25.02.12

Miércoles de ceniza: el desaparecido arte de morir

The-GuardianUn amable lector me ha avisado de un curioso artículo aparecido en el periódico británico The Guardian. Me ha parecido tan interesante que lo he traducido para el blog. Curiosamente, trata el mismo tema del que hablé hace tiempo en un post… y llega a unas conclusiones similares a las mías, pero desde un punto de vista secular: el valor de la visión cristiana de la muerte frente al escapismo de la cultura moderna.

Para entender bien el valor de estas reflexiones hay que saber que The Guardian es un periódico de izquierdas, generalmente muy crítico con el cristianismo en general y especialmente con la Iglesia Católica en particular. El hecho de que un periódico así publique un editorial como éste supone que hay cuestiones en las que va quedando claro, a pesar de las ideologías y del pensamiento débil de nuestra época, que el único camino moral y existencial viable a largo plazo es el que marca la Iglesia. Quizá estemos acercándonos ya a la sociedad post-postcristiana.

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23.02.12

Un libro para esta cuaresma: La Cristiada

Portada Cristiada pequeñaMe voy a permitir recomendar a los lectores un buen libro para leer esta Cuaresma, que acabamos de editar en Vita Brevis: La Cristiada, de Fray Diego de Hojeda, un dominico nacido en Sevilla en 1570. Es un libro estupendo, que todo católico hispanohablante debería conocer y releer periódicamente, tanto por su gran calidad poética como por su carácter de obra católica monumental. Podría considerarse la Divina Comedia de la literatura española y del Barroco. Inspirándose en epopeyas clásicas como la Ilíada o la Eneida, Hojeda describió en verso la mayor gesta heroica de todos los tiempos: la encarnación del Hijo de Dios.

Aunque, por supuesto, se puede leer en cualquier momento, resulta especialmente adecuado para la Cuaresma, porque describe, contempla y desmenuza en verso la pasión, muerte y resurrección de Cristo. En ese sentido, nos puede ayudar a identificarnos con los sentimientos de Jesús, a meditar los diversos aspectos de su pasión, a acompañarlo en sus sufrimientos y su muerte y a alegrarnos con la Virgen de su resurrección. En cierto modo, es una versión poética de la contemplación que aconseja San Ignacio, colocándonos dentro de las escenas evangélicas y meditándolas desde dentro. O, por decirlo de forma más moderna, es como la película de La Pasión de Mel Gibson, pero en verso.

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22.02.12

Una cuaresma maravillosa

Ceniza cuaresmaHace mucho tiempo, un sacerdote muy sabio me dijo que una de las cosas que más facilitan la vida cristiana es aprovechar las ayudas que la Iglesia da en la liturgia. Es decir, por ejemplo, para tener una buena Cuaresma, nada ayuda más que fijarse en la liturgia de estos días, en las lecturas de conversión que prepara la Iglesia, en los signos cuaresmales (el sacramental de la ceniza, vestiduras moradas, ausencia de flores, cantos más sobrios, se deja el aleluya y el gloria para la Pascua…) o en las oraciones litúrgicas, que destilan la sabiduría sobrenatural de la Iglesia.

Hoy me he acordado de ello al leer la lectura breve que la Iglesia pone para el rezo de Laudes del primer día de Cuaresma. La he leído, me he quedado asombrado y he tenido que dar gracias a Dios:

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15.02.12

Iglesia de alta velocidad

Alta VelocidadA pesar de los raudos trenes de alta velocidad, el viaje hasta París se hace largo. Tomé el tren el domingo a las ocho y media de la mañana y llegué a las ocho y media de la noche, de la salida del sol hasta el ocaso.

Un trayecto tan largo es cansado, pero tiene una cosa muy agradable: la posibilidad de rezar tranquilamente la Liturgia de las Horas, a medida que va transcurriendo el día. Es bonito recorrer kilómetros y kilómetros mientras uno va rezando laudes, alabando a Dios. El tren se convierte en una especie de iglesia en movimiento, que atraviesa los campos a doscientos cincuenta kilómetros por hora.

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11.02.12

Otra historia de Setteville

sacerdoteQuizá recuerden los lectores la entrañable historia de la parroquia de Setteville, en los suburbios de Roma, que contamos en este blog en el post Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Hoy, Óscar me envía otro relato de aquella pequeña parroquia, la historia de su suegro: hijo de familia humilde, reparador de antenas, doctor en Matemáticas, padre de familia, abuelo, viudo y, finalmente, sacerdote. También reaparece en la historia nuestro viejo conocido de Setteville: el sacerdote Don Gino.

Es fantástico pensar que cada pequeña parroquia, de las incontables que existen en la Iglesia Católica, tendrá sus historias como éstas, cuajadas de milagros y de la gracia de Dios. Qué grande es Dios y qué maravillosas son sus obras.

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