Amma, o las acusaciones tras una fachada espiritual
En el artículo anterior quedó algo claro qué piensa de sí misma la gurú oriental conocida como Amma, ya que habla en categorías de divinidad. En algún sitio he leído que “no convierte a nadie, no profesa ninguna religión y las defiende todas como ríos que conducen al mar de lo divino”. Como hemos visto, nada de eso. Esa supuesta tolerancia de todas las religiones encubre un sincretismo en el que lo único importante, al final, es la espiritualidad subyacente a las más variopintas creencias y confesiones religiosas, la Divinidad que es adorada en el fondo por todos y que –casualidades de la vida– se encarna en esta india de 59 años. Se trata de un culto muy centrado en la personalidad de la gurú, que es una diosa, y para un cristiano como yo esto se denomina “idolatría”.
Algunos pueden responder con una cierta defensa diciendo que, lo que se dice hacer daño, la mujer no hace daño a nadie. Ni siquiera cobra por dar abrazos. Y no sólo eso, sino que, como se encarga de difundir el entramado de organizaciones y asociaciones a su servicio, con el dinero recogido en sus giras mundiales financia diversos proyectos de educación, atención a los necesitados y desarrollo en la India. ¿Qué tiene de malo? ¡Es simple filantropía y ayuda a los pobres!
Frente a este argumento, en primer lugar, hay que aclarar que hablamos de dos planos distintos: en cuanto al contenido de lo que predica, estamos en un plano; si hablamos de sus obras, se trata de otro nivel. Que haga el bien no significa que su doctrina y sus prácticas espirituales dejen de llevar a los hombres a la idolatría. En segundo lugar, vamos a ver algo de lo que se sabe de esta señora y de todo lo que tiene alrededor, para descubrir el verdadero alcance de sus “buenas obras”. Porque no siempre es oro lo que reluce.
Todo esto es algo más que una “corriente pacífica”, como se ha dicho en ocasiones, o la popularidad de una maestra espiritual oriental. Está claro que hay una gurú bien localizada y que dirige un movimiento complejo, aunque se denominen simplemente “amigos de Amma”, como si fuera un movimiento social y espiritual espontáneo. La organización principal de Amma se llama la Mata Amritanandamayi Mission Trust, y tiene carácter internacional. La “versión solidaria” es la ONG Embracing the World (“abrazar el mundo”). Ésta incluso tiene una asociación satélite ecologista: GreenFriends. Así, el movimiento está presente en todo el mapa con sedes, asociaciones y fundaciones en muchos países. En España, por ejemplo, la entidad que agrupa a sus adeptos se denomina Fundación Filokalia - Amigos de Amma.
En las páginas de Internet críticas con el grupo de Amma se insiste en la excesiva veneración a la líder, que se considera madre de sus seguidores, a los que repite que sólo importa el amor, y que su amor divino será el que los salve. Y señalan que, si bien no cobra por abrazar a la gente, sí es capaz de recaudar 3 millones de dólares en una gira de 7 semanas, gracias a los donativos y a la venta de objetos relacionados con ella (o que simplemente ha tocado).
Un ex-adepto llamado Bronte Baxter repasa las más diversas acusaciones hechas contra la gurú, y concluye su reflexión afirmando que tras la imagen bondadosa e incuestionada de Amma no se encuentra la menos mala de la tropa de maestros orientales contemporáneos, sino “una de los peores”. ¿Por qué? Dice que infantiliza a la gente, haciendo que personas hechas y derechas se comporten como chiquillos, dándoles muñecas –literalmente– para que hablen con ellas y presentándose como su madre.
Además, como puede observar cualquiera al analizar sus doctrinas, Baxter subraya que “permitir a la gente que te rece a ti, que se arrodille ante ti y que te adore a ti como Dios encarnado no es el comportamiento de alguien que quiere que las personas se reconozcan como expresiones magníficas y poderosas de Dios”. Él se ha propuesto difundir esta información crítica sobre Amma, ya que se ha convertido en un personaje popular y simpático, con apariencia de bondad suma y ayuda a los demás. Por eso, dice, es necesario abrir los ojos a la gente como en el célebre cuento, para que descubran que “el emperador está desnudo”, y de esta forma termine la ilusión colectiva.
Un testimonio muy interesante es el de Gayatri, que fue “la sombra” de Amma durante casi 20 años, su asistente personal entre 1980 y 1999, cuando dejó el grupo. Hace tan sólo unos meses ha tenido el valor de publicar una lista de 40 razones que escribió tras su salida, una lista con la que propuso no olvidar los motivos que desencadenaron su abandono de la gurú. Es imposible detallarlas todas aquí, pero sí podemos resumirlas un poco: a una serie de sentimientos subjetivos (perder la fe, sentirse infeliz y no querida, culpabilidad) se suma un elenco de defectos en el funcionamiento del propio movimiento (demasiado estrés, una rutina agotadora, falta de preocupación por el bienestar físico y emocional de los miembros, acepción de personas, violencia psicológica y física, mentiras, complicado entramado que sólo da problemas, ausencia de crítica y cuestionamiento, falta de compasión con los que abandonan), además de las actitudes negativas de la gurú y del resto de líderes (falta de amor, arrogancia, favoritismos, puñaladas por la espalda, crueldad, luchas de poder, intrigas y conspiraciones, obsesión por el dinero, desprecio de todo lo que no sea hinduismo). Menudo catálogo.
El encargado del Gobierno francés para vigilar lo que denominan ahora “derivas sectarias” ha señalado hace tan sólo unos días, mientras tenía lugar la etapa francesa de la gira, que los fieles de Amma sólo hacen algo de terapia, y que eso no es malo, aunque “el riesgo de la deriva sectaria está ahí”. Por lo que se ve, las acusaciones son muchas, y no sólo de la secretaria de la gurú, porque hay foros virtuales dedicados a compartir las experiencias negativas en el movimiento de esta autoproclamada Divina Madre del Universo, y los mensajes se cuentan por cientos. Si bien es verdad que los testimonios de los ex-adeptos deben interpretarse en el marco de una experiencia traumática, con la parcialidad y subjetividad que trae consigo, no podemos cerrar los ojos ante una versión tan distinta de la oficial, y que muestra, una vez más, lo oscuro que hay tras los abrazos de Amma.
Luis Santamaría del Río
En Acción Digital
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Qué es el Vishnuismo? Se puede resumir en un solo verso:
El Señor Vishnu o Krishna dijo: "Siempre piensa en Mí, conviértete en devoto Mío, adórame y ofréceme tu homenaje. De ese modo, vendrás a Mí sin falta. Yo te prometo eso, porque te amo". – Bhagavad Gita 18.65
En el lengua de Jesús esto es: "Amar a Dios por sobre todas las cosas, con todo el corazón y mente, y al prójimo como a uno mismo".
Para amar a Dios debemos conocer a Dios, y cuando lo conocemos a Él, nos conocemos a nosotros mismos como hijos de Él. Entonces, realizando (no solo teóricamente) que somos hijos de Él, podemos ver a los demás por igual y amarles verdaderamente.
En esto consiste el Vishnuismo o Hinduismo original, en una relación personal y amorosa entre Dios y las almas, como en una gran familia.
Cualquier otra interpretación que se haga es especulación. Amma, Osho, Yogananda, Sai Baba, Krishnamurti, etc. han predicado la filosofía baudha (atea) denominada mayavadismo (ilusionismo) que dice que todos somos "Dios" individualizados por la ignorancia (avidya) o maya (la ilusión material). Solo Brahman (la unidad espiritual) es real, todo lo demás es espejismo.
Pero esta doctrina atea es insostenible. No tiene ninguna base Védica real. Es una filosofía demoníaca y engañosa, la cual personas como Amma disfrazan de "buena" y la usan para atraer a los incautos y sacarles dinero.
El Vaishnavismo o Vishnuismo es henoteísmo, o monoteísmo polifórmico (pues Dios se manifiesta de muchas maneras y cada una de sus manifestaciones personales - avataras son de Su misma esencia. Los creyentes de la Trinidad cristiana pueden entender esto). Mas nosotros, las entidades vivientes, aunque somos partes de Dios, somos individuales eternamente. Como se dice en Salmos 82: "Todos vosotros sois dioses, porque son hijos del Altísimo". Nosotros estamos subordinados al Señor, y no él a nosotros.
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