Las sectas, desde el punto de vista evangélico

Donald Enroth, A Guide to New Religious Movements (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press 2005) 220 pp.

El sociólogo Ronald Enroth, autor de varios libros con una cierta popularidad en los Estados Unidos sobre el fenómeno de las sectas, ha editado ahora este volumen, que cuenta con la colaboración de otros once expertos. Como su mismo título indica, se trata de una guía de los principales “nuevos movimientos religiosos” en la actualidad. Precisamente comienza el editor constatando que «la sociedad norteamericana ha llegado a ser un supermercado espiritual» (9).

En el primer capítulo del libro, introductoria, analiza la situación de cambio sociorreligioso en su país, marcado por la profusión de estos grupos, y que no van a ser tratados de manera enciclopédica – exhaustiva – ni apologética o de descrédito, puesto que parte de un pluralismo tradicional estadounidense, aceptado como legítimo y positivo. La perspectiva, sin embargo, sí tiene una concreción, ya que todos los colaboradores son cristianos evangélicos, con una preocupación no sólo de analizar las sectas, sino también de anunciar el evangelio en este contexto: su propósito es «entender varios movimientos religiosos contemporáneos y equiparlos [a los cristianos] para presentar a Jesús nuestro Señor a las personas de estos grupos» (13). Merece una muy buena valoración el hecho de profundizar en las doctrinas de las sectas, cuando normalmente se atiende a su actuación, por un prejuicio laicista que prefiere marginar lo teológico, lo que proporciona una visión muy incompleta de la realidad de cada grupo. En este primer capítulo también aborda la cuestión de la terminología (donde defiende el empleo de “nuevo movimiento religioso” en lugar de “secta”) y de sus principales características: nuevas combinaciones, nuevos lugares, cosmovisión dicotómica, membresía atípica, liderazgo carismático, controversia externa y transformación.

Ron Rhodes firma el capítulo segundo, dedicado a los Testigos de Jehová, y en el que, tras hacer un repaso de su historia hasta la década actual, se fija en las principales cuestiones doctrinales en que discrepan con el cristianismo (Trinidad, cristología, escatología, etc.). Escribe sobre sus atractivos y el impacto en la familia (bastante profundo y negativo), además de cómo ha de situarse un cristiano ante ellos.

En el capítulo siguiente, Vishal Mangalwadi se acerca, junto con el editor, al yoga y al hinduismo tal como se han presentado en Occidente, con una visión crítica: «el yoga no puede ser despachado simplemente como otra ayuda a la salud física. Alguien ha dicho que no hay hinduismo sin yoga, ni yoga sin hinduismo» (43). Y se adentran en el análisis de varios de sus tipos más extendidos hoy: Hatha yoga, Japa Yoga (los Hare Krishna), Surat-Shabd yoga (la Misión de la Luz Divina), Kundalini yoga y Tantra.

El cuarto capítulo aborda la Iglesia de la Unificación, fundada por el reverendo Sun Myung Moon, y está a cargo de James Beverley. Además de tratar su historia y doctrinas, considera con detalle el mesianismo del líder y el atractivo que puede tener el grupo.

El siguiente movimiento, estudiado por Robert M. Bowman Jr., es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), «tan americana como la tarta de manzana» (78), y tan importante en ese país, con un gran crecimiento y relevancia social.

El sexto capítulo está titulado «la religión astral y la Nueva Era», y en él Charles Strohmer se acerca a este complicado reticulado espiritual en la cultura norteamericana (en la que, en gran parte, nace y desde allí se exporta al resto del mundo), incluyendo un tratamiento concreto de las creencias en los extraterrestres.

James C. Stephens aborda, en el capítulo séptimo, el budismo tibetano (el más popularizado en Occidente) y la figura del Dalai Lama, que por su celebridad, que analiza con detalle el autor, tanto ha hecho por su difusión. Cabe destacar la perspectiva más bien crítica del estudio.

El capítulo siguiente, de John Peck, está dedicado al neopaganismo en su multitud de variantes, pero con unos principios de pensamiento comunes y una relación muy concreta frente al cristianismo. Como observación, considero que este tema habría estado mejor situado en unión con el capítulo sexto, sobre la Nueva Era.

La sincretista Fe Bahá’i es retratada en el capítulo noveno por Francis J. Bekwith, y de todas sus doctrinas se centra en tres puntos principales: la pretensión de no exclusividad, la afirmación de la unidad de las religiones y la relatividad de la verdad religiosa.

Craig S. Keener y Glenn Usry escriben sobre el grupo negro de origen musulmán Nación del Islam, repasando sus controvertidas doctrinas y trazando la posible respuesta cristiana (aunque también señalan aquello en lo que su fundador, Elijah Muhammad, tenía razón).

Un último apartado le sirve a LaVonne Neff para recapitular la temática tratada, proponiendo unas pautas a la hora de discernir de manera cristiana las sectas: analizar si sus doctrinas son acordes con el cristianismo tradicional, y observar cómo afecta el grupo a sus adeptos, a sus vidas. La primera pista vale para los movimientos que se dicen cristianos, pero no para los demás. La segunda ofrece una intuición muy importante respecto a este tema: «la buena religión es doctrinalmente fiable, y tiene también un efecto positivo en la vida cotidiana de las personas» (185). Además, añade algunos elementos positivos, que los cristianos podemos aprender con el contacto con las sectas.

Nos encontramos con un libro típico de apologética evangélica ante las sectas, dentro de lo que se ha denominado countercult movement – y del que es destacado autor el responsable del volumen –. Aunque con moderación. Puede verse en su tratamiento clásico de las cuestiones doctrinales, y en la alusión, en algunas ocasiones (como en la consideración última sobre la ayuda que a un cristiano pueden prestar las sectas), a “las otras religiones” no cristianas, poniéndolas prácticamente al mismo nivel que los “nuevos movimientos religiosos”. De todas maneras, los colaboradores hacen unas buenas síntesis de la historia de los grupos estudiados y, sobre todo, un abordaje crítico y bastante lúcido de sus doctrinas, a la luz de la Escritura y de la teología evangélica.

LUIS SANTAMARÍA DEL RÍO
Recensión publicada en Diálogo Ecuménico 128 (2005) 567-569.

11 comentarios

  
Asombro
Pero la IC ¿no es una secta? Yo veo muchas connotaciones de secta, y la prueba la tengo cada vez que entro en esta pagina web
23/11/09 11:33 AM
  
Luis López
Asombro, que la Iglesia es una secta no es que sea una falsedad, es que -sobre todo- es una estupidez monumental. Y un insulto a la inteligencia. ¿Me está Vd. diciendo que yo, como católico que frecuenta los sacramentos, estoy dentro de una secta? ¿Me está diciendo que mil millones de católicos viven en una secta?

Precisamente si Vd. entra dentro de esta página web se dará cuenta de que si algo existe aquí es la libertad para opinar, criticar y -a veces- para ponernos verdes (es un decir) aun entre los mismos católicos.

No diga, en fin, tonterías, y lea Gálatas 5,1, que expresa exactamente lo que siento desde mi conversión: libertad en Cristo: "Cristo nos libertó para gozar de la libertad; permaneced, pues firmes, y no os sujetéis de nuevio al yugo de la esclavitud"
23/11/09 6:20 PM
  
Asombro
Bueno, no se ponga asi, no he dicho que la IC sea una secta destructiva, solo que es una secta. ¡Si es lo que dicen oficialmente ustedes incluso de las escuelas budistas, como la del Dalai Lama! ¿No les gusta que les digan eso? ¿Porque, entonces, lo hacen con otros? No juzgueis y no sereis juzgados. Creo que sabe de donde sale eso.

Un saludo
23/11/09 6:53 PM
  
Tulkas
Asombro:

De sobra sabes que algunas palabras quedan malditas por los significados que les atribuímos.

Por ejemplo: yo nunca diría que pareces un "idiota" por el nivel intelectual de algunos de tus comentarios, no lo diría porque "idiota", que originalmente significaba simplemente persona de pocas luces y en elcontexto médico significaba retraso mental ligero, ha pasado a ser un insulto con el uso.

Si quieres decir que la Iglesia Católica es una secta en el sentido etimológico, dilo con sinónimo, no sea que pensemos que eres "persona de pocas luces".
23/11/09 10:06 PM
  
Tulkas
Los testigos de Jehová, los Adventistas del séptimo día y los Mormones son lo más granado del PROTESTANTISMO ESTADOUNIDENSE.

No sé por qué se avergüenzan de los hijos que han engendrado.
23/11/09 10:09 PM
  
Asombro
Señor Tulkas, ¿eso se lo enseñan en su secta o lo aprende usted solito?
23/11/09 10:09 PM
  
Asombro
¡Cielos! Me referia al anterior post, se me ha colado por enmedio.
23/11/09 10:10 PM
  
Tulkas
Mira, chico (o chica), cómo lo aprenda no te interesa mucho.

Y ciertamente, a mí tampoco me interesa nada LO MUCHO QUE TE QUEDA POR APRENDER.
23/11/09 11:25 PM
  
RICHARD PARAGUAY
Asombro

No vas a conseguir aquí lo que queres, perdes tu tiempo tratando de cizañear, esta web es muy bendecida y es de muy buena gente.

Tus comentarios son una gota en el océano, pasan desapercibidos, pero por buena onda nomas te digo, que te dediques a algo mas productivo, como tirar una piedra a un avispero, quizá ahí recién consigas tu objetivo..

BENDICIONES!!
29/11/09 3:34 AM
  
Alberto Garrido
Secta significa "parte de un todo", es una pena que ustedes discutan y se hieran teniendo el mismo libro sagrado "El nuevo testamento" cuyas enseñanzas reveló Cristo - Jesus. Todos ustedes son Cristianos deberia Amarse entre ustedes y demostrar que el Cristianismo puede unir a la Humanidad.
09/03/10 7:45 PM
  
komandos
Esto es una verguenza. Los cristianos siguen en su obra descarada de demolicion del budismo escriviendo estupideces sin ningun fundamento. Todos los que atacan a el budismo lo hacen desde el punto de vista de la ignorancia
14/08/10 4:08 AM

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