La religión más universal
Ya he hablado varias veces de cómo los conversos tienen la gracia especial de comprender muy claramente la enorme diferencia que hay entre estar fuera de la Iglesia y estar dentro de ella (mientras que los cristianos “de siempre” a menudo no somos conscientes de esa gran diferencia).
Como muestra, quiero ofrecer hoy a los lectores algunas líneas de Giovanni Papini. Este escritor italiano era hijo de un ateo furibundo y anticlerical, de modo que su madre lo tuvo que bautizar a escondidas cuando no era más que un bebé. Al crecer, se convirtió en un nihilista radical, obsesionado por la literatura y que odiaba todo lo que oliese a cristianismo. Sin embargo, su afán de conocimiento y su desencanto por la filosofía moderna terminaron por hacer surgir en él dudas sobre si el cristianismo, después de todo, podría ser verdadero. El matrimonio con una católica y su encuentro en los evangelios con el Cristo real y verdadero, que le atrajo mucho más que el Jesús edulcorado de muchos contemporáneos, le llevaron finalmente a la conversión.

La semana pasada, el nuevo embajador de Nicaragua en el Vaticano presentó sus credenciales ante el Papa. Como es habitual, en sus palabras al embajador nicaragüense, Benedicto XVI pasó revista a algunos de los problemas más acuciantes en el país centroamericano: el huracán Félix, la corrupción, el hambre, la pobreza, el analfabetismo, etc.
Siempre es algo bueno, creo yo, que surja un nuevo periódico: ideas diferentes, nuevos articulistas y un punto de vista especial para analizar los asuntos. Debo confesar, sin embargo, que “Público”, que acaba de aparecer, me ha caído gordo desde el principio.
Normalmente, al levantarme, después de rezar, suelo encender el ordenador y echar un vistazo mientras desayuno a los mensajes recibidos durante la noche. Algunos días, pocos, recibo insultos o descalificaciones con motivo de algún artículo que no haya sido buen recibido, otros correos me resultan interesantes, porque son el comienzo de una discusión, mientras que, finalmente, los hay también que contribuyen a alegrarme el día.
Quizá recuerden los lectores que, hace unos días, publiqué dos artículos en este blog titulados Si quieren enfadarse (I) y (II). El primero de ellos trataba sobre la madrileña exposición Dios(es): modo de empleo y sobre la ideología anticristiana que claramente anima la misma. Con la excusa de tratar a todas las religiones por igual, se aprovecha en esta exposición para ridiculizar, malinterpretar y denigrar a la Iglesia.
    
            
            
            
            
            
            
            


