Bob Esponja, Hello Kitty y el pecado original
Hace unos días, en la Puerta del Sol de Madrid, los famosos dibujos animados Bob Esponja y Hello Kitty se liaron a puñetazos ante la sorpresa y perplejidad de niños y mayores que pasaban por allí. No es la primera vez. El año pasado, Minnie (la eterna novia del ratón Mickey) y Dora la Exploradora se enzarzaron en una pelea y, en aquella ocasión, fueron separadas por Bob Esponja.
Por supuesto, se trata de personas disfrazadas de dibujos animados (espero que no muchos de mis lectores se sorprendan si les digo que los dibujos animados no son reales), que deambulan por la Puerta del Sol para que los niños se hagan fotos con ellos y conseguir unas monedas. Las peleas vienen, de hecho, del intento de conseguir los mejores sitios, ahuyentando la competencia de otros dibujos animados.
Quizá sea deformación profesional de un bloguero católico, pero todo esto me ha resultado una parábola perfecta de la existencia del pecado original y, por lo tanto, del fracaso inevitable de las utopías basadas en la mera “buena voluntad” de los hombres.