4.02.08

Santo y feliz Jesucristo: una respuesta a X. Pikaza

Quaestio quodlibetalis 4. En el , recogí un texto de Raniero Cantalamessa, el predicador de la Casa Pontificia, sobre la primera bienaventuranza, en la que afirmaba que las bienaventuranzas sólo se entienden desde Cristo. Lo cierto es que, aun siendo consciente de lo valiosos que son las reflexiones del P. Cantalamessa, me sorprendió el interés que suscitaron, con más de mil visitas. Me he dado cuenta luego de que el texto parecía responder a un artículo de Xabier Pikaza sobre el tema, en el que se defendía la tesis contraria.

El propio Pikaza dejó constancia de ello con el siguiente comentario/pregunta en mi blog:

Un cristiano debe entender las bienaventuranzas desde Jesús ¡faltaría más! Pero dime en las bienaventuranzas (de la 1 a la 7) algo que no pueda aceptar un creyente de otra religión “teísta” (tomando el teísmo en sentido amplio). Más de una vez hemos leído y escuchado las bienaventuranzas con musulmanes, hindúes, judíos y otros… y he sentido que las tomaban como suyas ¿No te alegras por ello? Un saludo. Xabier

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3.02.08

El predicador del Papa y los pobres de espíritu

Hoy recojo esta breve reflexión del P. Raniero Cantalamessa, el Predicador de la Casa Pontificia, sobre una frase del Evangelio de hoy, la primera bienaventuranza: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Me ha llamado la atención el texto, porque, el otro día, una comentarista del blog afirmaba que las bienaventuranzas no están vinculadas necesariamente al cristianismo, sino que podrían ser asumidas por el budismo, el shintoismo o el confucionismo.

En cambio, el P. Cantalamessa subraya que esta bienaventuranza sólo cobra sentido por la venida de Cristo, que nos ha traído el Reino de Dios, un reino que está abierto para todos los que lo quieren recibir. Sin esa nueva situación, sin la venida de Cristo que ofrece el perdón gratuito de su Padre a todos lo hombres, la bienaventuranza no tendría ningún sentido. El pobre a quien se le llama bienaventurado es aquel que no está esclavizado por los bienes de la tierra y puede recibir en su vida la fe en Cristo, que vale más que el oro.

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2.02.08

Familia en misión en Japón (II): No

Al contar nuestra experiencia en el , los lectores hicieron varias preguntas:

Sin saber el idioma, ¿de qué viven? ¿Cómo se ganan la vida? ¿Cómo mantienen a la familia?

Me llama la atención que no sepan el idioma. ¿Cómo van a evangelizar?

¿Cómo fue su proceso de discernimiento? ¿Fuisteis vosotros los que os decidisteis por marchar a Japón o fueron los responsables del Camino los que os asignaron aquel país?

Intentaré ser conciso, y responder a las dudas, que confieso que a veces son mías también.

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31.01.08

Familia en misión en Japón

Después de leer un de este blog sobre la evangelización de Japón, un lector me envió un testimonio de su propia experiencia, que me pareció interesantísimo.

Fernando, su mujer Kuki y sus hijos pertenecen a una comunidad del Camino Neocatecumenal y fueron a Japón, como misioneros, para anunciar el Evangelio con su palabra y con sus vidas. Me parece significativo que el Papa les animó a proclamar con su “acción misionera que solamente en Jesucristo, muerto y resucitado, hay salvación”.

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30.01.08

Unas frases demoledoras

En este blog, hablábamos ayer de tres dominicos que, con la aprobación de su superior, se apartaban de la doctrina católica en puntos esenciales y animaban a las parroquias holandesas a avanzar por el camino del cisma y de la desobediencia a sus obispos. Parece ser que, ante esta situación, fueron los propios fieles los que se quejaron en un número significativo a los obispos, hasta que estos acudieron a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Por desgracia, si bien se trata de un caso de especial gravedad, no es algo aislado. En este blog, hemos comentado múltiples casos similares: sacerdotes que consideran que el cristianismo y otras religiones son equivalentes, supuestos expertos en moral que defienden las mayores inmoralidades, párrocos que sustituyen la fe de la Iglesia por sus propias ideas confusas y políticamente correctas o catequistas que reducen el cristianismo al compromiso social o a la moral. Muchas veces son los propios laicos los que se rebelan contra estas situaciones y presentan sus quejas a sacerdotes y obispos.

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