16.06.08

Te Deum Laudamus: Estatutos del Camino

Ahora que se ha confirmado oficialmente la noticia de la aprobación definitiva de los Estatutos del Camino Neocatecumenal, creo que ya es el momento de entonar un Te Deum.

Aunque ahora es menos habitual, antiguamente era frecuente celebrar las ocasiones de alegría y gozo, de tipo religioso, político o social, con el canto del Te Deum. Nada más llegar a América, por ejemplo, Colón y sus marinos rezaron el Te Deum en las playas del Nuevo Mundo, para agradecer a Dios haber llegado con bien hasta allí. Se trata de un himno antiquísimo, compuesto quizá por San Ambrosio, en el siglo IV. A lo largo de la Historia de la Iglesia, se le ha puesto música en multitud de ocasiones, dando lugar a algunas composiciones musicales maravillosas. Hoy en día sigue rezándose los domingos en la Liturgia de las Horas y en ocasiones especiales.

Me parece muy significativo que el principal himno de alegría y celebración de la Historia de la Iglesia comience con las palabras Te Deum Laudamus, “a ti Dios te alabamos”. Los cristianos sabemos que todas las alegrías nos las regala Dios, porque ¿qué tienes que no hayas recibido? Por eso, nuestras celebraciones son siempre acciones de gracias, que es lo que significa, en griego, Eucaristía.

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13.06.08

La esencia de Dinamarca

Acabo de volver de un viaje por Dinamarca, antigua tierra de vikingos, de godos y de alanos, tierra de marinos, exploradores y conquistadores. Un país precioso para visitar.

También, por la gracia de Dios, es tierra de santos, como Asgario o Canuto. Quizá sea uno de los mayores orgullos de nuestra Europa que su Historia esté jalonada por las vidas de amigos de Dios. Dinamarca abandonó a Thor y a Odín y fue cristianizada hace ya diez siglos, en buena parte por obra del obispo San Asgario (Asgar). El primer rey cristiano de los daneses fue Harald Diente Azul (Bluetooth en inglés, de donde proviene el nombre de la tecnología con ese nombre). San Canuto (Knud), rey de Dinamarca, fue uno de los descendientes de Harald y antecesor de la actual reina Margarita.

Como ya sabrán los lectores, el país es oficialmente luterano, desde la Reforma del s. XVI, que, en el caso de Dinamarca, fue producto de una guerra entre los partidarios de Lutero y los católicos, perdida por estos últimos. Sin embargo, la asistencia regular a los oficios religiosos luteranos está por debajo del 5 %.

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23.05.08

Sirviendo a los siervos: los Estatutos del Camino Neocatecumenal

Leo en las noticias de Religión en Libertad que, según parece, el Papa ha debido de firmar los Estatutos del Camino Neocatecumenal aunque aún no se haya hecho público, por las razones que sean.

Luis Fernando hace muy bien su trabajo y, sin duda, debe de tener buenas fuentes para esta noticia. Yo, por mi parte, que no dirijo una revista de información y no tengo la obligación profesional de buscar las últimas novedades, prefiero esperar a que la aprobación se haga pública, para alegrarme con toda la Iglesia. En lo que sí me ha hecho pensar la noticia es en el propio hecho de que sea parte del ministerio del Papa el aprobar este tipo de cosas.

Siempre me entristece ver que hay cristianos que comprenden la Iglesia desde el punto de vista del poder. No puedo evitar sospechar que existe una mentalidad esencialmente antievangélica cuando, por ejemplo, se habla de “jerarquía vaticanista” y se la opone a las “comunidades de base”, cuando se afirma que las mujeres deberían ser sacerdotes para adquirir mayor poder en la Iglesia o cuando un obispo en su diócesis o un sacerdote en su parroquia piensan que pueden hacer y deshacer a su antojo sin respeto al Espíritu Santo, a la unidad eclesial en la fe y en la caridad o a la legítima diversidad.

Yo, la verdad, veo clarísimo que la autoridad en la Iglesia sólo puede ser un servicio realizado por amor a Cristo, que implica dar la vida por los demás.

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18.05.08

Pocas ideas, pero muy confusas

He leído en Religión en Libertad unas declaraciones de Enrique de Castro, sacerdote de la antigua Parroquia de San Carlos Borromeo, actualmente centro pastoral. Si hay algo que me agrada de este sacerdote es que, a diferencia de otros, no busca el equívoco del que sugiere pero no llega a afirmar, sino que dice con claridad lo que piensa.

Según parece, ha afirmado cosas como:

“Diría que el sacerdocio no es intermediación entre Dios y el hombre. El sacerdocio se lo cargó Jesús como se cargó el templo. El templo vivo de Dios es el ser humano. El cura no es un sacerdote, es el que hace una función de vinculación en una comunidad.”

Es sorprendente lo confusas que se pueden llegar a tener las ideas, especialmente tratándose de un sacerdote. Cualquiera que haya leído, por ejemplo, la Carta a los Hebreos, sabrá que Jesucristo no destruyó el sacerdocio, sino que, al contrario, lo renovó y le dio un valor eterno. Cambió el sacerdocio hebreo, hereditario, por un único sacerdocio, el del Hijo de Dios, Sumo y eterno sacerdote según el rito de Melquisedec.

Cristo, santo, inocente y sin mancha, vive para siempre, intercediendo por nosotros eternamente ante el Padre en el santuario celeste, mostrándole sus llagas gloriosas que han traído la salvación a todos los hombres.

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16.05.08

Familia en misión en Filipinas (I) : lo que Dios quiera

Una lectora me ha enviado su testimonio de familia en misión, en una zona muy pobre de Filipinas. Creo que les llamará la atención que, en este caso, no son los padres de la familia los que cuentan su experiencia, sino una de las hijas, Ana.

Me ha gustado especialmente de este testimonio algo que, desde un punto de vista humano, parecería un fracaso: debido a una enfermedad muy grave de varios de los miembros de la familia, tuvieron que volverse a España después de sólo cuatro meses de misión en Filipinas.

Quien envía y quien hace los planes de las familias en misión y de todos los misioneros es Dios. Puede tener planeada para ellos toda una vida en la misión o sólo cuatro meses, eso depende de él. Lo importante es ponerse en manos de Dios y poder decirle, como esta familia en misión: lo que tú quieras, como tú quieras, cuando tú quieras.

Sólo así puede experimentarse el cumplimiento de la promesa de Cristo:
Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras por mí y por el Evangelio dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno, con persecuciones, y, en el otro mundo, la vida eterna.

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