19.08.15

Que nos echen por fariseos, rigoristas y mala gente

Pues sí, señores míos, resulta que aquellos que osamos defender la fe de la Iglesia somos acusados constantemente de ser una panda de fariseos, rigoristas, personas sin corazón a las que gusta ver sufrir a los demás bajo el peso de leyes y normas asfixiantes.

Basta decir sí y amén a esto…:

La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.

Familiaris consortio, 84

… para caer bajo esa acusación. Por supuesto, eso implica que San Juan Pablo II, y con él todos los papas y concilios ecuménicos, especialmente el de Trento, donde se ratificaron las palabras de Cristo sobre el matrimonio y el adulterio, así como las de San Pablo sobre la imposibilidad de comulgar en pecado mortal, eran igualmente fariseos, rigoristas, etc.

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18.08.15

Lo absurdo de atacar a Mons. Munilla usando al Papa como ariete

Como cada vez que ocurre cuando un obispo predica claro y conforme a la moral de la Iglesia, caso de Mons. José Ignacio Munilla el pasado sábado, a la clase política española le entra un ataque de cesaropapismo y se pone a pontificar sobre lo que puede o no puede decirse en una homilía.

Ahora bien, lo más gracioso del caso no es que un responsable político socialista, casado con un señor, se muestre contrariado porque un obispo hable conforme a la Revelación, en la que su situación personal queda perfectamente definida y no precisamente para bien, sino que tanto él como una concejala del PNV se permitan decir que las palabras del prelado están “bastante alejadas” de las del papa Francico.

Resulta que el obispo de San Sebastián no hizo otra cosa que seguir el guión de las intervenciones del Santo Padre en materia de ideología de género. Ha sido precisamente el papa Francisco quien nos ha recordado lo siguiente en su última encíclica:

También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma»

Laudato Si, 155

El socialista llegó a decir que “quien históricamente ha defendido una posición de defensa del pensamiento único es la Iglesia, que lamentablemente sigue hablando de verdades únicas, inmutables y permanentes”. ¿Quizás piensa que la Iglesia dejará alguna vez de hablar de verdades únicas, inmutables y permanentes? En ese momento dejaría de ser Iglesia de Cristo y se convertiría en una sinagoga de Satanás, término acuñado por el Nuevo Testamento.

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15.08.15

Mi alma proclama la grandeza de Dios

Pensemos por un momento en nuestra condición pecadora a la vez que redimida. Cómo Dios nos ofrece gratuitamente la salvación por los méritos de Cristo. Que no hay nada que hayamos podido ofrecerle como meritorio que Él nos nos haya concedido hacer. Que hasta nuestra respuesta positiva a dicho ofrecimiento es obra del Espíritu Santo en nuestra alma.

Si no lo entiendes, mira a María. Ella, llena de gracia, Inmaculada desde su concepción, libre de pecado por pura gracia, elegida por el Señor para ser su Madre, preservada íntegramente en su virginidad para gloria de Dios. Y Ella, la criatura más bella y perfecta nacida de la voluntad del Creador, no se gloría en otra cosa que en las maravillas que Dios ha obrado en su alma:

“Proclama mi alma las grandezas del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo; su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen".

Luc 1,46-50

Nuestra Madre no se gloría en sí misma sino en Dios, que es quien obra su perfección. Ella, Madre del Señor, se reconoce su esclava. Su humildad no es una pose. Es real. Es fruto de la gracia que impregna su alma. 

Si María Santísima es modelo de servidumbre y de sometimiento a la voluntad divina, de forma que de su Fiat recibe y recibimos la salvación, ¿qué no habremos de imitar de ella? ¿qué hay en nuestra Madre que no sea modelo a seguir? Por eso Cristo nos regaló su maternidad en la Cruz. Por eso Dios preservó su cuerpo de la corrupción, llevándosela al cielo al final de su vida terrenal. Para que hasta en eso sea esperanza de nuestra completa redención.

Ella, criatura de Dios, es todo aquello que el Señor nos concederá ser una vez entremos en su presencia. Pura, sin mácula, redimida, entregada por completo al designio del Redentor. Esa será nuestra realidad en el cielo si en verdad morimos en la gracia con la que ella fue adornada desde su misma Concepción hasta su Asunción.

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14.08.15

Están robando al rebaño de Cristo el evangelio de la salvación

El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. No hay ninguna otra criatura -en el reino animal y en el vegetal- que haya sido creada así. La dignidad de todo ser humano nace precisamente de ese hecho. Dios ama a todos los hombres.

El hombre pecó y por el pecado entró la muerte en el mundo. La relación entre el hombre y Dios fue dañada gravemente por el pecado. Dios siguió amando a los hombres. Tanto los amó, y los ama, que envió a su Hijo para restaurar esa relación, expiando por los pecados de todos. Dios envió su Espíritu Santo para dar al hombre la capacidad de vencer al pecado y vivir en santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Cristo fundó su Iglesia para predicar el evangelio en todo el mundo, hacer discípulos y ser instrumento de salvación.

¿Saben la diferencia entre el primer párrafo y el segundo? Que el primero se predica en nuestra Iglesia y el segundo cada vez se esconde más.

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12.08.15

Cristo no murió por nuestras "situaciones irregulares"

Desgraciadamente gran parte de la Iglesia está asumiendo en la práctica -el magisterio sigue intacto- una visión del pecado que no tiene nada que ver con lo que dice la Revelación. Esa visión consiste básicamente en una banalización del mismo.

Por ejemplo, se banaliza el pecado del aborto cuando se equipara a la víctima inocente asesinada con la mujer que ha ordenado matar a su hijo no nacido. Ciertamente son muchos los casos en que la mujer actúa así movida por presiones externas, que pueden llegar a ser tremendas, pero no es menos cierto que otras muchas, muchísimas, abortan simple y llanamente porque sí, porque no quieren tener un hijo en ese momento de sus vidas.

Se banalizan los pecados del adulterio y la fornicación cuando se esconde el hecho de que ambos no son meras “situaciones irregulares” sino pecado mortales que, de no ser objeto de arrepentimiento, llevan al que los comete al infierno.

Se banaliza hasta extremos intolerables el pecado de la herejía, cuya extensión en la actualidad es fruto sobre todo de la ausencia de una política pastoral encaminada a librar al pueblo de Dios de esa plaga, lo que provoca que millones de almas estén en grave peligro.

Se banaliza el pecado de la falta de práctica religiosa. Siendo yo pequeño tenía muy claro que si no iba a Misa un domingo, tenía que confesarme cuanto antes. Hoy se te ocurre decir que no ir a Misa es pecado mortal, y te miran como un bicho raro.

Se banaliza el pecado de llevar una vida cristiana mundana, que afecta a todos los ámbitos de la vida, pero especialmente al ocio, que lleva a un consumo desenfrenado, que deshace las relaciones familiares, etc.

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