Cuando, hace años, publiqué un librito de poesía, escribí en el prólogo que ojalá todos los cristianos escribieran versos. No era una simple frase: estoy firmemente convencido de que uno de los grandes problemas de nuestro mundo y de nuestra Iglesia es el olvido de la belleza, sustituida por lo útil, lo moderno y, en ocasiones, lo intencionadamente feo y desagradable. Por eso me produjo una gran alegría que José Alberto Ferrari, un poeta argentino, tuviera la gentileza de enviarme su libro “Santa nostalgia”, publicado en la editorial Vórtice de Buenos Aires. Es un verdadero placer contar algo de él en el blog.
La poesía es insustituible para “avivar el fuego” de la vida, redescubriendo las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo a nuestro alrededor. Si es buena poesía, al leerla o releerla siempre encontramos algún verso que rompe el sarcófago asfixiante de la rutina que nos entierra. Esa pequeña línea de un poema basta para que entre en nuestra prisión el aire puro que necesitamos para despertar del letargo.
A menudo me encuentro recordando una y otra vez un verso que me ha hablado de esta forma y que no puedo olvidar. Lo mastico, lo saboreo, lo digo y lo repito lentamente, dejando que cale hondo en mí. Poco más puedo hacer en esta breve reseña que abrir boca recordando algunos de esos versos impagables que he encontrado en el libro de José Alberto y que, quizá, resuenen también en los lectores como lo han hecho en mí.
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