11.07.13

Mons. Reig Pla y los partidos políticos

El actual obispo de Alcalá de Henares ha puesto sobre la mesa una cuestión que un número indeterminado pero importante de fieles han denunciado desde hace unos cuantos años:

- En España no existe un partido político que defienda la vida. ¿Cómo pueden defenderse políticamente los católicos? ¿Mediante la abstención?

Ahora mismo en el Parlamento español no hay ningún partido político que defienda en su integridad la doctrina de la Iglesia Católica sobre bienes tan esenciales como la vida humana, el valor del matrimonio, el gran bien social de la familia, la auténtica libertad de enseñanza, la justicia social y la solidaridad para con los más empobrecidos. Estos bienes que son innegociables tienen que orientar el voto católico. No es suficiente aceptar el mal menor que nos ha traído en los últimos años tantas leyes inicuas. Los católicos deben de ser conscientes de su responsabilidad en la política y de lo que se juega en las votaciones y en la participación en las instituciones de la vida social.

Si se fijan ustedes, le preguntan por los partidos políticos en general y el obispo habla solo de los presentes en el parlamento español. Aunque no lo dice expresamente, don Juan Antonio sabe que sí hay partidos que asumen, al menos en teoría, la dotrina social de la Iglesia en esas materias tan importantes. Pero la mayor parte de los españoles, católicos practicantes incluidos, desconocen que existan o los consideran como algo exótico, quizás extremista.

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James Alison, la homosexualidad, el pueblo y la jerarquía

El director de Religión Digital ha entrevistado a James Alison, sacerdote vago (*), ex-dominico, al que presentan como “el sacerdote católico que trata de buscar desde la teología salidas a todo tipo de amor, incluido el amor gay“. Habrá que estar atentos al día en que busque una salida teológica a la poligamia -aunque ya la encontró Lutero para Felipe Hesse-, pero de momento está centrado en el tema de las relaciones homosexuales.

Dado que la entrevista es larga, me fijo solo en un par de preguntas y sus respuestas:

- La Iglesia protestante alemana acaba de firmar un documento en el que reconoce que existen formas diferentes de familia. ¿Crees que es un ejemplo de que comienza a haber ciertos cambios en ese sentido?

-Sí, la Iglesia protestante ha reconocido la homosexualidad de manera explícita, y en la Iglesia católica también ha habido cambios ya. La cuestión gay no creo que sea algo sumamente difícil de aceptar por los fieles católicos, sino por el estamento clerical católico. Por lo que se ha visto en sondeos realizados a nivel mundial, en los países de mayoría católica el porcentaje de población católica que percibe con buenos ojos la normalidad de sus amigos o parientes gays es hasta mayor que el promedio de la sociedad.

Conviene recordar que la iglesia luterana “oficial” está infectada de liberalismo teológico. No representa, ni de lejos, al protestante evangélico medio que hay en el mundo. El protestantismo liberal va camino de la desaparición “biológica”, aunque es probable que sobreviva todavía un par de generaciones. El único protestantismo que crece es el evangélico conservador.

La cuestión importante es lo que piensa esa población católica de la que habla Alison. No está claro si se refiere a los bautizados y practicantes o a los bautizados que han dejado a un lado la fe o la misma sirve solo para dar un cierto barniz a su indentidad como persona y ciudadano. O sea, lo que se conoce como catolicismo “social", que tiene de catolicismo genuino más bien poco.

El caso es que Alison separa a la población católica del estamento clerical. En la siguiente pregunta-respuesta ahonda en su tesis:

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10.07.13

El cardenal O'Malley ha tomado una decisión muy primaveral

El cardenal y arzobispo de Boston, Sean O’Malley, ha decidido que las parroquias de su archidiócesis no están para que los agentes de secularización interna de la Iglesia hagan propaganda de sus heterodoxias. Enterado de que el líder de la «Pfarrer-Initiative» tenía pensado pasar por Boston, ha dado una orden clara: “El padre Helmut Schüller defiende posiciones contrarias a las enseñanzas de la Iglesia católica y, por lo tanto, no puede hablar en ninguna parroquia de la diócesis“.

Como cabía esperar, toda la morralla progre-eclesial de los EE.UU ha puesto el grito en el cielo. Dicen que el cardenal debería “animar a que se debatiera fondo en todos los sitios y comunidades el futuro de nuestra misión eclesial“. Y añaden que “este intento de vetar el debate ocasiona un enorme daño al cuerpo de Cristo, el Pueblo de Dios, que, gracias al bautismo, se encuentra habilitado para participar en la edificación de la Iglesia“.

En realidad lo que plantean es que la Iglesia debe dejar paso en su seno a la libertad de opinión. Y ciertamente es necesaria. Incluso antes del Concilio Vaticano II, el papa Pío XII dijo esto (negritas mías):

Nos querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). Se extrañarán de esto solamente quienes no conocen a la Iglesia o quienes la conocen mal. Porque la Iglesia, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase; falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles.

La cuestión no es si hay o no hay opinión pública dentro de la Iglesia. La cuestión es que hay materias que no pueden ser objeto de discusión porque pertenecen al depósito de la fe. Y el que no entiende eso, tiene un problema. El libre examen no forma parte de la fe católica. Es protestantismo puro y duro. La Iglesia Católica no es como la comunión anglicana o el luteranismo liberal, que cambian de doctrina según sopla el viento.

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8.07.13

¿A qué espera la Iglesia para secularizar a esa monja?

En octubre del año 2009, el cardenal Rodé, por entonces Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, envió una carta a la abadesa del monasterio benedictino de San Benet de Montserrat, en la que le pedía que exigiera a Sor Teresa Forcades que manifestara públicamente su adhesión a los principios doctrinales de la Iglesia. La razón era que, en relación al aborto, la religiosa había abogabado por el “derecho a decidir” de la madre -a decidir matar al hijo no nacido, se entiende- y se mostraba favorable a la distribución de la píldora abortiva.

La monja respondió a través de la revista Foc Nou. En su declaración la religiosa benedictina afirmaba que la función magisterial de la Iglesia, “tiene que ser respetada por todos los bautizados católicos y de manera particular por todos los teólogos católicos, pero este respeto no excluye la manifestación pública de hipótesis razonables que puedan hacer avanzar el magisterio eclesial“. Ahondando en sus argumentos, sor Teresa Forcades aseguraba que “ningún católico -sea o no teólogo- tiene por qué tener miedo de expresar de forma pública dudas razonables en relación a un punto doctrinal, con la paz y la libertad de los hijos de Dios, como aquel que se siente y encuentra en familia, sin temer ser denunciado o descalificado“. El resto de su respuesta puede ser leído en el siguiente enlace.

Desde ese año hasta hoy, sor Teresa Forcades ha vuelto a manifestarse de forma constante contra el magisterio de la Iglesia en el tema del aborto y del “matrimonio” homosexual. También es conocida por haberse identificado con la Candidatura d’Unitat Popular, opción política catalana que aboga por el secesionismo y, últimamente, por encabezar junto con Arcadi Oliveres el movimiento “Procés Constituent”, igualmente secesionista.

Ahora, bien, hasta ahora no se había atrevido a sugerir que la Iglesia le apoyaba en sus andanzas políticas. Sin embargo, Europa Press ha informado de que la religiosa había consultado con el arzobispado de Barcelona acerca de sus actividades en ese movimiento sin que le hubieran puesto impedimento alguno. La archidiócesis de Barcelona ha emitido hoy un comunicado desmintiendo tal consulta.

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7.07.13

No le parece mal ser madre sin casarse

Una periodista y un portero de fútbol españoles están esperando su primer hijo. Bonita noticia, sin duda. Un nuevo ser está ya en este mundo, esperando a crecer cómodamente en el seno de su madre hasta que llegue el día en que pueda ver la luz. El caso es que tanto su madre como su padre llevan viviendo unos cuantos años juntos pero han decidido que eso de casarse no va, al menos por ahora, con ellos.

Según se puede leer en un periódico de difusión nacional en España, la periodista llevaba un tiempo comentando a su círculo más cercano que no le parecía mal la idea de ser madre sin estar casada: “Esta de moda en la sociedad de hoy en día tener hijos sin que las parejas estén previamente casadas“, afirma.

Y ciertamente, en esta sociedad paganizada y apóstata, que ha renunciado mayoritariamente a las raíces cristianas de sus antepasados -y no me refiero a los de hace varias generaciones sino incluso a los que todavía viven-, lo de tener hijos sin casarse es “lo más normal del mundo“.

Algunos, mayormente católicos, pensamos que es cosa buena que los niños nazcan en familias asentadas, con unos padres unidos con la sana intención de no separarse hasta que la muerte les separe. Lo creemos porque nuestro Señor Jesucristo reveló que esa, y no otra, es la voluntad de Dios. Y además, es evidente que la estabilidad es buena para la salud psicológica de los pequeños, que son siempre las únicas víctimas realmente inocentes en caso de separación de sus progenitores. Con esto no digo que dichos progenitores, sea uno o el otro, no lleguen a ser víctimas igual de inocentes. Al fin y al cabo, la ley de divorcio en España no es otra cosa que una ley de repudio, en la cual uno de los cónyuges puede decidir dejar al otro simplemente porque le da la gana.

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