27.09.10

La eternidad es muy larga como para pasarla en el infierno

Sí, he dicho infierno. Palabra que parece proscrita del lenguaje cristiano en las últimas décadas. Quizás porque antes estuvo demasiado presente en predicaciones donde se aludía más a la atrición que a la gracia santificadora y a la buena nueva de la salvación en Cristo.

Creo sinceramente que es necesario hablar tanto de las bondades que nos ofrece Dios, de la eternidad a su lado que espera a quienes lo dejan todo en brazos de Cristo, como del espantoso destino que espera a los que no creen en Él o, creyendo, viven como si no les importara lo más mínimo cumplir su voluntad. Y la misma se resume en dos mandamientos: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

Benedicto XVI dijo ayer las cosas bien claras aprovechando la parábola del joven rico y el pobre Lázaro. Dijo el Papa que “mientras estemos en este mundo, debemos escuchar al Señor que habla mediante las Sagradas Escrituras y vivir según su voluntad, de otra manera, tras la muerte será demasiado tarde para arrepentirse“.

Ya dijo el autor de la epístola a los Hebreos que “a los hombres les está establecido morir una vez, y después de esto el juicio” (Heb 9,27) y ya dijo Cristo que “llega la hora en que cuantos están en los sepulcros oirán su voz y saldrán: los que han obrado el bien, para la resurrección de la vida, y los que han obrado el mal, para la resurrección del juicio” (Jn 5,28-29).

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26.09.10

¿De qué vale la autoridad si no se ejerce?

En un artículo cuya lectura recomiendo, el P. Guillermo Juan Morado aborda la pregunta de si existe o no una autoridad doctrinal en la Iglesia. Días atrás, el P. José María Iraburu publicó en la sección de Opinión otro artículo que ayuda a poner las cosas en su sitio en relación al papel del magisterio -concretamente el del último concilio ecuménico- y la actitud que han de mantener los fieles respecto al mismo.

Dice el P. Juan Morado:

El problema radica, más bien, en que, por la “izquierda” y no menos venenosamente por la “derecha", se tiende a impugnar, a reducir, a limitar hasta la insignificancia la enseñanza del magisterio eclesiástico. Al final, es magisterio lo que a mí me gusta. Lo que no, no lo es.

Y añade:

Sin fe católica no se puede aceptar la función del magisterio de la Iglesia.

Y escribió el P. Iraburu:

… digámosle al cristiano que en algún punto de la enseñanza del Vaticano II no alcanza a ver su posible conciliación con anteriores enseñanzas de la misma Iglesia: “Primero de todo, usted afirme, confirme y firme todo lo que la Iglesia enseña. Y trate después de ayudar el acto intelectual de su razón-fe, pidiendo luz a Dios y discurriendo como pueda, para lograr la conciliación de dos enseñanzas que ahora se le muestran como contradictorias. Si con el favor de Dios usted solo o con ayudas de otros llega a hacerse posible ese acto de la mente, perfecto. Si no, tendrá que suspender el juicio, prohibiéndose pensar en ese tema, porque ya ve usted que no es capaz de pensar sobre esa cuestión según la enseñanza de la Iglesia. Está claro que usted no debe consentir en ningún pensamiento que niegue o ponga en duda la ortodoxia de una enseñanza unánimemente acordada en un Concilio. Y menos aún debe negar en público su veracidad".

Además, como se encarga de recordar el P. Guillermo:

El Magisterio, en ocasiones, es infalible. Pero no sólo es Magisterio auténtico cuando es infalible. También es auténtico el Magisterio ordinario no infalible, cuya finalidad es guiar hacia la comprensión de los misterios de la salvación y la de indicar los medios para aplicar vitalmente el mensaje de la fe.

Lo cual no hace sino recordarnos lo que ya enseñó el Concilio Vaticano II:

Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo. (LG 25)

Efectivamente, la teoría es clara y fácil de entender. Cualquier católico debe de conformar al magisterio de la Iglesia su conciencia y su opinión sobre cuestiones doctrinales y morales. No es necesario decir que si el católico es además presbítero, teólogo o religioso, su deber de ajustarse a lo que enseña la Iglesia es si cabe más necesario. Y así es, creo yo, en la mayor parte de los casos, salvo quizás en algunas órdenes religiosas. El hecho de que los teólogos y sacerdotes disidentes tengan más repercusión mediática no significa que sean mayoría. Pero eso no resta gravedad a su acción contraria al bien común de los fieles.

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25.09.10

Los medios no han captado bien lo que ha dicho Rowan Williams

Si uno lee la mayoría de los medios de comunicación, parecería que el primado anglicano, Rowan Williams, aprueba las ordenaciones de obispos abiertamente homosexuales habidas en la comunión anglicana en los últimos meses. Unas ordenaciones que han puesto a dicha comunión eclesial al borde de la ruptura.

Lo cierto es que Rowan Williams ha dicho que no hay mayor problema en ordenar obispos homosexuales, siempre que éstos guarden el celibato. O sea, algo así como “ustedes tengan la tendencia sexual que quieran pero no la practiquen". La razón que aduce no deja de ser curiosa viniendo de quien viene. Que don Rowan hable de “los estándares tradicionales e históricos” cuando su comunión eclesial lleva décadas huyendo como alma que lleva el diablo de dichos estándares, es algo así como si Küng empezara a defender de repente la vigencia del concilio de Trento.

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24.09.10

La censura de Moncloa hace más grandes a HO y DAV

Quizás muchos españoles lo hayan olvidado, pero algunos todavía recordamos cuando Zapatero hizo del “talante” una especie de lei motiv de su acción política. El término talante es neutro pero lo que ZP pretendía transmitir es que se diferenciaría de los políticos que imponen sus ideas con altanería, sin darle valor al diálogo ni buscando el consenso. Seis años más tarde ya sabemos que para Zapatero el talante va siempre acompañado del adjetivo sectario. Lo cual, dicho sea de paso, tampoco tiene nada de particular en alguien cuya ideología se enmarca dentro del ámbito de la extrema izquierda en todo lo relacionado con los principios y valores por los que se ha de regir la sociedad.

Una de los últimos ejemplos de la verdadera naturaleza del zapaterismo está en la exclusión de HazteOir y Derecho a Vivir del twiter de La Moncloa. A mis lectores no españoles les explico que La Moncloa es a España lo que la Casa Blanca a EEUU o la Casa Rosada a Argentina. Es decir, la residencia del presidente del gobierno. Acá tenemos también la Zarzuela, que es el palacio donde reside el Rey y Jefe de Estado, pero en nuestro sistema político el monarca no gobierna.

Como quiera que Elentir ha demostrado que las excusas del gobierno para excluir a HO y DAV de la cuenta de twitter de la Moncloa son falsas, sólo nos queda la opción de que dicha exclusión es de orden ideológico. A Zapatero y los suyos les molesta, y mucho, la creciente importancia del papel que determinados movimientos civiles están jugando en nuestra sociedad.

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22.09.10

Análisis del viaje del Papa al Reino Unido

Aunque sea un poco tarde, no puedo dejar pasar el análisis del reciente viaje del Papa Benedicto XVI a Gran Bretaña. No creo que baste con decir que ha sido un éxito, cosa bastante evidente incluso a los ojos de los enemigos del papado y del catolicismo. Hay un factor que va más allá del éxito temporal de un viaje papal y que consiste en saber qué frutos deja de cara al futuro. Aún es pronto para averiguarlo, pero de momento lo que sí se aprecia es que los medios de comunicación británicos, especialmente anticatólicos por razones que no hace falta explicar, se han rendido a la bondad del “anciano” alemán que ocupa la Cátedra de San Pedro. Que no es poco.

Sus discursos y homilías han seguido la línea de lo que es más característico del actual pontificado. Van en una doble línea. A saber, un mensaje hacia el exterior de la Iglesia en la que se advierte al mundo de la necesidad de que el ámbito de lo religioso no sea dejado a un lado de cara al devenir de la sociedad. En Occidente el cristianismo en general y el catolicismo en particular empieza a ser una especie de elemento exógeno, que molesta a la hora de configurar los valores de la sociedad. Como quiera que lo que se ofrece a cambio es una ética y una moral sin otra base que un consenso de mínimos marcado por una izquierda anticlerical y una derecha sin principios, y que además puede variar según las modas del momento, es evidente que estamos ante un monstruo con pies de barro que, como ocurrió en el siglo pasado, puede volver a ser barrido y aniquilado en cuanto surjan nuevas formas de totalitarismos ajenas al ethos cristiano en el que nuestros antepasados nacieron, vivieron y murieron.

Por otra parte, el Papa habla a la Iglesia para pedir a los fieles un compromiso real con su fe de forma que el mundo note que son católicos y no elementos decorativos más del sistema. También ha hablado el Santo Padre para reconocer los errores del pasado más reciente y para recordar que sólo la santidad nos puede librar de un destino que hoy aparenta ser cuanto menos incierto y peligroso.

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