Martha Marcy May Marlene, película de estreno sobre sectas
Despojar a una secta de su sentido religioso es sólo el aperitivo de la complejidad que Sean Durkin da a su retrato de estas comunidades en Martha Marcy May Marlene, escalofriante y sofisticado drama de la América profunda con el que debuta en el largometraje y descubre el talento de Elizabeth Olsen. Así comienza el comentario a esta película, que se estrenó el pasado viernes 27 de abril, en la agencia Efe.
“Quise quitar la religión de la ecuación, porque sentí que cuando se habla de sectas enseguida se vincula a lo religioso y eso ni siquiera interesa al público”, explica a Efe Sean Durkin, la última revelación de Sundance, donde consiguió el premio al mejor director por esta inquietante película, sobre la que ya informó la RIES el verano pasado (cf. blog).
La secta en la que entra Martha, la protagonista de la película, evita todo ritual ceremonioso, todo aspecto agresivo. Con su apariencia ecológica, su modo de vida en contacto con la naturaleza y su vestuario inmaculado. Gente guapa liderada por el carismático John Hawkes y que, a priori, parece el sitio ideal en el que limpiarse de los excesos del frenesí urbano. “Quería mostrar una carcasa amable y bucólica de esta secta y mostrar en ella gente de todo tipo de contexto económico y cultural. Pero que escondiera, desde luego, un terrible trasfondo”, resume.
Así, Martha Marcy May Marlene son los diferentes nombres que adopta una misma adolescente, interpretada por la hermana pequeña de las gemelas Mary Kate y Ashley Olsen, que pasa de adolescente conflictiva a presa de la secta, de vejada a pérfida, y cuyo rumbo de rebeldía acaba condenándola a la imposible reinserción.
“Todo empieza con un deseo tan humano como ser algo más amplio que simplemente uno mismo, una parroquia, un trabajo, una empresa… te hace sentir parte de algo, y es natural. Luego, las sectas sacian esa necesidad pero robándote poco a poco del poder de decisión”, explica el director, en referencia a cómo esos nombres e identidades acaban anuladas entre sí.
Por este papel de múltiples caras, Olsen fue nominada a los premios Spirit del cine independiente y ganadora de los premios de las asociaciones de críticos de Vancouver, Phoenix, Ohio o Chicago y el festival de Gante (Bélgica), algo que le desmarca de la trayectoria de sus célebres hermanas. “La encontré en un casting abierto. Quería una actriz desconocida, así que convocamos a 75 actrices de su edad. Pero cuando la vi a ella y lo distinta que era del resto, paré el proceso”, explica Durkin.
Martha Marcy May Marlene, además de mostrar a la protagonista como una víctima de los abusos, despliega una segunda parte casi todavía más terrible, la de ese ser hiriente en el que se acaba convirtiendo con aquellos que se ofrecen a ayudarle. “Para mí era muy importante mostrar a la protagonista como algo más que una víctima, incluso como una persona odiosa. Y cómo la culpa que genera en sus familiares, es el arma con el que ella se reinventa como maltratadora. Pero la culpa es un motor que, afortunadamente o desafortunadamente, se agota”, explica el joven director.
Con esa violencia aséptica que remite inmediatamente a Michael Haneke -como él, asegura: “No me interesa la violencia, sino sus consecuencias emocionales”-, él prefiere vincular su cine a Tres mujeres, de Robert Altman, o La semilla del diablo, de Roman Polanski. Y es que Durkin, que se zambulle sin complejos en la más absoluta de las atmósferas opresivas en su opera prima, no tiene miedo a mirarse en el espejo de los grandes. “Tenía que hacer algo que me apasionara, aunque fuera complicado. Tenía que rodar una historia por la que sintiera un interés honesto. Y es tan difícil hacer una película, que creo que no te debe asustar embarcarte en algo demasiado ambicioso si tienes la oportunidad”, concluye.
FICHA DE LA PELÍCULA
Dirección: Sean Durkin.
Intérpretes: Elizabeth Olsen, Sarah Paulson, Hugh Dancy, John Hawkes.
Género: drama. EE UU, 2011.
Duración: 102 minutos.
Crítica
Reproducimos a continuación la crítica cinematográfica de María Molina en la web especializada Pantalla 90.
El título de esta película transmite la sensación inquietante propia del trastorno de identidad. Cuatro nombres para una misma persona, en este thriller opera prima de su director, Sean Durkin, y que ya ha recibido el Premio de la Juventud en Cannes o el de Mejor Director en Sundance. En España se pudo visionar en el pasado Festival de San Sebastián. Un tema interesante y escabroso, la presión y suplantación que puede llegar a ejercer sobre alguien joven una secta, a la que se denomina “la familia”, en toda su crudeza.
La película comienza acercándonos a un grupo de personas que viven aislados de la sociedad y en una casa parecida a una comuna hippy, que aparentemente no viven bajo el efecto de ningún tipo de droga, pero tienen comportamientos fuera de lo común, y obedecen a las estrictas directrices de un líder, Patrick (John Hawkes), que ha conseguido que le sigan ciegamente como algo normal.
Martha (Elizabeth Olsen) es una joven que sufre un trastorno mental en su intento de recuperar una vida normal tras escapar de una secta y de su carismático jefe. Busca ayuda en su hermana mayor Lucy (Sarah Paulson), de la que estaba distanciada y no veía hacía dos años, y en su cuñado Ted (Hug Dancy), y se trasladan a una casa junto al lago. Conforme avanzan los días se irán mezclando la paranoia y la pérdida del concepto de la realidad, mientras que al espectador se le van mostrando pequeñas pinceladas de su anterior vida mediante la utilización de flashbacks.
Martha no tiene ni capacidad ni voluntad para revelar la verdad sobre su huida ni sobre su llegada a la secta. Sus recuerdos, que son mostrados de forma realista y cruda (hábitos alimenticios, trabajo en la granja, violaciones, robos y orgías), hasta que el espectador logra entender cuál es el proceso por el que pasan los nuevos miembros de “la familia” desde su ingreso hasta que encuentran su lugar dentro del curioso grupo. En Martha se desencadena la aterradora obsesión de que su antigua secta podría aún estar acosándola, y es entonces cuando la línea entre ilusión y realidad empieza a difuminarse, también para el espectador.
Lo que sí parece claro en el film es el mensaje que nos intenta transmitir: La secta te puede deja marchar, pero tu mente nunca la abandonará. Y aunque parezca paradójico en un mundo adulto y autónomo como el nuestro, aumentan las personas captadas por sectas. Todo un aviso para educadores y padres negligentes o ingenuos, que abdican de su responsabilidad de acompañar y educar por comodidad, o por individualismo, dejando esta tarea otros, a las tecnologías, o sin conocer las compañías que frecuentan en aras de dar libertad absoluta a los jóvenes.
Las interpretaciones son buenas, destacando a Elizabeth Olsen transmitiendo su angustia e incertidumbre, y John Hawkes como autentico líder psicópata.
Público recomendado: Adultos.
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