18.06.15

Al portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile

Acaba de producirse la renuncia del presbítero chileno Rodrigo Tupper (foto). Siendo que él no ha dado demasiadas explicaciones sobre su decisión, es preferible evidentemente no especular sobre las mismas. Ni ha sido ni será el primer y último sacerdote que hace lo mismo. Pediremos a Dios por el presente y el futuro de nuestro hermano. Dios lo guarde siempre en su misericordia y lo lleve a la vida eterna.

Lo verdaderamente llamativo de este caso son las declaraciones del portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile, D. Jaime Coiro, diácono permanente y periodista. Dice:

«Probablemente se fue abriendo este discernimiento mayor, donde puso en la reflexión su vocación, que es lo más profundo, cuál es el lugar donde le toca servir ahora, y tomó esta decisión, que puede ser impactante y quizás conmovedora».

Y

También afirmó que está cambiando el modo en que la Iglesia aborda este tipo de hechos(la renuncia de un sacerdote), ya que «hace algunas décadas, que un sacerdote dejara el ministerio era una verdadera tragedia, un terremoto, era un tema que no se hablaba y incluso se ocultaba».

A ver si lo entiendo. Hace décadas que un sacerdote dejara el ministerio era una verdadera tragedia… y ahora, ¿qué es?, ¿motivo de gozo y de alegría? ¿Organizamos un Te Deum?, ¿salimos en procesión para dar gracias a Dios? ¿Ya no cuenta mucho eso de comprometerse a servir al Señor por toda la vida como sacerdote? ¿Quizás lo lógico es que los sacerdotes decidan cambiar de profesión al cabo de un tiempo? ¿Debemos los fieles dar por normal que pasen estas cosas? ¿No habíamos quedado en que “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Rom 11,9)?… La archidiócesis de Santiago le agradece los servicios prestados -como cuando se despide a un entrenador de fútbol- y pide oraciones por él. Y el portavoz de los obispos chilenos poco menos que demuestra entusiasmo ante lo ocurrido.

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17.06.15

Silvano, desde Athos (VII)

Retomo los posts con la selección de textos de la obra de Silvano (s. XX), un monje del Monte Athos, el centro de espiritualidad monástica ortodoxa más importante del mundo:

Heme aquí, entristecido porque no soy humilde. El Señor no me da la fuerza para crecer espiritualmente y mi espíritu impotente se apaga como una débil luz. Al contrario, el espíritu de los santos, era como un incendio, y no se apagaba con el viento de las tentaciones, sino que quemaba aún más. Por amor a Cristo, soportaron toda aflicción en la tierra; no se dejaron espantar por los sufrimientos y, en eso, glorificaron al Señor y el Señor los amó y los glorificó, y les dio el Reino eterno, en comunión con Él. 

Todavía hoy hay monjes que experimentan el amor de Dios y tienden, día y noche, hacia Él. Ellos socorren al mundo con su continua oración e incluso con su palabra escrita. Pero la preocupación de la salvación de las almas reposa sobre todo en los pastores de la Iglesia, que llevan en sí una tal gracia que nosotros nos maravillaríamos si pudiésemos ver una belleza semejante. Pero el Señor la oculta para que sus servidores no se enorgullezcan, sino que permanezcan humildes y se salven. 

Los hombres no saben nada de este misterio; pero San Juan el Teólogo dice claramente: “Seremos semejantes a Él". Y eso no será solamente después de la muerte, sino desde ahora, porque el Señor ha enviado su Espíritu a la tierra y Él está presente en nuestra Iglesia. 

Algunos dicen que los monjes deben servir al mundo para no comer su pan sin ganarlo. Pero sería necesario saber en qué consiste este servicio del monje, cómo debe ayudar al mundo. Ahora bien, el monje ora con lágrimas por el mundo entero y en esto consiste su obra principal. ¿Y qué lo empuja a orar y llorar por el mundo entero? Jesús, el Hijo de Dios, da al monje, en el Espíritu Santo: el amor -y su alma siente una continua angustia por los hombres, porque muchos no buscan la salvación de su alma. 

No deseo otra cosa que orar por los otros como lo hago por mí mismo. Orar por los hombres quiere decir: dar la sangre de su propio corazón. 

El alma que ora por el mundo sabe cuanto sufre y cuales son las necesidades de los hombres. La oración purifica el espíritu de tal suerte que el espíritu ve todo de una forma más clara, como si conociera al mundo por los periódicos. 

El Señor dice: “Aquel que peca es esclavo de su pecado". Se debe orar mucho para librarse de una tal servidumbre. Nosotros pensamos que la verdadera libertad consiste en amar a Dios y al prójimo con todo el corazón. La perfecta libertad es la habitación continua en Dios. 

Quien es perfecto no habla de sí sino que dice solamente lo que le enseña el Espíritu. 

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13.06.15

Di no a las soluciones falsas que ocultan la obra del Espíritu Santo

Todos somos pecadores. Desde el más santo que peregrina hoy por este valle de lágrimas hasta el más repelente de los delincuentes. Entre los pecadores, los hay que viven tranquilamente con ese fardo sobre la espalda -por eso es tan fundamental predicar el evangelio y hacer prosélitos de Cristo-, y los hay que saben que deben librarse del mismo. Estos últimos entienden que la Escritura no miente cuando afirma que “sin santidad, nadie vera a Dios (Heb 12,14).

Entre los que quieren librarse de sus pecados y crecer en santidad, los hay también de diversa índole. No pocos, seguramente demasiados, creen que tal cosa es pueden lograr si se esfuerzan en ello. Sí, creen que Dios les ayuda, pero finalmente piensan que el éxito de semejante tarea depende esencialmente de su propia voluntad, de tal manera que el Espíritu Santo es a lo sumo un facilitador de la tarea, pero no el principal actor de la misma. Suelen ser buenos cristianos, en el sentido de que buscan cumplir la voluntad de Dios, pero sufren una cojera espiritual importante de la que es necesario librarse.

Los hay, más bien pocos, que llegan a la desesperación ante la imposibilidad de alcanzar un grado de santidad que crean más o menos compatible con la salvación. Y entonces, caen en un doble error. O se entregan en manos de la herejía de Lutero, que convirtió la fe y la gracia en una especie de sello legal que salva al que se lo pone, pero le deja más o menos igual de pecador que antes; o se entregan a una indiferencia estéril, por la cual acaban dejando de luchar contra todo lo que les aleja de Dios.

Y luego los hay que, como San Pablo, reconocen su incapacidad carnal de cumplir la voluntad de Dios pero saben que andando en el Espíritu Santo, aprenden a liberarse del viejo Adán para ser recreados a imagen y semejanza del segundo Adán, que es Cristo. Saben que es Dios quien produce en ellos tanto el querer ser santos como el serlo. De tal manera que el éxito de semejante obra de salvación depende primera y esencialmente de Dios, aunque desde luego no son meros espectadores pasivos de la misma. Gran don es que Dios nos haga coprotagonistas de su obra en nosotros, pero sepamos siempre que es Él el autor de nuestra salvación.

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7.06.15

Breves reflexiones (V)

No hay cosa que agrade más a Satanás que una Iglesia que renuncia a evangelizar para que no la acusen de proselitismo.

¿Por qué llaman misioneros a quienes son “evangelizados” por los paganos y renuncian a predicar el evangelio y bautizar bajo la excusa del respeto a los pueblos?

Quien se deja deslumbrar y atrapar por el incienso de las religiones paganas orientales es que ha cerrado los ojos a la luz de Cristo.

¿Cómo vamos a tener el mismo Dios aquellos que llamamos a Dios Padre y aquellos que niegan la paternidad divina?

¿Todavía no hemos entendido que Satanás no busca que dialoguemos con él para alcanzar acuerdos, sino que solo quiere y se conforma con nuestra capitulación y derrota?

El que pretende que los deseos y los aplausos del mundo son la voluntad del Espíritu Santo se convierte en blasfemo y ciego guía de ciegos.

Es preferible la sana doctrina del fariseo hipócrita que el veneno herético del saduceo que se prostituye con el César.

No hay misericordia alguna en impedir la amputación de un miembro gangrenado. Menos la hay en ocultar la gangrena del alma corrompida por graves pecados.

Como el falso amor entre una prostituta y su cliente, así es la falsa caridad que abre las puertas al pecado y la condenación.

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5.06.15

Breves reflexiones (IV)

¿Cómo harás un buen examen de tu conciencia si la has formado conforme al parecer del mundo en vez de conforme al parecer de Dios?

Si no te dejas guiar por Dios, Dios dejará que te guíes por tu necedad hasta que te desplomes y entiendas que sólo en Él andarás en la verdad.

No hay noche oscura en el alma de los elegidos a la que no siga el amanecer en la gloria del Espíritu Santo.

No ama verdaderamente a Dios quien permanece impasible ante el peligro de condenación de tantas almas.

Cuanto más cerca estés del Buen Pastor, más lejos de ti estarán los lobos que buscan devorar tu alma.

A Dios no le cuesta ser santo y si te hace partícipe de su naturaleza y andas por gracia en el Espíritu Santo, la santidad nacerá en ti de forma sobrenatural.

El Señor tu Dios es jardinero de tu alma. Poda y quema tus pecados con el fuego del Espíritu Santo, riega tus raíces con la sangre de Cristo, te abona con el amor y la misericordia del Padre.

No olvides en tus oraciones pedirle a Cristo que bese la mejilla de nuestra Madre y le diga lo mucho que la quieres.

María aparte, de todos los santos que hay en el cielo, solo hay uno que tuvo a Cristo entre sus brazos. San José, regálanos esa mirada embelesada que contempla los ojos del Niño Dios.

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