Las teologías excusa

Leo en InfoCatólica, con ocasión del fallecimiento del P. Scannone SJ, que en gloria esté, una afirmación de este que resulta muy significativa. Con ella, el jesuita argentino intentaba explicar la diferencia entre su “teología del pueblo” y la “teología de la liberación”, que, como es sabido, generalmente utilizaba presupuestos marxistas para “interpretar” la realidad (interpretar, por supuesto, en el sentido marxista de transformar con poco éxito esa realidad).
Decía el P. Scannone que, en la teología del pueblo:
«no se usa el análisis social marxista, sino preferentemente un análisis histórico-cultural, sin desechar el socio-estructural, pero no basado en la lucha de clases como principio determinante de interpretación de la sociedad y la historia».
Sin duda, el hecho de no utilizar el análisis marxista, felizmente refutado hasta la saciedad y desprestigiado contundentemente por la misma realidad que pretendía interpretar, es un punto positivo para cualquier teólogo católico. Al menos en el mismo sentido en que no mezclar alegremente cerillas encendidas y bidones de gasolina es un punto positivo para cualquier bombero.



Traigo hoy al blog la tercera y última parte del artículo de José Alberto Ferrari, “Desventura del hombre de negocios —entre el consuelo y la dispersión—”. En estas reflexiones sobre el riesgo de ser como Judas en la administración del dinero, consideramos ahora la segunda causa de ese riesgo: la dispersión o distracción.








