1.07.08

¿Sobran los grupos y movimientos en la Iglesia?

Quaestio Quodlibetalis 7. Al hilo de un artículo sobre el Camino Neocatecumenal, una lectora me planteó el otro día una pregunta que me resultó muy interesante, porque iba a la raíz misma no ya del Camino Neocatecumenal, sino de todos los grupos y movimientos de la Iglesia. La pregunta, resumida y tal como la he entendido, venía a ser la siguiente:

Los distintos grupos y movimientos eclesiales tienen que enseñar y vivir lo mismo que toda la Iglesia, porque, de otro modo, no serían católicos. Entonces, parece que no son necesarios y no sirve para nada pertenecer a ellos. ¿No es así?

En efecto, la Iglesia ha recibido en Cristo la plenitud de la Revelación, a la que no hace falta añadirle nada. De hecho, si un grupo pretendidamente católico enseñase cosas diferentes de las que enseña la Iglesia, deberíamos huir de él como de la peste. Como decía San Pablo: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!

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Quaestiones Quodlibetales

En la alta Edad Media, que en bastantes aspectos era una época más civilizada que la nuestra, existía la noción de que todo profesor de Teología o de Filosofía debía someter sus tesis y afirmaciones a la discusión pública. Sin esta prueba de resistencia a los argumentos contrarios, ninguna postura filosófica o teológica se podía considerar “mayor de edad”. No bastaba afirmar las cosas, había que argumentarlas razonadamente (en contra de la absurda idea de que, en la Edad Media, todo se decidía por el argumento de Autoridad).

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29.06.08

El País, el Camino Neocatecumenal y Balaam

Supongo que los lectores conocerán la preciosa historia de Balac y Balaam, que se relata en el Libro de los Números. Balac, era rey de Moab, un pueblo enemigo de Israel. Cuando este rey vio que, con la ayuda de Dios, los hebreos vencían a sus enemigos y nadie podía contra ellos, decidió que necesitaba algo de ayuda “sobrenatural”.

Así pues, el rey de los moabitas contrató a Balaam, un adivino, para que viniese desde la tierra de Aram, echase una maldición a los israelitas y así poder vencerlos. Balaam, a pesar de que no veía la cosa nada clara, terminó por aceptar el encargo y subió a un monte desde donde veía al pueblo de Israel acampado. Sin embargo, cuando iba a maldecirlos, Dios quitó de su boca la maldición y puso en ella una bendición, de manera que las palabras que pronunció fueron: “Qué hermosas son tus tiendas, Jacob, y tus moradas, Israel… el Señor, su Dios, está con él… es como un león que se acuesta y nadie se atreve a hacer que se levante… bendito el que te bendiga, maldito el que te maldiga”.

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27.06.08

Qué desperdicio

El vídeo que les propongo a continuación es de una misa celebrada por un grupo “católico” norteamericano llamado Call to Action. Afortunadamente este grupo no existe en España, pero sí está presente en nuestro país el movimiento del que forma parte: “Somos Iglesia".

He elegido este vídeo, entre los innumerables vídeos de abusos litúrgicos que circulan por Internet, porque me ha hecho mucha gracia el comentario de una página canadiense sobre él: “Las tinieblas exteriores son demasiado buenas para ellos. Qué desperdicio de tinieblas exteriores.”

No sé las tinieblas exteriores, pero lo que sin duda es un desperdicio es la celebración de la Eucaristía en una asamblea que, evidentemente, lo que hace es mirarse el propio ombligo: mirad qué originales somos, qué modernos, qué transgresores, qué comprometidos con el feminismo y la interracialidad…

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16.06.08

Te Deum Laudamus: Estatutos del Camino

Ahora que se ha confirmado oficialmente la noticia de la aprobación definitiva de los Estatutos del Camino Neocatecumenal, creo que ya es el momento de entonar un Te Deum.

Aunque ahora es menos habitual, antiguamente era frecuente celebrar las ocasiones de alegría y gozo, de tipo religioso, político o social, con el canto del Te Deum. Nada más llegar a América, por ejemplo, Colón y sus marinos rezaron el Te Deum en las playas del Nuevo Mundo, para agradecer a Dios haber llegado con bien hasta allí. Se trata de un himno antiquísimo, compuesto quizá por San Ambrosio, en el siglo IV. A lo largo de la Historia de la Iglesia, se le ha puesto música en multitud de ocasiones, dando lugar a algunas composiciones musicales maravillosas. Hoy en día sigue rezándose los domingos en la Liturgia de las Horas y en ocasiones especiales.

Me parece muy significativo que el principal himno de alegría y celebración de la Historia de la Iglesia comience con las palabras Te Deum Laudamus, “a ti Dios te alabamos”. Los cristianos sabemos que todas las alegrías nos las regala Dios, porque ¿qué tienes que no hayas recibido? Por eso, nuestras celebraciones son siempre acciones de gracias, que es lo que significa, en griego, Eucaristía.

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