Los intelectuales europeos y el esoterismo
Con el título “La Europa de los espíritus", El Diario Montañés publicó recientemente un artículo de Fernando Iturribarría que cuenta que una exposición revisa en Estrasburgo el interés de artistas y sabios por el esoterismo, el ocultismo y la brujería. Lo reproducimos a continuación.
Hadas, demonios, vampiros, espíritus, posesiones y comunicación con los muertos han sido una inagotable fuente de inspiración para los artistas. Una insólita exposición temática invita en Estrasburgo a una relectura de cerca de dos siglos de creación europea a través del prisma de lo irracional, lo sobrenatural y lo inexplicable. ‘La Europa de los espíritus o la fascinación de lo oculto, 1750-1950′ explora la huella dejada por el espiritismo, el esoterismo, el ocultismo, la magia negra, la brujería y la adivinación en creadores, pensadores, escritores y sabios a lo largo de épocas decisivas en la historia de la modernidad.
El ambicioso proyecto revisita de manera inédita la historia del arte y de las ideas para mostrar cómo la invocación de las fuerzas oscuras ha sido una constante en movimientos artísticos y literarios como el romanticismo, el simbolismo, las abstracciones, el surrealismo o los comienzos del modernismo. De forma en apariencia paradójica, las reacciones espiritualistas aparecen con los primeros románticos en el Siglo de las Luces, cuando la ciencia pretende iluminar el mundo de forma racional.
Desde el Fausto de Goethe a El arte mágico de André Breton, se repasa el interés por las formas sobrenaturales, la comunicación con el más allá, los astros, la brujería, el tarot y la nigromancia que asocia a figuras como Victor Hugo, William Blake, Piet Mondrian, André Masson. Sin olvidar a Francisco de Goya, para quien El sueño de la razón produce monstruos como pregona desde el título de uno de sus ‘Caprichos’ (1797-1799). La exposición acoge una veintena de estampas de esta serie que entronca con la tradición negra de la pintura española, perpetuada por el lienzo La Conjuración de brujas que secuestran y devoran a niños.
«La fascinación por el misterio y lo oscuro, por el mundo de las hechiceras, de los fantasmas y de los espíritus maléficos, de los íncubos y otros seres demoníacos inspiró una cierta parte de la literatura española del período barroco», escribe Antonio Bonet Correa. «La época de ‘Los Caprichos’, serie de grabados llenos de alucinaciones, encantamientos, monstruos, exhortaciones, chivos y brujas, gigantes y jóvenes criaturas de moralidad equívoca, marca el comienzo de una exploración de la faceta sombría y subterránea, lasciva y perversa de los seres humanos», añade el director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el catálogo de la muestra.
Los surrealistas, con Breton, Masson y Max Ernst a la cabeza, encontraron en la ‘mediumnidad’ una de las vías para escapar a todo control ejercido por la razón y aflorar el funcionamiento real del pensamiento. En la vía del automatismo les guió la personalidad desdoblada de médiums como Augustin Lesage y Fleury-Joseph Crépin.
Lesage (1876-1954) era minero y en 1911 oyó en el fondo de una galería una voz que le reveló su destino de pintor. Al salir a la superficie realizó sorprendentes dibujos automáticos. Pronto se hizo tan célebre que se convirtió en el pintor oficial del espiritismo. Pretendía ser la reencarnación de un artista de los tiempos faraónicos y se consagró a transmitir con su pintura los secretos de Egipto, civilización madre de Occidente.
Crépin (1875-1948) trabajaba de fontanero y a él su voz particular le pidió en 1939 que realizara 300 pinturas para parar la Segunda Guerra Mundial, que las acabó en mayo de 1945, además de 50 ‘Cuadros Maravillosos’ con el fin de pacificar el mundo. La muerte le impidió concluir esta segunda serie de unas obras que entusiasmaron a Breton, pues le ayudaban a vivir.
Una fuerza invisible
«Dé véchi ké ti éfi mervé éni». Que en marciano quiere decir: «no ves más que cosas soberbias aquí». Es el título de un comentario de la médium y pintora suiza Elise Müller (1861-1929) a un dibujo realizado en estado de hemisonambulismo. Una fuerza invisible dirigía su lápiz para reproducir personajes, flores y paisajes de Marte, cuyas arquitecturas recuerdan las pagodas chinas.
Théodore Flournoy, médico, filósofo y profesor de Psicología en Ginebra, relató en un libro las sesiones espiritistas con la sonámbula helvética, presentada bajo el seudónimo de Hélène Smith. La mujer había vivido varias reencarnaciones en tres ciclos. En el hindú, fue la hija de un jeque árabe del siglo XIV antes de convertirse en la esposa de un príncipe indio y hablar el sánscrito. En el ciclo real se reencarnó en María Antonieta.
El tercer ciclo comenzó en noviembre de 1894 cuando contó un primer viaje a Marte. Pero hasta agosto de 1897 no empezó a expresarse y hablar en marciano. Tras la publicación en 1900 del libro, Elise Müller abandonó los círculos espiritistas, entró en una fase mística y se refugió en la pintura. De 1905 a 1915 realizó un ciclo religioso cuyos temas le eran dictados por voces del cielo.
Su trabajo llamó la atención de Breton, que reprodujo obras y escritos marcianos en ‘El mensaje automático’, publicado por la revista Minotaure en 1933. Su personalidad y su obra hicieron de ella «la clarividente delirante de nombre maravilloso», como la llamó el psicoanalista Jacques Lacan en un seminario de 1967.
La célebre médium italiana Eusapia Palladino concentró durante una buena temporada la atención de la comunidad científica europea. El astrónomo Camille Flammarion albergó en 1898 ocho experiencias en su casa de París para estudiar numerosos fenómenos físicos: levitación, desplazamiento de objetos, resplandores, golpes, impresiones de huellas manuales… Los fenómenos eran sometidos a un arsenal de instrumentos de medidas (balanza, dinamómetro, brújula, termómetro, electrómetro…) además de aparatos fotográficos.
Las imágenes muestran a Palladino, sentada en un extremo de la mesa, con los pies y manos puestos encima de los de dos controladores colocados a cada lado. Aunque se detectaron algunos casos de fraude, los supervisores admiraron a menudo el engaño por pensar que podía ser imputado al inconsciente.
Pierre Curie, asiduo a las sesiones en 1905 y 1906 de la médium, negó que fueran supercherías las mesas levantadas con las cuatro patas en el aire, los acercamientos de objetos alejados, las apariciones luminosas, las manos que pellizcan o acarician. «Estos fenómenos existen realmente y no me es posible dudarlo. Es inverosímil pero es así y es imposible negarlo», escribió el descubridor de la radioactividad cinco días antes de su muerte en un accidente acaecido el 19 de abril de 1906.
El neuropsiquiatra e hipnólogo alemán Albert von Schrenck-Notzing ilustró con fotografías de la médium Marthe Béraud, alias Eva C., su tratado sobre la materialización publicado en 1914. Llegó a plasmar en imágenes las ‘ideoplastias’, como las llamaba. Eran concretizaciones visibles de formas antropomorfas, de animales y objetos materiales provocadas por la mente en un estado próximo al trance artístico. Compartía la convicción de que esas apariciones tenían la fuerza de obras de arte con su amigo, el pintor simbolista suizo Albert von Keller. Las experiencias inspiraron obras de Paul Kleee, muy atraído por las prácticas y creencias esotéricas.
4 comentarios
-Si los intelectuales y poderosos fueran tan numerosos como tantos son lo no intelectuales y son los menesterosos. Entonce veríamos que estos, los intelectuales, ganarían por mucho en número a los otros.
-La razón es muy simple: Mientras que para los itelectuales y poderosos, ellos mismos se auntoconvencen que su posición social es mérito propio de su saber hacer como elegido del mundo y su circunstancia. Para los menesterosos el estar al servicio del poderoso, cuando no el comer cada día, "en grado de casta intocable", es su mayor preocupación para no ser marginado.
Dejar un comentario