18.05.20

Epigramas para un mundo que se muere

Pocas cosas hay más evidentes que el hecho de que nuestro mundo se está muriendo. Y con “mundo”, con perdón de la Laudato Si, no me refiero al planeta Tierra, sino a nuestra civilización occidental y cristiana. Cada noticia que escuchamos lo confirma y no hay estadística que no clave un clavo más en el ataúd. Si quedara alguna duda, bastaría que un político cualquiera abriese la boca para corroborarlo y no haría falta más que toparse con una horrible iglesia moderna y preguntarse si en realidad se trata de una fábrica de piensos para que no pudieran quedar dudas: la decadencia de la civilización occidental se está acelerando y, salvo milagro, el final no puede estar muy lejos.

Hay pocas cosas más evidentes, como decía, pero millones y millones siguen sin enterarse, confiando irracionalmente en que mañana será igual que hoy y nunca cambiará nada más que el modelo de su iPhone. Los políticos gastan y gastan como si no hubiera mañana, quizá porque sospechan que no lo habrá. Una y otra vez oímos hablar a los obispos de primaveras eclesiales, las maravillas del diálogo o la importancia de la ecología, mientras sus iglesias están casi tan vacías como sus seminarios y sus fieles se parecen a un pagano como una castaña a otra castaña. Es como si estuvieran aletargados.

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16.05.20

La historia y los colegios católicos

El otro día hablábamos de la historia deformada que se enseña a los niños y que, generalmente, está basada en presupuestos anticristianos (y, a menudo, precisamente por eso, también antiespañoles). Pues bien, ayer tuve oportunidad de leer el material que, en estos tiempos de cuarentena, le habían dado a un niño de doce años para que estudiara el Renacimiento en un colegio católico.

Casi me echo a llorar. Era un cúmulo de gruesos errores que, casualmente, siempre se inclinaban del lado de denigrar a la Iglesia y negar todas sus cosas buenas, exaltar lo moderno/científico/agnóstico como contrario a lo anterior y verdaderamente humano y libre, y en general repetir todos los tópicos anticatólicos de los últimos cinco siglos. Veamos algunas de las barbaridades más evidentes del material.

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11.05.20

Otra historia

Releyendo una edición norteamericana de Beowulf me encuentro con esta frase demoledora: “Solo un manuscrito sobrevivió a la disolución de los monasterios realizada por Enrique VIII y a la destrucción de sus grandes bibliotecas”. El arrasamiento cultural perpetrado por el primer Rey “cabeza” del anglicanismo tan solo dejó un único manuscrito de esta obra fundamental en inglés.

Para hacernos una idea de la importancia de Beowulf en la literatura inglesa, podría decirse que es similar al Cantar del Mío Cid en España o a la Chanson de Roland en Francia. Y por pura casualidad, se conservó un manuscrito cuando se suprimieron violentamente los monasterios en Inglaterra. ¿Quién sabe las innumerables obras que se perderían al mismo tiempo, durante aquella barbarie motivada por el odio a la Iglesia y la codicia?

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7.05.20

Lo demás carece de importancia

El otro día, rezando el rosario en familia al caer la tarde, mientras la dorada luz vespertina se iba apagando y escuchaba a mis hijos dirigir los misterios, vislumbré cómo será el cielo y me di cuenta de lo bien que hace Dios las cosas. ¿También la epidemia y la cuarentena y el Papa que ha dicho no sé qué o el obispo que ha dicho no sé cuántos? También.

Todo sucede para bien de los que aman a Dios. Y ese todo incluye también los desastres naturales, las epidemias, el desempleo, las crisis económicas, las torpezas de unos y de otros e incluso los pecados que se sufren. A pesar de la histeria de los periodistas, hambrientos de basura y sensacionalismo, y de los aires de importancia de los políticos, las riendas de la historia sigue llevándolas Jesucristo. Se rebelan los reyes de la tierra, y, unidos, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías. El que habita en el cielo sonríe; el Señor se burla de ellos.

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12.04.20