Ecumenismo con protestantes: quizás es hora de decir que el rey está desnudo
Al escribir sobre el ecumenismo, y más concretamente sobre el ecumenismo con el protestantismo, quiero empezar declarando que me atengo y me atendré a todo lo que el magisterio vivo de la Iglesia Católica diga hoy y en el futuro. Por tanto, si algo de lo que pienso decir es contrario al parecer de la Iglesia, téngase como no dicho o retirado nada más decirse.
En el decreto Unitatis Redintegratio sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II leemos el fin último del verdadero ecumenismo:
"… para que poco a poco por esta vía, superados todos los obstáculos que impiden la perfecta comunión eclesiástica, todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad de la una y única Iglesia, a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio, y que creemos subsiste indefectible en la Iglesia católica de los siglos."
Pues bien, no me andaré con rodeos: olvidémonos de que tal cosa ocurrirá con el cristianismo protestante.