo la madrugada del pasado 25 de agosto.
Según cuenta en el rotativo el redactor Sergio Lorenzo, en la noche del domingo al lunes, un grupo de personas han entrado en el cementerio de la localidad, que se encuentra en las afueras, en la carretera a Villamiel, y han accedido a la ermita para hacer un ritual satánico. Según ha comprobado la Guardia Civil, utilizaron doce velas para hacer un círculo en el suelo, colocando una vela, la número 13, en el centro del círculo sobre un candelabro. Pusieron boca abajo una talla de la Virgen, y quitaron la corona de espinas de plata del Cristo para dejarla en el centro del círculo. Fuera del circulo aparecieron restos de papeles quemados, que parece que eran documentos de la iglesia y fotos de imágenes religiosas.
En las paredes dejaron dos pintadas. Una frase que decía «Me cago en Dios» y, la otra, «Viva Satán». Fuera de la ermita están las tumbas del cementerio, los nichos, y en varios quitaron las cruces que había en las lápidas para colocarlas invertidas.
Los vecinos indican que lo que ha ocurrido en el cementario ha sido más que una gamberrada, comentando que nunca ha pasado algo parecido. «Parece que la Guardia Civil sigue varias pistas que pueden dar con los autores», señala el alcalde.
Lo cierto es que parece que los que cometieron la profanación de este lugar conocían bien el sitio. El cementerio tiene dos puertas: la de abajo que da a una carretera, y la de arriba que está frente a una casa grande de una finca en donde vive gente. En esta última entrada es donde está la ermita. Las dos puertas pueden abrirse con facilidad desde fuera, para que la gente del pueblo pueda ir cuando quiera al cementerio a visitar las tumbas de sus familiares.
La ermita tiene un ventanuco por el que se ve desde fuera el Cristo. Está colocado así para que la gente que quiera pueda mirar a la imagen y rezar en ese lugar; pero por el ventanuco también se puede meter una mano y abrir la puerta. Eso es lo que hizo la gente que entró en la ermita la noche del domingo al lunes.
Es curioso que las pintadas parecen hechas por varias personas, ya que hay letras repetidas que están escritas de manera distinta, y también se piensa que había alguna mujer o un menor porque por el ventanuco de la ermita sólo puede entrar una mano y un brazo que no sea muy voluminoso.
Posiblemente esté relacionado con este hecho, el que también hubo gente que entró por la noche en la piscina municipal, que está a unos doscientos metros de distancia del cementerio. Cuando abrieron la piscina el lunes, los trabajadores se encontraron con sillas y maceteros tirados dentro de la piscina, también encoentraron una bolsa con petardos.
Vecinos de San Martín de Trevejo recalcan que la gamberrada de la piscina, la de entrar de noche a bañarse, ya se ha hecho otras veces; pero nunca había entrado alguien en el cementerio para profanar la ermita y las imágenes.
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