15.06.22

Poner nombres de santos a los niños

“Demos a nuestros hijos, desde el primer momento, un incentivo para el bien, por medio del nombre que les ponemos. Ninguno de nosotros se apresure a poner a sus hijos el nombre de sus antepasados, su padre, su madre, su abuelo o bisabuelo, sino el nombre de los justos, los mártires, los obispos y los apóstoles. Que esto sea un incentivo para los niños. Que uno se llame Pedro, otro Juan y un tercero lleve el nombre de algún otro santo. […] Que los nombres de los santos entren en nuestros hogares al poner nombre a los niños y así no solo aprenderá el niño, sino también el padre cada vez que piense que es el padre de un Juan, de un Elías o de un Santiago. Porque, si el nombre se da a sabiendas para honrar a los que ya murieron y nos acordamos de nuestro parentesco con los justos más que del parentesco con nuestros ancestros, esto será una gran ayuda para nosotros y para nuestros hijos. Aunque sea algo pequeño, no lo consideréis una nimiedad, porque su fin es ayudarnos”.

San Juan Crisóstomo (siglo IV), Tratado sobre la vanagloria o cómo deben educar los padres.

…………………………….

La costumbre de poner nombres de santos a los niños, como se puede ver por el texto de San Juan Crisóstomo, proviene de los orígenes del cristianismo. Una época, además, en la que la Iglesia tuvo que crear esta costumbre de la nada, luchando contra la natural tendencia de los conversos del paganismo a poner a sus hijos los nombres de sus abuelos o familiares paganos. Es decir, una tendencia pagana que sufrimos también ahora, pero a la inversa, con la creciente predilección por nombres inventados, sobre todo en Hispanoamérica.

Leer más... »

9.06.22

¿Dónde va el Sínodo sobre la Sinodalidad? (2)

En el anterior artículo de esta serie, hablamos acerca de un rasgo específico del Sínodo, que era, paradójicamente, la falta de especificidad. En un Sínodo sobre la Sinodalidad cabe todo, porque, pese a los esfuerzos de la propaganda piadosilla, nadie ignora que la sinodalidad es poco más que reuniones, más reuniones, confusión y lío. Todo ello, como ya dijimos, dando por supuesta la buena fe de tanta gente que pueda participar en las reuniones sinodales.

Hoy, en cambio, vamos a hablar de una característica de este Sínodo que, desgraciadamente, es común a los sínodos anteriores celebrados durante este pontificado (aunque desconocida anteriormente). Me refiero al hecho de que, en el Sínodo, se aceptan todas las “aportaciones”, incluidas las abiertamente heterodoxas.

Leer más... »

5.06.22

La gran maravilla de Pentecostés

En La muerte de Arturo, de Thomas Mallory, se dice que “el rey siempre tuvo una costumbre: en la fiesta de Pentecostés, más que en ninguna otra fiesta del año, no comía hasta haber visto u oído una gran maravilla“. Era también el día en que los caballeros de la Tabla Redonda renovaban su juramento.

Yo ya he visto mi maravilla, aguarde cada uno la suya. Y por si necesitan una oración para pedir con más ahínco el Don de todos los dones, he compuesto este sonetillo para los lectores:

Leer más... »

2.06.22

El magisterio no magisterial en version andaluza

Hace un par de años, escribí un artículo sobre el “magisterio no magisterial”, es decir, la pésima costumbre de proclamar, en nombre de la Iglesia, lo que no son más que opiniones prudenciales, en ocasiones disparatadas, del clérigo que las proclama. Hoy me ha venido a la memoria aquel artículo al leer que los obispos de Andalucía han publicado un comunicado con ocasión de las próximas elecciones autonómicas.

Conviene decir desde el principio que, en general, el comunicado es relativamente bueno, al menos si lo comparamos con el nivel habitual de ese tipo de comunicados episcopales, que, justo es reconocerlo, han dejado el listón muy bajo. En el texto se realizan varias menciones políticamente incorrectas pero necesarias según la doctrina católica, como las de la “familia, como unión estable entre un hombre y una mujer, abierta a la vida”, el derecho a la vida “inviolable desde su concepción hasta su muerte natural” o “el derecho de los padres a educar a sus hijos según las propias convicciones morales y religiosas”. ¡Bien por los obispos!

Leer más... »

30.05.22

Una antigua costumbre para la Ascensión

Como acabamos de celebrar la Ascensión del Señor, me ha venido a la mente una antigua costumbre que desapareció con las reformas litúrgicas de mediados del siglo pasado. Antiguamente, en lugar de tener encendido el cirio pascual durante toda la cincuentena de Pascua, el cirio se apagaba solemnemente el día de la Ascensión.

Se trataba de un signo de que Jesús, al ascender a los cielos, había dejado de aparecerse a los discípulos, como había hecho múltiples veces durante los cuarenta días anteriores. La luz de Cristo resucitado, cuyo símbolo es el triunfante cirio pascual, había dejado de ser visible para sus discípulos. Por ello, cuando en el Evangelio se leía el relato de la ascensión, se apagaba el cirio, que no volvía a encenderse hasta el día de Pentecostés, en que el Espíritu Santo, el Consolador enviado por Cristo, era derramado sobre la Iglesia.

Leer más... »