Puestos a soñar
Siempre he pensado que, puestos a soñar, merece la pena hacerlo a lo grande. Ya que los sueños son gratis, ¿por qué conformarse con poca cosa? Y eso no implica en absoluto que sean menos realistas. A fin de cuentas, el sueño más estupendo y a la vez disparatado que podrían haber tenido los hombres se convirtió en realidad: el Hijo de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Todos nos hemos alegrado con las noticias de la creación por el Papa de nuevos Ordinariatos para permitir la vuelta a la Iglesia de los anglocatólicos. ¿Por qué no soñar con que esto sólo sea el principio de algo más? ¿Por qué no esperar que el Papa alemán “de transición” pueda poner las bases para una unidad eclesial mucho mayor? ¿Por qué no esperar que los Ortodoxos sigan el mismo camino?
En este sentido, me han parecido interesantísimas las declaraciones de John Hepworth, Primado de la Traditional Anglican Communion: