22.03.21

Una homilía en que se dice algo

Quizá lo peor que se puede decir de las homilías que se escuchan en nuestras parroquias es que una gran cantidad de ellas no dicen nada. Las honrosas excepciones son eso, excepciones. Si les preguntaran a los fieles qué dijo el sacerdote el domingo pasado, la inmensa mayoría no podrían responder nada más que vaguedades, porque a menudo la misma homilía es un cúmulo de vaguedades. Es cierto que frecuentemente los fieles no escuchan, pero también es cierto que no escuchan porque están acostumbrados a homilías que no dicen nada, que no vale la pena escuchar.

La homilía que les presento a continuación no es de esas. De hecho, más bien dice demasiado. Es un sacerdote norteamericano de una pequeña parroquia de Arizona que no ha aprendido a callarse y mantener un perfil bajo, así que es muy probable que le caigan golpes de todos lados, pero nadie puede acusarle de no decir nada. Si de algo estoy seguro es de que todos los que estaban allí le escuchaban atentamente, lo que parece indicar que, cuando se dicen cosas concretas con claridad, en lugar de lugares comunes manidos, la gente escucha.

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18.03.21

Evolucionismo y fe cristiana

Hace tiempo que no hablamos en el blog sobre la teoría biológica de la evolución y el evolucionismo filosófico, dos cosas muy diferentes y a las que corresponden juicios y herramientas intelectuales también muy diferentes. Aparte del interés puramente científico que pueda tener, el tema toca de cerca a una de las grandes corrientes de pensamiento de los últimos dos siglos: el materialismo ateo.

El materialismo ateo es una corriente singularmente estéril, porque resulta inmediatamente contradictoria consigo misma. En efecto, se trata de una ideología metafísica, que, según sus propios presupuestos, no puede existir o, en el mejor de los casos, no tiene sentido. Esta contradicción interna evidente solo ha podido subsistir intentando colocarse un disfraz científico que la disimulase. La estrategia, hay que reconocerlo, ha funcionado muy bien: el gran prestigio de la ciencia desde el siglo XVIII cubre la multitud de los pecados y el ateísmo materialista lo ha aprovechado para decir algo así como: “sí, racionalmente no tengo el más mínimo sentido, pero soy científico”. Eso era literalmente lo que decía Marx y, sin el menor atisbo de vergüenza, siguen diciéndolo siglo y medio después multitud de ateos.

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16.03.21

¿La guerra en nombre de Dios?

Vivimos en una época poscristiana (o mejor dicho, apóstata) y es inevitable que las formas mundanas de pensar nos influyan sin que nos demos cuenta de ello, pero precisamente por eso debemos estar en guardia para evitar afirmaciones e ideas que sean contrarias a la fe de la Iglesia, aunque puedan sonarnos bien por influjo del ambiente.

En ese sentido, si bien ya comenté hace poco unas palabras del Papa Francisco en su viaje a Irak y nunca resulta agradable tener que cuestionar lo que dice el Santo Padre, me temo que hay otra afirmación suya que convendría examinar brevemente, antes de que las ocupaciones cotidianas hagan que me olvide de ello. En la ceremonia de oración por las víctimas de la guerra, el Papa dijo:

“Antes de rezar por todas las víctimas de la guerra en esta ciudad de Mosul, en Irak y en todo el Oriente Medio, quisiera compartir con ustedes estos pensamientos:

Si Dios es el Dios de la vida —y lo es— a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre.

Si Dios es el Dios de la paz —y lo es— a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre.

Si Dios es el Dios del amor —y lo es— a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos”

(Oración de sufragio por las víctimas de la guerra, Mosul, 7 de marzo de 2021)

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11.03.21

Grandes pecadores y grandes santos

Consejo del diablo Escrutopio a jóvenes diablos tentadores:

Los grandes (y apetitosos) pecadores están hechos del mismo material que esos horribles fenómenos: los grandes santos. […] Los grandes pecadores parecen más fáciles de atrapar, pero son impredecibles. Después de que los hayáis seducido durante setenta años, el Enemigo puede arrebatarlos de vuestras zarpas en el septuagésimo primero. El problema es que son capaces de arrepentirse de verdad. Son conscientes de que realmente son culpables. Y si las cosas van mal, están tan dispuestos a desafiar la presión social en nombre del Enemigo como lo estaban a desafiarla en nuestro beneficio. En algunos sentidos, es más trabajoso acechar y aplastar a una huidiza avispa que disparar, a poca distancia, a un elefante salvaje. Pero el elefante es mucho más peligroso si fallas”.

Cartas del diablo a su sobrino, C.S. Lewis (1942)

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8.03.21

Desastres extramagisteriales

Ya sabemos que no existe el magisterio aeronáutico. Las entrevistas o declaraciones que ofrezca un Papa a los periodistas mientras viaja por los aires (o mientras está en Roma) no son ni siquiera lejanamente magisteriales. Son opiniones personales de la misma persona que, en otro contexto, puede hablar magisterialmente. Ningún católico está obligado a coincidir con esas opiniones, que solo tienen el peso de las razones o sinrazones que las acompañen y de la mayor o menor sabiduría de quien las expresa.

No obstante, el hecho de ser extramagisteriales no implica que sean irrelevantes. Del mismo modo que un Papa o cualquier otro obispo pueden hacer mucho bien con sus palabras aunque no sean magisteriales, también pueden hacer mucho mal con ellas, incluso cuando no son magisteriales. Un cargo de autoridad conlleva una gran responsabilidad, que no debe tomarse nunca a la ligera. Si de toda palabra ociosa que hablen los hombres les pedirán cuentas el día del Juicio, con mucha más razón deberán cuidar esas palabras lo que han sido elegidos por Dios para enseñar en su nombre.

Digo todo esto por las enésimas respuestas del Papa Francisco a los periodistas en su último viaje, que, con todo el respeto, son desoladoras. Podrían analizarse varias cosas, pero creo que basta con estas breves frases del Papa:

“También ocurre lo mismo con los santos que no son solamente los de los altares, son los santos de todos los días. […] Los santos, hombres y mujeres, que viven su fe, sea la que sea, con coherencia. Que viven los valores humanos con coherencia. La fraternidad con coherencia”

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