Dentro de veinte años...
Al escribir el domingo un artículo sobre San Francisco Javier, patrono de las misiones, me acordé de una historia que me contó, hace tiempo, un novicio comboniano. Antes de relatarla, quiero decir que los Misioneros Combonianos siempre me han caído simpáticos, porque de niño estuve suscrito durante años a Aguiluchos, una revista misionera que publicaban y que, al menos en aquella época, era excelente. Por lo que sé, es muy probable que la historia sólo transmita la opinión de este novicio y de los protagonistas de la misma y no refleje en absoluto la forma habitual de actuar de estos Misioneros.
Según me decía este novicio, su congregación había fundado un dispensario médico en una aldea perdida de algún rincón de África. Por decisión propia, no hablaban nunca de Dios a los nativos, sino que se limitaban a prestar servicios médicos al que los necesitaba y a inculcar normas de higiene y sanitarias a los pacientes.

Con ocasión del anuncio de Luis Fernando Pérez Bustamante, en su blog , de su intención de presentar una queja ante la Congregación para la Doctrina de la Fe con respecto a las declaraciones públicas del P. Masiá sobre la virginidad perpetua de Nuestra Señora, se ha levantado una cierta polvareda.
En los últimos días, el P. Juan Masiá ha escrito una serie de artículos titulados
En una de las iglesias católicas de Bangkok, a más de 10.000 kilómetros de España, me hizo ilusión ver varias imágenes de santos españoles. Una de ellas, colocada en un lugar especial dentro de la iglesia, era de San Francisco Javier, el gran apóstol de la evangelización de Asia.
La mayoría de los lectores habrán escuchado o visto estos días los anuncios que la Conferencia Episcopal ha pagado en radio y televisión para animar a la gente a elegir la colaboración con la Iglesia en su declaración de Hacienda. El lema de este año es “Cada vez más, necesitamos tu compromiso”.



