16.07.17

¿Conservadores o progresistas?

Tenía la intención de escribir algo en el blog sobre la pésima costumbre de hablar de “católicos progresistas” y “católicos conservadores”, utilizando conceptos políticos que no tienen nada que ver con la fe, en lugar de usar términos verdaderamente católicos, como tradicional y ortodoxo. Por no hablar de que progresismo y conservadurismo no son más que hermanos gemelos, que a menudo resulta difícil distinguir y que comparten el mismo código genético.

Para alivio de mis sufridos lectores, sin embargo, he preferido traducir parte de un artículo muy poco conocido sobre el tema de un verdadero sabio: G. K. Chesterton. Quizá si los católicos españoles leyéramos un poco más a Chesterton nos habríamos ahorrado las últimas décadas de suicidio político y creciente irrelevancia.

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26.06.17

¿No seguimos una doctrina ni una moral?

Quaestio Quodlibetalis XXXIII. Un lector me pidió hace tiempo que comentara una de esas recopilaciones de consejos del Papa que últimamente surgen como setas. En particular, estaba interesado en una de las frases de “Siete lecciones del Papa Francisco para comunicar la fe”, un artículo de Juan Manuel Mora, Vicerrector de Comunicación de la Universidad de Navarra, aparecido en la página Iglesia en directo.

No tenemos tiempo ni espacio para comentar todas las “lecciones” que ofrece Juan Manuel Mora como inspiradas en el pensamiento del Papa en su artículo (que, para mi gusto, resulta además excesivamente pasteloso y adulador). Por lo tanto, nos centraremos La frase que le causaba al lector cierta incomodidad:

“VOLVER A LO ESENCIAL DEL MENSAJE. Los católicos no siguen una doctrina, ni una moral, sino a Jesucristo, que les redime, les libera y les hace felices".

Lo cierto es que no me extrañó la incomodidad del lector con la frase, porque a mí me produjo la misma sensación.

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19.06.17

Creo por las bicicletas

Como bien sabe todo epicúreo que se precie, hacer eses montando en bicicleta es uno de los grandes placeres de la vida. Algunos desdichados solo lo experimentan en la niñez y más tarde lo olvidan, bajo la presión de otros placeres más sofisticados y mucho menos placenteros. Lo cierto, sin embargo, es que puede disfrutarse a cualquier edad si uno conserva la capacidad de admiración común a niños, poetas, filósofos y santos.

En un terreno plano o ligeramente cuesta abajo, la sensación es fantástica. Parece que la bicicleta se moviese sola, deslizándose velozmente al girar, impulsada por el viento o por algún espíritu juguetón que habita en bicicletas, patines y triciclos. Mejor aún, se diría que la bicicleta se hace una sola cosa con su dueño, formando una especie de criatura mitológica, un centauro hombre-máquina, con ruedas en lugar de patas.

Uno podría estar horas disfrutando de la sensación de libertad que ofrece un mundo sin rozamiento, en el que puede moverse a su antojo de un lado a otro y cambiar de dirección sin esfuerzo ni perder velocidad. El cansancio, la inexorable gravedad y los problemas de los simples peatones quedan atrás, olvidados e insignificantes, y el conductor de la bicicleta recorre, triunfante y sin prisas, un reino perfectamente dispuesto para su goce y disfrute.

Como todos los grandes placeres de la vida, es humilde, fugaz y, a los ojos del mundo, intrascendente e infantil. Como todos los verdaderos placeres de la vida, no es casual ni arbitrario, sino que encierra un secreto, un gran Misterio oculto para los que tienen ojos pero no ven y tienen oídos pero no escuchan. Nos habla del cielo.

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10.06.17

Agradecimiento a Dios "por el don del Corán"

A veces, los cristianos se preguntan por qué el mundo no cree, por qué cada vez hay menos cristianos en Occidente, por qué no hay vocaciones y por qué la mayoría de los católicos no cree en la fe católica. Hay preguntas muy difíciles de responder, pero esta no es una de ellas. Basta mirar un poco alrededor para encontrar inmediatamente la respuesta.

Miremos, por ejemplo, en Facebook y encontraremos lo que les dice a los musulmanes un arzobispo a quien la Iglesia le ha encomendado una diócesis que es musulmana en un 99%, el ya conocido Mons. Agrelo. ¿Son tan duros los corazones de los musulmanes marroquíes que no quieren aceptar el Evangelio que se les predica? ¿Se enfurecen cuando oyen hablar de Cristo y meten en la cárcel a los predicadores? ¿Es tan profundo y oscuro el error en el que están metidos que rechazan la luz de la fe católica? No lo sé, porque de hecho lo que sucede es que no se les predica el Evangelio, así que difícilmente pueden aceptarlo.

Con ocasión del Ramadán (el mes de ayuno y fiestas de los musulmanes), Mons. Agrelo les dice a los musulmanes de su diócesis:

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7.06.17

Profesores monstruosos

Supongo que podríamos hablar de profesores monstruosos desde el punto de vista académico. He tenido bastantes, la verdad, y podría ser divertido contar algunas anécdotas. Sin embargo, lo vamos a dejar para otra ocasión, porque hoy quiero hablar de profesores monstruosos en el sentido literal del término.

Sí, así es. Por fin está aquí el segundo libro de la colección Aventuras del Comando Relámpago de la Editorial Vita Brevis: El día de los profesores monstruosos, de Gonzalo del Castillo. Se trata de una colección para niños de 8 a 13 años (más o menos) sobre las peripecias de cuatro niños que, aburridos al final del verano, deciden dedicarse a cazar monstruos (a fin de cuentas, alguien tiene que hacerlo).

Estamos seguros de que El día de los profesores monstruosos tendrá éxito, porque el primer libro de la colección, Momias radioactivas, recibió una calurosa acogida entre los lectores y muchos niños estaban deseando que se publicara el segundo episodio de la saga. Algunas reseñas para dar una idea:

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