Divorciados vueltos a casar: lo que está en juego es su salvación
El diario El Mundo publica hoy en su edición digital -y supongo que en la de papel- una entrevista de José Manuel Vidal al cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo de la Familia. Aunque el titular de la misma señala a las declaraciones del purpurado sobre el comportamiento homosexual, que lógicamente son las mismas que haría cualquier otro obispo católico porque la enseñanza de la Iglesia es la que es, lo que más me llama la atención es la siguiente pregunta de Vidal:
- ¿Cómo se explica el que los divorciados vueltos a casar no puedan comulgar, en cambio un homicida que se arrepiente, sí?
Sí, lo han leído bien. No me lo invento. Y por el amor de Dios, no me pregunten cómo se explica que un periodista experto en información religiosa haga esa pregunta a un cardenal católico.
Analicemos bien la cuestión. Por un lado, se pone en un lado de la balanza a miles y miles de fieles, por no decir millones, que no pueden comulgar por divorciase y volverse a casar, y en el otro a asesinos. ¿Pensaría el periodista que el cardenal se vería tentado de dar una respuesta políticamente correcta en plan “tendremos que pensar lo de los divorciados"?
El caso es que en la propia pregunta va la respuesta. Si el asesino se ha arrepentido, ¿qué puede impedir que comulgue? ¿acaso el asesinato forma parte de los pecados que no pueden ser perdonados en un confesionario?