En los próximos artículos de esta sección, vamos a ver algunos textos de Doctores de la Iglesia, es decir, de algunos santos a los que la Iglesia ha proclamado como maestros de la fe. De entre ellos, nos fijamos hoy en San Efrén, nacido en Siria (hoy Turquía), alrededor del año 306.
Vivió como un asceta, dedicado a la meditación y a la enseñanza de la fe, y, humildemente, nunca quiso ser más que diácono. Al final de su vida, con ocasión de una gran hambruna y una terrible epidemia que azotaron a aquella zona, consiguió convencer a los ricos de la ciudad y organizó un sistema de reparto de los alimentos y de voluntarios que ayudaban a los enfermos. A los pocos días, agotado, murió.
Efrén fue, además de santo, un gran poeta, por eso se le conocía como el “Arpa del Espíritu”.
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