Familia en misión en Filipinas
Una lectora me ha enviado su testimonio de familia en misión, en una zona muy pobre de Filipinas. Creo que les llamará la atención que, en este caso, no son los padres de la familia los que cuentan su experiencia, sino una de las hijas, Ana.
Me ha gustado especialmente de este testimonio algo que, desde un punto de vista humano, parecería un fracaso: debido a una enfermedad muy grave de varios de los miembros de la familia, tuvieron que volverse a España después de sólo cuatro meses de misión en Filipinas.
Quien envía y quien hace los planes de las familias en misión y de todos los misioneros es Dios. Puede tener planeada para ellos toda una vida en la misión o sólo cuatro meses, eso depende de él. Lo importante es ponerse en manos de Dios y poder decirle, como esta familia en misión: lo que tú quieras, como tú quieras, cuando tú quieras.

Una amable lectora francesa, afincada en Alemania, me envía un breve texto sobre la Cuaresma del P. Combeau, un joven dominico francés, que les traduzco a continuación, de forma bastante libre.
Al comenzar la Cuaresma, siempre me acuerdo del Libro de Nehemías. Mejor dicho, me acuerdo de una escena de ese libro que, a mi juicio, es de las más bellas de toda la Biblia.
Continuando con el tema de estos últimos días, me parece interesante este otro texto del P. Cantalamessa, publicado por , que, hablando de las bienaventuranzas, presenta dos puntos que, a mi juicio, son esenciales.
Quaestio quodlibetalis 4. En el , recogí un texto de Raniero Cantalamessa, el predicador de la Casa Pontificia, sobre la primera bienaventuranza, en la que afirmaba que las bienaventuranzas sólo se entienden desde Cristo. Lo cierto es que, aun siendo consciente de lo valiosos que son las reflexiones del P. Cantalamessa, me sorprendió el interés que suscitaron, con más de mil visitas. Me he dado cuenta luego de que el texto parecía responder a un artículo de Xabier Pikaza sobre el tema, en el que se defendía la tesis contraria.



