Las ecografías salvan vidas
En los últimos meses, se ha dado un paso de gigante en los Estados Unidos en la lucha contra el aborto. Varios estados están preparando leyes que establezcan la obligación de realizar una ecografía antes de que una mujer se someta a un aborto.
Curiosamente, las organizaciones que defienden la “elección de la mujer” han puesto el grito en el cielo. Parecería que cualquier cosa que ayude a una mujer a decidir responsablemente, como el hecho de ver una ecografía del “grupo de células", debería contar con su aprobación, pero no es así. Quizá porque esa “elección” que promueven sólo es, en realidad, una: matar al bebé. Y por ello temen como al agua bendita que la madre pueda ver a su hijo y decidir no matarlo.
Es cierto que mostrar una ecografía apela a los sentimientos de la madre y no va a la cuestión racional. Es, sin embargo, algo necesario, porque la sociedad de hoy no se mueve por argumentos racionales, sino por sentimientos y emociones. De hecho, los argumentos racionales a favor del aborto son prácticamente inexistentes, de modo que sus defensores apelan en su inmensa mayoría a sentimientos irracionales, así que es bueno que haya una respuesta también en ese campo.
Traduzco un testimonio impactante de Kristen Walker, una antigua activista proabortista, que habla de cómo las ecografías cambiaron su vida. Lo he tomado de Live Action.



Estos días, estoy ayudando con la edición de una tesis de Historia de la Iglesia que me está resultando particularmente interesante. Trata sobre el matrimonio en el Virreinato del Perú, en el siglo XVII. En aquella época, el matrimonio canónico presentaba ciertas dificultades para los indios conversos, debido a costumbres como la poligamia entre las clases más altas o algunos grados de incesto permitidos en la cultura incaica y a la posibilidad de que uno de los dos cónyuges se convirtiese y el otro no. Ante esta situación, es magnífico ver el enorme esfuerzo de evangelización que se hacía en todos los ámbitos en la América española. 









