Este verano, se lanzó en España una película de Noruega con el peculiar título de “Zombis Nazis". Lo cierto es que ya el título lo dice todo. El típico grupito de jóvenes, refugiado en una cabaña en medio de la nieve, es atacado por los malvados zombis nazis que, volviendo de la muerte, intentan recuperar el oro que ya robaron a los pobres aldeanos noruegos durante la ocupación alemana, hace casi setenta años.
No piensen que les estoy recomendando la película, porque ya imaginarán que es muy mala. Sin embargo, hay que reconocer que el guionista ha tenido una buena idea. Como sabrán, las películas de disparos y explosiones suelen basarse en “malos” muy malos, de manera que al espectador no le apene ver que los héroes los liquidan por centenares o por miles. Probablemente, el guionista pensó: “¿Qué hay más malo que los nazis? Está claro. Zombis nazis.” Y así surgió la película.
La historia, evidentemente, es tan absurda e inverosímil que mueve más a risa que a miedo. Ninguno de nosotros podría creérse la trama ni por un segundo. ¿Alguien cree que podrían existir zombis nazis? ¿Hay alguna posibilidad de que esos muertos vivientes nos ataquen y devoren a todo aquel que no pueda correr los cien metros lisos en diez segundos? Un obispo australiano piensa que sí. Y, a mi juicio, no le falta razón.
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