6.08.10

Y luego dicen que no tenemos raíces cristianas

El martes pasado, día tres de agosto, celebramos la memoria de Santa Lidia. No es una santa muy conocida en España, pero debería serlo, porque fue la primicia de la fe en nuestro continente, la primera en convertirse al cristianismo en Europa. Hace la friolera de mil novecientos setenta y pico años. Para que luego vengan los de la Constitución Europea y nos hablen de la Ilustración, que es de antesdeayer.

Era originaria de Tiatira, una ciudad de Asia, pero vivía en Filipos, en Grecia. Era comerciante de púrpura, un tinte sacado de ciertas conchas que se usaba para teñir las ropas más caras, como las de reyes y emperadores romanos. Al escuchar las palabras de un hombre bajito que venía de lejos, llamado Pablo de Tarso, Lidia se encontró con el Rey de Reyes, cuya túnica es roja porque fue teñida con su sangre, mucho más preciosa que la más rica de las púrpuras. Cuenta la Escritura que “el Señor le abrió el corazón” y, así, con el corazón abierto por la gracia de Dios que salió a su encuentro, fue como pudo escuchar la predicación de San Pablo y convertirse. Porque, hoy como entonces, la conversión es una gracia y nadie puede merecerla ni conseguirla por sus propias fuerzas.

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4.08.10

La Misa antigua, en lengua vernácula

La liturgia más utilizada en la actualidad en la Iglesia Latina es, sin duda, la correspondiente al Misal de Pablo VI (o Novus Ordo), en lengua vernácula, es decir, en el idioma propio de cada lugar. Tras ésta, dependiendo del país, se encuentran la misma liturgia pero en latín (especialmente en países anglófonos, curiosamente, y con mucha menos frecuencia en aquellos con lenguas romances) y la liturgia de Juan XXIII (es decir, la forma extraordinaria del rito romano, también conocida como Misa antigua o Misa tridentina). Después, a mucha distancia, persisten algunos otros ritos como el Mozárabe, el Ambrosiano y los de diversas órdenes religiosas, bien en latín o en lenguas vernáculas.

Existe una combinación, sin embargo, que no se utiliza, que yo sepa. Me refiero a la Misa antigua pero en lenguas vernáculas en lugar de en latín. Resulta curioso imaginar si sería una buena idea utilizar la liturgia de la forma extraordinaria del rito en las lenguas propias de cada lugar. Por un lado, se perdería el milenario latín de las oraciones, que es la lengua oficial de la Iglesia y es un vehículo privilegiado de la Tradición de la Iglesia. Además, nada nos asegura que la traducción fuera buena, como tristemente nos dice la experiencia. Por otro, sin embargo, podría ser una buena introducción a la forma extraordinaria para aquellos que no saben latín y también podría contribuir al enriquecimiento mutuo entre forma ordinaria y forma extraordinaria que desea el Papa. De hecho, las normas actuales de la forma extraordinaria permiten ya que las lecturas se proclamen en lenguas vernáculas.

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3.08.10

La Iglesia Oficial

Hay palabras y expresiones que hacen que, al oírlas, se le pongan a uno los pelos de punta y suenen inmediatamente todas las alarmas. Algunas de esas expresiones, para mí, son las de “Iglesia oficial”, “Iglesia institucional” y “doctrina oficial”. En mi experiencia, el uso de estas expresiones indica la presencia de unos prejuicios profundamente arraigados que desnaturalizan totalmente la esencia misma de la Iglesia y de su enseñanza. En general, suelen transmitir la idea de que se puede ser católico sin pensar, actuar ni sentir como católico, porque esas cosas pertenecen a la Iglesia o a la doctrina “oficiales". Es decir, la idea de que se puede ser católico sin molestarse en serlo.

En cuanto escucho a alguien hablar de “Iglesia oficial”, de la “Iglesia institucional” o de la “doctrina oficial”, me resigno a tener que discutir y tomo el resto de lo que se dice con desconfianza. Es más, ya ni espero a que diga la palabra entera. En cuanto escucho “of…”, suenan las alarmas. Lo siento por quien esté hablando de ofrendas, ofertas u Ofelias, pero, como aquella monja del convento de Santa Teresita, el alérgico termina por aborrecer hasta las flores de plástico.

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30.07.10

Un sobresaliente para la catedral de D. Guillermo

Hace unos días, visité la catedral de Tuy, dedicada a Nuestra Señora y de la que es canónigo penitenciario D. Guillermo Juan Morado, ilustre bloguero de InfoCatólica. Por desgracia, como la visita fue imprevista, no pude ponerme en contacto con él. Sin embargo, visité la iglesia, que no conocía, y me alegré mucho de ello. No sólo me gustó la catedral, sino que también me impresionó muy agradablemente la organización de la misma y he pensado que convenía contarlo aquí, por si alguien puede sacar de esto una buena idea para otras catedrales e iglesias.

En primer lugar, hay que resaltar algo que debería ser normal pero que, en otros lugares, ha dejado de serlo: los fieles pueden pasar libremente a rezar a la catedral. No se les cobra por ello. En la capilla del Santísimo había, además, pequeños folletos para ayudar a hacer oración. Es decir, se recuerda que la catedral es, ante todo, un templo y no un museo.

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29.07.10

Pero Don José Fernando, no es ésa la verdad católica

Quaestio Quodlibetalis XXV.D. José Fernando Rey Ballesteros escribió ayer un artículo muy interesante sobre los Pastores y los fieles, titulado “No toquéis a mis ungidos”. Sensatamente, D. José Fernando está preocupado por la desobediencia generalizada hacia el magisterio y quiere remediarla. Su tesis fundamental es que no se debe criticar nunca públicamente a sacerdotes ni obispos: “Aún en el caso de que un pastor hubiese pecado gravemente o hubiese errado en materia fundamental, sólo su superior, en uso de su autoridad, puede juzgarlo y reprenderlo pública o privadamente, edificando así al resto del rebaño”.

Es, ciertamente, una tesis bienintencionada y, como decía, intenta responder a una situación actual en la que la autoridad eclesial está muy debilitada. Sin embargo, no es eso lo que enseñan ni la Escritura, ni el Magisterio, ni la Tradición ni el sentido común. Vamos a ir examinando poco a poco la cuestión y las razones que da D. José Fernando.

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