Se van de la Iglesia a las sectas… ya volverán ellos solos, ¿no?
Tras plantear con este título una interesante cuestión, el sacerdote mexicano Jorge Luis Zarazúa, perteneciente a los Apóstoles de la Palabra y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) contesta en el portal Aleteia que se trata de una visión ingenua del éxodo de católicos hacia las sectas en Iberoamérica. Reproducimos su reflexión a continuación.
Hay sacerdotes y agentes de pastoral que tienen una visión sumamente ingenua del problema pastoral que representa el éxodo de católicos hacia los más variados grupos proselitistas. Lo comparan al fenómeno de las olas marinas, que van y vienen recurrentemente: “La apologética ya no está de moda. Es una pérdida de tiempo. Es cierto que muchos dejan la Iglesia, pero después de cuatro o cinco años se dan cuenta de su error y regresan. Se parecen a las olas del mar, que siempre vuelven a la playa”.
¿Por qué decimos que se trata de una visión ingenua? Porque parece ignorar las tendencias puestas de manifiesto por diversas investigaciones y confirmadas por los más variados censos de población y vivienda a lo largo y ancho del continente americano.
¿Cuáles son estas tendencias?
a) Crecen exponencialmente los grupos proselitistas por el ingreso de nuevos integrantes procedentes del catolicismo.
b) Crece el número de los que se dicen católicos, pero que ya no tienen sentido de pertenencia a la Iglesia y cultivan pocos vínculos con ella. Es fácil constatarlo en la asistencia a la Misa dominical.
c) Crece el número de los que se declaran ya sin religión.
d) Decrece proporcionalmente el catolicismo.
¿Retorno espontáneo?
Es cierto que hay ex-católicos que regresan a la Iglesia. Pero conviene apuntar que aquellos que regresan no lo hacen así porque sí. Regresan porque encontraron sitios en internet, libros, folletos y material didáctico impreso, audiovisual y multimedia que les ayudaron a aclarar las múltiples dudas sembradas en sus mentes y corazones por el proselitismo sistemático de los grupos no católicos.
Regresan porque conocieron a alguien con la capacitación oportuna para resolver sus interrogantes e inquietudes acerca de la Iglesia católica y la Sagrada Escritura. En muchos casos no se trata, por tanto, de un regreso espontáneo, al estilo del hijo pródigo (Lc 15, 11-31). Lo más común es que sea el resultado del esfuerzo continuo que diversas personas e instituciones hacen en campo bíblico y apologético y en una perspectiva evangelizadora.
Por lo general se trata de iniciativas hechas a título personal, sin el apoyo concreto de las estructuras eclesiales y muchas veces nadando contracorriente, entre la indiferencia, el rechazo y la oposición.
¿Qué pasaría si se implementara una pastoral específica con estas características, con el apoyo decidido de las diócesis, decanatos, parroquias, seminarios, centros de formación para laicos y otras instituciones eclesiales?
¿Qué pasaría si además de esta necesaria pastoral de retorno, se implementara una pastoral preventiva que frenara desde ahora el éxodo masivo de católicos, aprovechando al máximo las estructuras eclesiales, especialmente la catequesis presacramental? Bien lo dice un refrán popular: “Más vale prevenir que lamentar”.
Por otra parte, es necesario pasar de una pastoral meramente cultual y de conservación a una pastoral de búsqueda y conquista, según el modelo que nos plantea Jesús en la parábola de la oveja perdida (Mt 18, 10-14; Lc 15, 1-7) y en el Gran Mandamiento de la Misión que nos dejó antes de volver al Padre (Mt 28, 18-20; Mc 16, 15).
El éxodo masivo de católicos a las más variadas propuestas religiosas no es un asunto sin importancia. De la respuesta que demos a esta problemática puede depender el futuro de la fe católica en nuestro Continente.
A trabajar, pues, conscientes de que lo que hacemos es algo trascendental para la vida de toda la Iglesia.
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