21.10.08

La batasunización de la sociedad española ante el aborto

El Semanario Alba recoge el testimonio de una mujer que abortó voluntariamente a su hijo. Cristina es su nombre y nos explica cómo ocurrió todo:

No me dieron tiempo para pensármelo“, señaló la madre y recordó que le administraron un fármaco abortivo. “Dos horas más tarde, fue entonces cuando noté que mi bebé empezaba a dar patadas con sus piernecitas y sus bracitos. No fue un segundo, sino un buen rato. Me sentí una asesina, pero yo en el fondo no quería estar ahí; nadie me ayudó“.

Ahora Cristina se arrepiente y lamenta lo ocurrido. Y tiene una depresión bastante severa. Pero el niño está muerto. No puede tener ni depresión ni nada. No le dejaron. La gracia de Dios perdona a Cristina. Si por un casual ella leyera este post, la animo a confiar enteramente en la misericordia divina. No escribo estas líneas para condenarla y de hecho, es de agradecer que haya tenido el valor de dar su testimonio. Quizás pueda salvar la vida de otros niños. El mal que hacemos no tiene remedio pero desde el arrepentimiento sincero podemos hacer mucho bien. San Pablo predicaba la necesidad de las obras dignas de arrepentimiento. Y salir en un medio de comunicación tras haber abortado para señalar con el dedo acusador al crimen del aborto es una buena obra.

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20.10.08

Además de brujas, incendiarias

Cuando Juan Manuel de Prada escribió su magistral artículo “Brujas on the waves”, probablemente no sabía que las pro-abortistas valencianas, además de brujas son incendiarias. En el aquelarre abortista que organizaron para recibir al barco de la muerte, esas hijas de las tinieblas, probablemente acompañadas por algún nigromante, repartieron cajas de cerillas donde aparecía el lema “La única iglesia que ilumina es la que arde".

Su odio hacia la Iglesia nace del hecho de que los cristianos somos la única barrera contra el ímpetu victorioso de las hordas de la cultura de la muerte. Y no quieren obstáculo alguno que pueda impedir, o siquiera detener temporalmente, su avance. Atila era una ursulina misericordiosa comparado con esas hechiceras promotoras del asesinato uterino. Por donde ellas pasan la vida desaparece y sólo queda el hedor de sus almas putrefactas, que espantaría hasta al cerdo más dado a revolcarse en desechos orgánicos.

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18.10.08

Más sobre el desplome de vocaciones en la diócesis de San Sebastián

En mi análisis de las declaraciones de monseñor Uriarte sobre el descenso de las vocaciones en su diócesis, ayer me centré en aquello que el obispo -en un gesto que, aunque tardío, habla bien de él- había señalado como causas del desastre. No cabe duda de que cuando una generación entera se entrega a la idolatría, sea esta del tipo que sea, es complicado sacar de ella un remanente de jóvenes que sientan el llamado de Dios. Ahora bien, mucho me temo que el componente nacionalista no es el único que puede explicar lo que está ocurriendo.

Me explico. La Iglesia ha sobrevivido siempre a todo tipo de papas, obispos, sacerdotes y religiosos entregados al nepotismo, la simonía y, como decía uno de mis tíos-abuelos, “la caza, el vino y las mujeres". No es que esos escándalos no afectaran a la imagen y credibilidad de la Iglesia. Negar tal cosa es tapar el sol con un dedo. De hecho, recientemente hemos comprobado el grave daño causado por los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes. Ahora bien, la doctrina de la Iglesia siempre se ha mantenido igual en lo fundamental. Es decir, ni el peor de los papas, ni el más golfo de los obispos, osó nunca llamar bien a lo que era mal. Al pecado siempre se le llamó pecado, por mucho que parte de los pastores y de los fieles vivieran en el mismo.

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17.10.08

Estrenamos chat

Como habréis podido comprobar al entrar en la página principal de Religión en Libertad, hemos habilitado un chat para nuestros lectores. Aparte de que puede ser un buen instrumento para que la gente comente las noticias, artículos de opinión y posts de nuestros bloggers, nuestra idea es organizar de vez en cuando eventos de chat con los que formamos parte de este proyecto. Así los lectores de los blogs podrán charlar en directo con los bloggers. Por ejemplo, yo mismo estaré hoy en el chat a partir de las 22:30h, hora peninsular.

El software del chat es más bien limitado, pero si la cosa chuta, implementaremos algo más profesional para poder hacer las cosas como Dios manda.

Pues eso, nos vemos luego si queréis,

Luis Fernando

¿Y bien, monseñor Uriarte? ¿ahora qué?

En la diócesis “pastoreada” -es un decir- por monseñor Setién, el emérito que más manda de los eméritos españoles, y monseñor Uriarte, se ha logrado el hito de pasar de unos 450 seminaristas hace medio siglo a la impresionante cifra de cero patatero en este año. En Bilbao y Vitoria, con tres y un seminarista respectivamente, no están mucho mejor. En otras palabras, la iglesia en el País Vasco se muere, pues como bien dijo san Ignacio de Antioquía, de quien hoy recordamos y celebramos su martirio, “todos respeten a los diáconos como a Jesucristo, tal como deben respetar al obispo como tipo que es del Padre y a los presbíteros como concilio de Dios y como colegio de los apóstoles. Aparte de ellos no hay ni aun el nombre de iglesia” (Ep. a los Trallianos,III). Es cuestión de tiempo que las diócesis vascos se queden sin curas “nativos". Por supuesto, la Iglesia se las arreglará para enviar sacerdotes procedentes de otros lugares, mayormente de Hispanoamérica, pero eso no deja de ser un intento de tapar con un dedo eclesial el sol negro del catolicismo vasco.

Dice el todavía obispo de San Sebastián que la causa de ese dramático desplome de las vocaciones sacerdotales está en la radicalización política y nacionalista de la juventud vasca. Esa juventud “ha transferido a los valores patrios la devoción absoluta que sólo Dios merece". Oiga, don Juan María, ha dado usted en el centro de la diana. El problema está en el nacionalismo, que cuando se manifiesta de forma descontrolada, es idolatría pura y dura, incompatible con la condición cristiana. Cuando el espíritu pre-nazi y racista de Sabino Arana sustituyó al Espíritu Santo como referencia de su pueblo, el destino del catolicismo vasco quedó sellado. Hoy recogen lo que han sembrado. No debemos de extrañarnos por ello. La sociedad vasca, salvo una minoría cada vez más pequeña, está enferma. Pero las iglesias locales de allá son en buena parte responsables de lo ocurrido.

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