Creo por la lotería
No sé lo que sucederá en otros países, pero, aquí en España, la época navideña es tiempo de lotería. La televisión está plagada de anuncios de lotería, se venden millones y millones de billetes de lotería y todo el mundo parece tener participaciones: en los colegios, el trabajo, las asociaciones, la frutería e incluso la parroquia. Es casi imposible evitar la compra de algún décimo o participación.
Normalmente, en un blog religioso, uno esperaría ahora una invectiva contra el materialismo, el afán de ganar dinero, la huida de la realidad… pero lo cierto es que sería un hipócrita si dijera algo así, porque comprendo perfectamente a la gente que se ilusiona con la lotería. No se sienten satisfechos y están deseando que algo cambie en sus vidas para mejor. Desean un beneficio imprevisto, inesperado. Quieren algo que les permita soñar que mañana será diferente de ayer, algo nuevo que no sea la rutina gris de todos los días. ¿Es que eso es algo malo?

Como ya dijimos otro día, el Adviento es el tiempo litúrgico dedicado a Nuestra Señora, recordando cómo ella esperó más que nadie el nacimiento de su hijo, anunciado por el Ángel que la visitó en Nazaret. Para introducirnos más en este tiempo de espera, traigo al blog un bello poema a la Virgen muy poco conocido, escrito por Erasmo de Rotterdam, el humanista del Renacimiento.
Recojo hoy un estupendo artículo completo del blog
Desde pequeño, me han fascinado los mapas. Si uno lo piensa un poco o, mejor, lo mira con los ojos llenos de admiración de un niño, resulta emocionante que montañas altísimas, profundos ríos y ciudades y aldeas llenas de gente se introduzcan, como por arte de magia, en un pequeño mapa que se puede doblar y meter en el bolsillo. Por no hablar de que todo mapa está pidiendo una buena X que marque la situación de un tesoro escondido y unos cuantos monstruos en las zonas desconocidas e inexploradas.









