Lo que va de Dilma a Bibiana
“Personalmente, soy de una familia católica. Estoy y siempre he estado a favor de la vida", dice una. “El Gobierno no puede compartir la afirmación de que la interrupción del embarazo sea la eliminación de la vida de un ser humano", dice la otra. Las dos son mujeres, las dos son de izquierda. La primera puede ser presidenta de Brasil. La segunda es un ejemplo de cómo cualquiera, sin capacitación o con ella, puede llegar a ser ministro o ministra en este país.
A Dilma Rousseff no le acaban de creer los cristianos brasileños. Por más que lleve días intentando presentarse como una entusiasta provida, existen vídeos en los que se la ve abogando por la despenalización del aborto. Por tanto, la peña anda con la mosca tras la oreja pensando que su defensa actual de la vida es una mera pose electoral. Así que, una de dos. O dice públicamente que entonces estaba equivocada, que ahora ve la luz y que se compromete expresamente a no favorecer legislativamente el aborto, o va a ser complicado que convenza a los millones de católicos practicantes y evangélicos brasileños que, loado sea el Señor, tienen muy en cuenta ese asunto a la hora de votar. O sea, exactamente lo contrario de lo que ocurre en España, donde la inmensa mayoría del personal pasa del aborto cuando tiene que depositar la papeleta en la urna.