Con la crisis “aumentan los grupos relacionados con la adivinación”
“La crisis reactiva las sectas”. Una vez más, la prensa muestra cómo la crisis moral y económica de Occidente está generando en España un mayor crecimiento del fenómeno sectario. Esta vez el titular es del diario Las Provincias, de donde tomamos el reportaje firmado por A. Rallo. Según su investigación, unos 80 grupos sospechosos con miles de adeptos en la Comunidad Valenciana aprovechan la situación económica para intensificar las captaciones.
A Pedro Yuste le robaron la capacidad de odiar. «La verdad es que ya no siento nada», se justifica. Y eso que motivos no le faltan. Quizá más ahora cuando recorre el camino de tierra que conduce al convento del padre Ángel. «Hace 15 años que no vengo», dice tras desempolvar su memoria, antes de posar para la fotografía. La fortificación aparece en el horizonte, junto a la cárcel de Picassent. A pocos metros de la prisión, el líder de la secta levantó otra penitenciaría, pero de almas. Este grupo ya ha perdido auge, pero aún mantiene a un número de «irreductibles».
Sin embargo, otras organizaciones -con rostros y fines diferentes- germinan ahora en un terreno abonado por la crisis a la superstición y el crecimiento personal. Sí, también la situación económica repercute en este complicado mundo. El escenario actual crea víctimas propicias para asomarse al abismo. Ahí aparecen las sectas, listas para dar «el toque de gracia». Un viaje para el que es difícil -que no imposible- encontrar billete de regreso. Hasta 80 grupos operan en la Comunidad. Los adeptos suponen el 0,8% de la población, 40.000 personas, según un estudio de Atención e Investigación en Socioadicciones (AIS).
El embaucador de Yuste utilizó dos cadenas. Una, su apocalíptico mensaje: «Una guerra destruirá la humanidad». Dos, su ‘divino’ canal de comunicación: «Las apariciones de la Virgen». Se enriqueció de cientos de ingenuidades.
Vicente Sastre, especialista del Arzobispado de Valencia en este tipo de grupos, y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), conoce de primera mano el complicado asunto. «Las sectas se relacionan con la adivinación y los poderes ocultos». Y lanza el primer argumento para justificar el riesgo creciente de que cada vez más adeptos caigan en estas redes: «Hoy en día quién no se pregunta ‘¿qué me va a pasar?’ o ‘¿cómo voy a salir de esta?’». Tras cada nombre que aparece en el INEM puede surgir esta duda.
Buscar soluciones milagrosas suele ser siempre el primer paso equivocado. Además, estos grupos son propicios «para personas con personalidad frágil». Juantxo Domínguez preside RedUne, una asociación orientada a la prevención de la ‘manipulación sectaria’. «Sí, sí, claro que está cayendo más gente por la crisis». Como ejemplo, la entidad que preside. «Antes recibíamos de cinco a diez consultas diarias. Ahora, la cifra se acerca a la treintena».
Se trata en su mayor parte de familiares de víctimas que, desesperados, buscan solventar un inmenso problema: cómo lograr que su pareja, su padre o su madre salgan de una secta. «No damos abasto», lamenta Domínguez. Recientemente, la Guardia Civil detuvo en Cádiz a seis personas de una secta satánica por manipular a los adeptos para que les entregaran su patrimonio. No es un caso aislado.
Y es que en la Comunidad Valenciana operan «unos 80 grupos sospechosos», según los cálculos de RedUne. No existen cifras oficiales. Las asociaciones se mueven en un «cómodo» vacío legal. «Un paraíso. Hemos pedido al Gobierno la creación de un Observatorio de Nuevos Cultos y Grupos de Riesgo». De momento, sin respuesta. La policía sólo investiga si existe denuncia.
Miguel Perlado trabaja como especialista en Atención e Investigación en Socioadicciones (AIS), un centro especializado en este tipo de problemas. El experto da otras dos claves: confirma que la crisis «está incrementando la manipulación» y se está registrando un repunte de grupos marcados por el ámbito comercial: «Serás mejor persona, pero también tendrás más dinero». Esta es la esencia de esta forma de captación. Las estadísticas de la entidad cifran en medio centenar los grupos «bien establecidos en la Comunidad».
Afán por el dinero
A Pedro Yuste todos estos argumentos le quedan lejos. Tan lejos como cuando tenía algo más de diez años. Entonces se dio cuenta de quién era el tan famoso padre Ángel. «Fuimos a un piso donde una mujer estaba muy enferma. Sólo le interesaba conseguir dinero y escrituras». Así fue cómo se desengañó de lo que su madre tanto amaba. Fue ella quien le introdujo. Y eso que llegó a ser monaguillo del líder.
«A mi madre le sacaron varios millones de pesetas, aparte de las cuotas mensuales». Esa cantidad, a mediados de los 80, era más que considerable. Aquel hombre «siempre se acercaba a la gente pudiente», recuerda. «Antes lo hubiera matado», sentencia. Ahora, el tiempo ha adormecido su ímpetu. El falso vidente está acusado de delitos contra la hacienda pública, asociación ilícita y estafas. Espera la hora de ser juzgado, pero por un magistrado.
El experto del Arzobispado adelanta un nuevo fenómeno. «Están creciendo los grupos relacionados con la adivinación, con la idea de conciliarse con fuerzas que me están machacando». Evidentemente, el motivo es la crisis económica. La reflexión es la que sigue: «Todo lo que me está pasando es producto de que ‘algo’ quiere que me vaya mal. Voy a contrarrestarlo». Juantxo Domínguez alerta acerca de determinados lugares de captación, perfectamente camuflados en las ciudades. «Se trata de centros terapéuticos que no están regidos por profesionales».
Cursos de meditación
Muchos todavía sienten muy próximo el terror de una secta en su propia familia. Se trata de un joven de Valencia, que sólo cuenta su historia si se mantiene su anonimato. Esta es una condición que imponen casi todos los testimonios. «A mi madre la enganchó una amiga. Le dieron unos folletos para un curso gratuito de meditación». Pasó el tiempo. «Y poco a poco lo que decía ya no empezaba a cuadrar tanto». Los gnósticos asegura que la habían atrapado.
Por suerte, se dieron cuenta del problema a tiempo. «A los tres meses más o menos». Pero el cambio que había experimentado su madre ya era considerable. «Es que era muy difícil hablar con ella. No se daba cuenta de que le estaban comiendo la cabeza». Ni entonces, ni ahora. La mujer dejó de ir por la preocupación que demostró su familia. El joven insiste en que no hay que tener respeto a estos grupos, «sino miedo». Resulta muy complicado «darse cuenta de cómo te manipulan».
No todos los testimonios de este reportaje tienen tanto éxito. Otro valenciano se quedó estupefacto cuando su mujer apareció en casa con un collar «y me dijo que ya podía curar con las manos». La curiosidad por el esoterismo le hizo caer en el pozo de los Mahikari. El talismán que relucía en su pecho «canalizaba la energía de la tierra», según le dijo a su pareja. Se inició entonces la habitual ruptura con la familia, proceso idéntico en todos los casos. «Empezó a confiar más en ellos que en nosotros». Ya la habían captado.
Este grupo, al parecer ya ha sido prohibido en otros países, pero en España campan a sus anchas. Su marido lo intentó todo: «¿No te das cuenta que si lo que dicen fuera verdad, vosotros terminaríais con las Urgencias en los hospitales?». Ni por esas se daba cuenta del engaño. También intentó denunciarlos. «La propia Policía me dijo que tenían muchos casos de gente que vendía propiedades. Pero lo complicado era demostrar que lo hacían obligados».
Al final tuvo que recurrir a una psicóloga, a la que todavía acude, para intentar recuperar a su pareja. «Ella me enseña cómo debo tratarla y no enfadarme porque esto hará que todavía se acerque más a ellos». Recuperarla será un proceso largo. «Es que cada vez que la veo con el collar puesto…».
1 comentario
Realmente teneis mucho sentido del humor. Así que a esa pobre mujer de la que habla el reportaje le estaban "comiendo la cabeza" unos malos malísimos que seguramente querían matarla y comerle después del corazón y el hígado para hacer sus ceremonias secretas de adoración al diablo.
Por cierto, a ver cuando os actualizais y llamais a vuestro jefe por su verdadero nombre: Belcebú
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