26.02.25

Información, censura y otras

Algunos lectores ya sabrán que el conocido y siempre interesante blog Wanderer ha sido desalojado de su dirección habitual blogspot, aunque ha encontrado nueva morada en https://elwanderer.com/ y en Twitter/x (@CaminaWanderer). El traslado ha sido forzado por una denuncia presentada a blogspot, denuncia que el propio blog atribuye a algún eclesiástico enfadado, quizá de la diócesis argentina de San Rafael.

En efecto, hace unos días el Wanderer publicó una información terrible en materia de abusos, aunque verdadera, que había sido ocultada por la diócesis. Una vez que el Wanderer dio la voz de alarma, múltiples medios de comunicación publicaron artículos similares, en algunos casos añadiendo nueva información, y la diócesis tuvo que reconocer la verdad.

Al margen del caso concreto, que no conozco en absoluto y en el que no nos vamos a meter, el propio Wanderer plantea temas interesantes de gran calado, sobre los que he pensado bastante, aunque sigo teniendo dudas. Desde el punto de vista utilitario, ¿sirve de algo censurar información verdadera, aunque incómoda, en un mundo como el de hoy, en el que todo se termina sabiendo? ¿O esa censura provoca un efecto Streisand (así llamado porque la actriz intentó que se censuraran fotos de la costa de California en las que aparecía su casa y no solo perdió el juicio, sino que consiguió que cientos de miles o millones se interesaran por las fotos y las descargaran de Internet)? La censura es admisible y a veces conveniente según la Iglesia, pero ¿hasta qué punto resulta conveniente hoy, en qué lugares y en qué casos?

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23.02.25

El secreto de la vejez

Hace tiempo, se trasladaron los restos de una tía mía al lugar donde iban a reposar definitivamente, más o menos un año después de que falleciera. Un sacerdote tuvo la amabilidad de rezar un responso con nosotros en esa ocasión, cumpliendo así una de las obras de misericordia espirituales, tan olvidadas hoy.

Mientras rezábamos con el sacerdote por mi tía, por un momento me pareció vislumbrarla llegando a las puertas del cielo. Había muerto con más de ochenta años, pero yo la vi como una niña, con el pelo rubio liso y suelto, mirándolo todo con la curiosidad y la admiración que siempre tenía. El mismo Cristo salió a recibirla y le dio un gran abrazo. También nuestra Señora acudió con una sonrisa de cariño a dar la bienvenida a aquella niña que llevaba su nombre.

Solo fue un instante y probablemente no se tratara más que de mi imaginación, qué sé yo, pero me consoló mucho. En especial porque, justo después, me acordé de un icono oriental que había visto por primera vez en Jerusalén.

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17.02.25

Nuevo libro: Bestiario de Predicadores

¿A quién no le fascinan los antiguos bestiarios y libros de los naturalistas clásicos, con sus esbozos de especies misteriosas y exóticas? ¿Quién no ha deseado ir por el mundo dibujando, en un ajado cuaderno de tapas de cuero, un buen número de olifantes, cameleopardos, unicornios, hidras, pegasos y aves fénix?

Estoy muy atareado y algo viejo para embarcarme en expediciones a los confines de la tierra, pero nada me impide inventarme una y eso es lo que he hecho. Eso sí, como la mayoría de los bichos exóticos ya están al alcance de la mano en cualquier zoo, decidí dedicar mi expedición a estudiar el ser más exótico y misterioso de todos: el predicador.

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13.02.25

No nos avergoncemos del combate

Sucede a veces que los ancianos, al final de su vida, cuando se les va la cabeza, comienzan a decir barbaridades e incluso insultos, groserías y procacidades. Sus cuidadores y familiares, como es lógico, lo pasan muy mal e incluso pueden escandalizarse de ello, sintiéndose desilusionados, como si esas barbaridades fueran un indicio de que el anciano había estado engañándoles toda su vida. Nada más lejos de la realidad.

Cuando algo así sucede, ya no es el anciano el que está hablando, sino los demonios con los que combatió y a los que mantuvo a raya toda su vida en una lucha sin cuartel. Una vez que su mente, debilitada, ya no está presente para hacerles frente, los demonios rugen y alborotan, intentando desquitarse con su cuerpo enfermo de lo que no pudieron lograr en buena lid. No se trata, pues, de algo de lo que haya que avergonzarse, sino de un timbre de gloria de ese veterano guerrero.

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10.02.25

Trump y el espinazo de la modernidad

Parece que el presidente Trump nos despierta cada día con alguna nueva iniciativa, cada una más sorprendente que la anterior, desde la eliminación de organismos de subsidios turbios y la deportación de inmigrantes ilegales a la creación de un departamento de eficiencia gubernamental (un oxímoron donde los haya) o la marcha atrás en temas de transexualidad. Sus iniciativas y planes, además, no se limitan al interior de los Estados Unidos, sino que afectan a lugares tan dispares como Groenlandia, Gaza, Canadá, México o Panamá.

Sus enemigos políticos no esperaban esta vorágine de medidas y la nueva situación les ha pillado con el pie cambiado. Lo que más me interesa a mí, sin embargo, es la reacción de los católicos. Algunos están (con cierta razón) encantados con Trump y consideran desleal o desagradecido oponerle cualquier crítica. Otros (también con cierta razón) se empeñan en señalar que, en muchas cosas, las políticas de Trump y su conducta personal se apartan considerablemente de la moral católica, por lo que cualquier católico debe condenar públicamente al personaje.

A pesar de tener ambos su parte de razón, como ya he dicho, creo que ni unos ni otros aciertan en el diagnóstico general. Y tampoco lo hacen los que piensan que la verdad está en el término medio. Lo cierto es que la importancia de Trump no está en sus políticas concretas, algunas de las cuales son estupendas y otras absurdas o inmorales. Es necesario ir más allá. Lo importante de Trump es que es una señal, un signo de victoria que, de un solo golpe, ha roto el espinazo de la modernidad.

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