Probablemente el mayor teólogo del siglo XX
HENRI DE LUBAC, “BUSCADOR INCANSABLE, MAESTRO ESPIRITUAL Y JESUITA FIEL” (JUAN PABLO II)
JOSÉ RAMÓN GODINO ALARCÓN
En relación con el artículo anterior, si queremos hablar de un teólogo que influyó sobremanera en el s. XX y más directamente en el Concilio Vaticano II el elegido sería, a pesar de los muchos candidatos, otro hijo insigne de San Ignacio de Loyola, el Cardenal Henri de Lubac.
Nació en Cambrai, Francia, el 20 de febrero de 1896. Hijo de un banquero que pertenecía a la antigua nobleza del centro-sur de Francia, su infancia transcurrió como la de cualquier chico de clase alta, recibiendo una esmerada educación y viviendo como aristócrata en la forma y la apariencia. Pero el joven Henri no siguió los pasos familiares y abrazó la vida religiosa. El 9 de octubre de 1913 entró en Lyon en la Compañía de Jesús, una institución religiosa con poca popularidad en Francia, aunque en la vanguardia educativa.
La situación europea se fue complicando poco a poco desde la entrada de De Lubac en la Compañía. Por esta razón la escuela de la Compañía se trasladó a Inglaterra, intentando con ello que los estudiantes no tuvieran que servir en la guerra que se avecinaba. Pero De Lubac fue llamado a filas en 1914, con tan solo dieciocho años. La experiencia de la guerra resultó muy dura. Combatía en el ejército francés hasta ser herido en la cabeza en la Batalla de Verdún (1916) Sus heridas eran de consideración, por lo que abandonó el ejército y pudo volver con los jesuitas.
A partir de ese momento comenzó la formación filosófica en Inglaterra, primero en Canterbury y, desde 1920, en Jersey. Estos años propiciaron que De Lubac conociera el ambiente intelectual inglés, muy distinto del que se vivía en el continente y en ese momento a la vanguardia mundial. Brevemente continuó sus estudios en Calais en 1924, pero de nuevo tuvo que volver a Inglaterra para cursar estudios de Teología en Hastings. Por fin, en 1926 la Compañía de Jesús pudo volver a su sede habitual, la Fouerviére de Lyon. Allí fue ordenado sacerdote el 22 de agosto de 1927 e impartió su primera conferencia en 1929, tras haber terminado sus estudios teológicos.
El P. Henri había destacado positivamente en sus estudios teológicos, por lo que al terminar su formación teológica se convirtió en profesor de Teología fundamental en la Universidad Católica de Lyon. En ella se mantuvo durante más de 30 años, desde 1929 hasta 1961, con tan sólo dos interrupciones: la de la Segunda Guerra Mundial y el tiempo que, como veremos, estuvo alejado de la docencia por obediencia a la Santa Sede.
Ya antes de la guerra, el P. Henri se había convertido en un autor de éxito y cuyo criterio teológico suscitaba la atención de los alumnos de toda Europa que acudían a recibir formación teológica en Lyon. Su primer libro, Catolicismo, publicado en 1938, supuso una auténtica revolución al tratar el aspecto social del dogma. La guerra propició un parón forzoso editorial, pero varias obras que se habían ido gestando hasta que 1940 aparecieron en edición conjunta después de la guerra. Los libros de De Lubac suscitaban atención en el ambiente teológico, en especial entre quienes propugnaban una nueva forma de hacer Teología y que veían en él un referente. No faltaban tampoco quien los miraba con sospecha.
Todas estas obras, en especial el Sobrenatural, pusieron al P. Henri en primera línea de la Teología especulativa. En 1942 había fundado con Daniélou, también jesuita y amigo, la revista Sources chrétiennes, dedicada a la Patrología y que se convirtió en símbolo de la Nouvelle theologie, la nueva forma de hacer Teología que venía exponiendo en sus obras y que había enseñado a sus alumnos de Lyon, entre los que destacaban los jóvenes religiosos von Balthasar y Daniélou. La revista marcaba el camino que debía seguir el nuevo método teológico, más centrado en la tradición patrística que en el método tomista, por aquel entonces casi obligatorio para los centros católicos.
La Segunda Guerra Mundial influyó mucho en la vida de Henri de Lubac. Desde el comienzo se sumó a la iniciativa de “resistencia espiritual”: la oposición al régimen nazi a través de iniciativas pacíficas clandestinas. Para ello colaboró activamente en la publicación de Cahiers du temoinage chrétien. En la publicación se defendía claramente cómo era imposible compatibilizar la fe cristiana con la filosofía y las actividades del régimen nazi, en especial el antisemitismo. Además se mostraba frontalmente opuesta al gobierno de Vichy, títere en el sur de los invasores nazis. Para el P. Henri esa implicación suponía poner en riesgo su vida y, como consecuencia, mantener una existencia apartada, clandestina. Varios de sus compañeros de resistencia fueron detenidos y ejecutados por su participación en la difusión de la revista. A pesar de la tensión y los problemas sus estudios no se detuvieron y la investigación teológica siguió su curso.
Al acabar la guerra, como hemos dicho, De Lubac estaba en primera línea en el plano teológico. Esa primera línea no sólo le daba parabienes, también había muchos teólogos que miraban con recelo su producción, en especial a lo que se refiere a la relación entre la gracia y la libertad, controvertido tema cerrado en falso en el s. XVI y que había enfrentado a jesuitas y dominicos. La Santa Sede recomendaba con gran viveza (con documentos magisteriales incluso) la vuelta a la Escolástica tomista, distinta de la Escolástica que enseñaba la Compañía de Jesús, que utilizando a santo Tomás aportaba enseñanzas en gran medida distintas, lo que solía oponerles a la escuela dominica, tradicionalmente fiel al Aquinate.
La publicación del Sobrenatural y de otras obras como El drama del humanismo ateo supuso un escándalo y en muchos lugares se entendió como una nueva forma de la Compañía de señalar a un teólogo de su orden que creara una corriente distinta a la tomista. El momento no era el más propicio, con la controversia modernista muy reciente y con una gran preocupación en la Santa Sede por lo que se enseñaba en las facultades católicas. La guerra había detenido la actividad normal en todos los sentidos, pero una vez pasada la contienda el tema fue abordado con gran preocupación incluso por las más altas instancias.
El mismo De Lubac decía que en 1950 “un rayo cayó sobre Fourviére”. Tras muchas investigaciones es apartado junto con otros cuatro profesores de la docencia cuando tan sólo había impartido un curso completo entre 1935-1940 (siguiendo la tradición, el profesor de dogmática impartía todas las asignaturas para así poder desarrollar todo su pensamiento, lo que duraba en esa época cinco cursos).
Tuvo que dejar su cátedra, la provincia jesuita de Lyon y su actividad editorial. El Sobrenatural, junto a algunas obras más es apartado de las bibliotecas de la Compañía de Jesús por orden de la Santa Sede. Incluso se ordenó limitar al máximo la distribución pública de sus obras. De Lubac, de facto, era sospechoso por sus ideas. Él mismo contaba como el superior de la Compañía de Jesús, Janssens, afirmó que había tenido que tomar tales medidas porque en la Curia se pensaba que De Lubac tenía “errores perniciosos sobre los puntos esenciales del dogma”. El religioso obedeció a todo lo que se le mandaba, dedicándose a la vida normal de jesuita sin atraer hacia sí ningún tipo de atención.
Ese mismo año Pío XII publicaba la Humani generis. Muchos han pensado que se trataba de un mensaje para los teólogos de la “nouvelle theologie”, pero en especial para De Lubac. Los rumores le atacaban desde hacía tiempo, pero que se dijera que directamente el Papa señalaba errores era casi una condena. Con la perspectiva del tiempo podemos entender los recelos e incluso la oposición de amplios sectores teológicos. La “nouvelle theologie” proponía una renovada atención a las fuentes patrísticas del catolicismo, la voluntad de hacer frente a las ideas y preocupaciones de los hombres y mujeres contemporáneos, un nuevo enfoque en el trabajo pastoral y el respeto a las competencias de los laicos. En el fondo era un sentido de la Iglesia Católica desde la Historia viendo cómo el paso de los siglos la había ido afectando. Tantos elementos nuevos podían resultar indigestos en una Teología que había permanecido durante un siglo casi sin alteraciones, pero con una base filosófica fortísima. Lo que se proponía en ese momento era adecuado, pero, a juicio de muchos contemporáneos, inconsistente en su base.
Los “años oscuros” de Henri de Lubac se extendieron durante casi una década. Tiempo de silencio, obediencia a sus superiores y fidelidad a la Iglesia. Sólo en 1956 se le permitió volver a Lyon y hasta 1958 no se recibió aprobación de Roma para que pueda volver a la enseñanza de la dogmática como antes de ser apartado de la docencia. A pesar de todo, estos años fueron prolíficos para el P. Henri, que a pesar de no poder publicar ninguna obra, continuó con sus estudios. Fruto de este tiempo son dos de sus obras más importantes: Meditación sobre la Iglesia, auténtica inspiradora de la Lumen Gentium, y Ateísmo.
En 1957 se convirtió en miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y en 1959 comenzó a colaborar con el Instituto Católico de París. El regreso a la enseñanza y la posibilidad de publicar, esta vez sin presiones, volvió a situar a De Lubac en una posición privilegiada y de autoridad teológica, por lo que Juan XXIII le nombró en agosto de 1960 asesor de la Comisión Preparatoria de Teología para el próximo Concilio que había de celebrarse. La rehabilitación de Henri de Lubac era ya completa.
Durante el Concilio actuó como perito en cuestiones teológicas, influyendo notoriamente en el desarrollo de las discusiones conciliares. Cercano a Pablo VI, durante las últimas sesiones ayudó en la Comisión Teológica y en varias secretarías, teniendo una autoridad incontestable. Después del Concilio fue miembro de la Comisión Teológica internacional.
Es cierto que las actas del Concilio no nos permiten medir hasta dónde llegó la influencia de De Lubac ni los temas en los que más influyó, pero la mayoría de los historiadores señalan que donde más se notó su peso fue en la Eclesiología. El esquema presentado en el aula conciliar fue desestimado completamente para gestar un nuevo documento que, con el paso del tiempo, se convertiría en uno de los más difíciles y discutidos. De Lubac hacía hincapié en que se definiera a la Iglesia como Pueblo de Dios, alejándose de las afirmaciones clericalistas que se podían entender desde las antiguas definiciones. El resultado nos da a entender la influencia de Henri de Lubac en Lumen Gentium y, por añadidura, en Gaudium et Spes.
Después del Concilio el P. Henri podía ser considerado el teólogo más importante de la Iglesia. Con el permiso de sus superiores comenzó a rehabilitar la figura de Teilhard de Chardin, quien al haber muerto en 1955 en una situación parecida a la que tuvo que pasar él mismo en esos años había quedado reducido a un segundo plano, siendo escasamente reconocido incluso en la Compañía de Jesús. Durante estos años De Lubac trabajó junto con sus amigos y discípulos para que lo gestado en años anteriores lanzara una luz a la Iglesia, desgarrada en ese tiempo por los desmanes posconciliares.
Su amistad con Pablo VI creció a lo largo de los años, llegando incluso a ser propuesto como cardenal en 1969. De Lubac se negó porque eso conllevaba un “abuso del ministerio apostólico”. Según la normativa, todos los cardenales debían ser obispos, algo que rechazaba De Lubac para sí mismo. Pablo VI, que deseaba hacer cardenal a algún teólogo jesuita de la nueva escuela, al final optó por Daniélou, gran amigo de De Lubac y fiel colaborador incluso en los “años oscuros”.
Sus últimos años fueron tranquilos, en París. Desde allí continuaba con su vida de estudio hasta que la enfermedad le impidió la actividad. Se había adelantado a su tiempo en temas como el diálogo interreligioso o el ecumenismo y pasó sus últimos años en la oscuridad del retiro. Como último reconocimiento Juan Pablo II rompió la normativa de que los obispos fueran cardenales para que De Lubac aceptara el nombramiento. Fue creado cardenal el 2 de febrero de 1983, llegando incluso a ser durante poco más de un año el cardenal más anciano. Murió en París el 4 de septiembre de 1991. En sus funerales se leyó un mensaje de Juan Pablo II que le definía como “buscador incansable, maestro espiritual y jesuita fiel en el ámbito de las diversas dificultades de su vida”. Así expresaba su alta estima y la de la Santa Sede, recordándole como una luz que brilló en medio de la oscuridad. Las cosas habían cambiado mucho desde los años 50.
30 comentarios
"Después del Concilio el P. Henri podía ser considerado el teólogo más importante de la Iglesia. Con el permiso de sus superiores comenzó a rehabilitar la figura de Teilhard de Chardin, quien al haber muerto en 1955 en una situación parecida a la que tuvo que pasar él mismo en esos años había quedado reducido a un segundo plano, siendo escasamente reconocido incluso en la Compañía de Jesús".
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Aclaro que no estoy versado en teología, por no decir que soy un perfecto analfabeto, pero en lo de Teilhard de Chardin me gustaría me lo aclararan un poco, ya que según mis cortos conocimientos creo que tal teólogo fue declarado non grato ya que estaba fuera de la ortodoxia de la Iglesia en sus pensamientos y enseñanzas. No entiendo cómo entonces lo quería rehabilitar.
Por supuesto que la intención de De Lubac era todo lo contrario: subrayar lo sobrenatural, hacerlo tan importante para el hombre moderno, naturalista y secularista, que se lo viese como constitutivo, al fin de cuentas, de la naturaleza humana.
Y es que los extremos se tocan.
De Lubac parte de la tesis tomista del deseo natural del fin sobrenatural en el hombre. Pero la entiende de tal manera, que implica según él la negación de que la naturaleza humana tenga un fin natural. Su único fin, dice, es el sobrenatural, y por eso su deseo natural es del fin sobrenatural.
Obviamente que todos los cristianos debemos sostener que de hecho, el único fin para el cual ha sido creado todo hombre y todo ángel, más allá de que usando su libre albedrío lo alcance o no, es el sobrenatural, la visión de Dios.
Pero para De Lubac es algo más que una cuestión de hecho, debida a la libre Voluntad divina: se trata de algo inscrito en nuestra misma naturaleza, que así aparece internamente, constitutivamente ordenada al fin sobrenatural, con lo cual De Lubac espera vencer la indiferencia del laicismo y el naturalismo respecto de lo sobrenatural.
Por eso, si el único fin de la naturaleza humana como tal es el fin sobrenatural, entonces es imposible que la naturaleza humana exista sin estar ordenada al fin sobrenatural, pues dicha ordenación es constitutiva de la naturaleza humana misma y por tanto no le puede faltar nunca.
De ahí el rechazo de De Lubac a la hipótesis clásica de la posibilidad de que el hombre hubiese sido creado en estado de “naturaleza pura”, es decir, con una finalidad puramente natural.
Pero esto, en buena lógica, quiere decir que la ordenación de la naturaleza humana al fin sobrenatural es natural, pues es constitutiva de esa naturaleza humana. Y si la ordenación al fin sobrenatural es natural, es claro que el mismo fin sobrenatural será también natural.
Dios no podría haber creado al hombre sin ordenarlo al fin sobrenatural, porque no podría haberle dado al hombre otra naturaleza distinta de la humana.
Y entonces (en buena lógica, decimos, porque De Lubac sostiene lo contrario) lo único que es gratuito es la creación. La ordenación al fin sobrenatural ya no es gratuita, porque viene ya dada con la naturaleza humana: Dios no podría negarla una vez que determina crear al hombre.
Respecto de una hipotética naturaleza humana que no estuviese ordenada al fin sobrenatural, dice De Lubac:
"...no me siendo unido con ella sino por lazo puramente abstracto, por más rasgos de parecido que se le atribuyan y que, por otra parte, no dejan tal vez de ser arbitrarios. No me es posible sacar la consecuencia que se buscaba [a saber, la gratuidad de lo sobrenatural] de este lazo tan abstracto." (El Misterio de lo Sobrenatural, cap. "Por una gratuidad real").
Eso equivale a decir que no sería la misma naturaleza, porque ¿cómo podría ser "puramente abstracto" y nada más el lazo que nos une con nuestra misma naturaleza humana?
Ahora bien, sólo en el nominalismo tiene sentido hablar de dos naturalezas humanas distintas entre sí. En el realismo tomista, las naturalezas de las cosas son como los números: la adición y la sustracción cambian la especie.
Se las puede sustituir, no se las puede modificar.
Esto reafirma que para De Lubac nuestra naturaleza no habría podido ser creada sin la ordenación al fin sobrenatural, lo cual lleva consigo, como ya dijimos, la naturalización de ese fin.
Saludos cordiales.
Tenía entendido que de Chardin era partidario del evolucionismo darwinista radical, que estuvo incluso implicado en un sonado caso de adulteración de un fósil que se intentaba presentar como prueba del "eslabón perdido", y que finalmente su obra o parte de ella recibió una reprobación post mortem de parte de la Santa Sede.
¿Pudo en de Lubac más el corporativismo jesuítico que el rechazo de los errores que profesaba de Chardin?
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/0909091034-27-lenguaje-del-p-castellani
Por cierto no es facil endosar a un teologo el titulo del mejor del siglo XX siempre habran criticas como coincidencias.
Mi percepcion es que se entusiasmó con el concepto de evolucion, que ciertamente tiene su lugar en las ciencias naturales, y quiso hacer una sintesis de la evolucion con el cristianismo, pero le salio mucha evolucion y poco cristianismo.
Curiosamente la teologia que tiene mas puntos de contacto con el pensamiento de Teilhard es por lejos la de Rahner, no la de de Lubac. Por si alguien con un traje suficientemente hermetico de hombre rana considera que seria util explorar un poco esas aguas turbias, esta pagina apunta a un articulo que parece de bastante buen nivel academico:
http://www.pacifica.org.au/volumes/pacificavolume.2010-07-01.0266663292/pacificaissue.2010-07-02.3794736961
El titulo no podria ser mas expresivo: "Teilhard’s Vision as Agenda for Rahner’s Christology". Con esa agenda, qué se podía esperar de esa cristología.
El punto doctrinal mas conflictivo de los planteados por de Lubac es el que menciona Nestor arriba, la posicion "integralista" de la relacion entre la naturaleza humana y la gracia santificante, en oposicion a la posicion "extrinsicista" (usando el termino acuñado por de Lubac) sostenida por el tomismo tradicional o neo-escolastico. El tema es que la posicion extrinsicista ha sido consistentemente endosada por el magisterio papal. Los que lean ingles pueden encontrar un muy buen resumen de los pronunciamientos papales sobre el tema en el comentario 79, posteado en December 30th, 2011 por Bryan Cross, en el hilo de discusion bajo este articulo:
http://www.calledtocommunion.com/2011/09/nature-grace-and-mans-supernatural-end-feingold-kline-and-clark/
Una excelente obra sobre el tema, tambien en ingles, es la tesis doctoral del Padre Matthew Bernard Mulcahy OP, disponible en:
http://dlibrary.acu.edu.au/digitaltheses/public/adt-acuvp238.11012011/index.html
"Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación."
La vocacion no es problema porque es sobrenatural, no debida a nuestra naturaleza. El tema es el "manifiesta plenamente el hombre al propio hombre", que en una primera lectura encaja mas con la posicion integralista que con la extrincisista.
Curiosamente hace poco noté que el mismo Benedicto XVI escribio pocos meses antes de renunciar que con algunos textos conciliares es necesario hacer una "recepcion activa" que involucra un esfuerzo "para distinguir, clarificar y comprender" e incluso señalar debilidades. En particular dijo esto de "Nostra aetate":
"Así, en un documento preciso y extraordinariamente denso, se inauguró un tema cuya importancia todavía no era previsible en aquel momento. La tarea que ello implica, el esfuerzo que es necesario hacer aún para distinguir, clarificar y comprender, resulta cada vez más patente. En el proceso de recepción activa poco a poco se fue viendo también una debilidad de este texto de por sí extraordinario: habla de las religiones sólo de un modo positivo, ignorando las formas enfermizas y distorsionadas de religión, que desde el punto de vista histórico y teológico tienen un gran alcance; por eso la fe cristiana ha sido muy crítica desde el principio respecto a la religión, tanto hacia el interior como hacia el exterior."
http://www.news.va/es/news/fue-un-dia-esplendido-inedito-del-santo-padre-bene
Es de destacar que los "tomistas", si bien estaban liderados por Chenu and Congar, incluian a Karl Rahner, Lonergan y Schillebeeckx. Entre los "agustinianos" estaban Bouyer, Daniélou, de Lubac, Ratzinger y von Balthasar.
Para quienes quieran interiorizarse de este tema, y hablen ingles, dos papers de sendos estudiosos reconocidos del tema son:
http://jakomonchak.files.wordpress.com/2013/04/jak-views-of-gaudium-et-spes.pdf
http://www.georgetown.edu/Faggioli-Gaudium-et-Spes/document/1242773362770/Faggioli-034+Vatican+II+Georgetown2.pdf
Kant es lo opuesto a Santo Tomás. ¿Por qué no estudiamos un poquito antes de comentar?
Por otra parte, el tema de la naturaleza y la gracia es especialmente complejo, dado que hay pocas definiciones dogmáticas para guiarnos.
De Teilhard creo que más que un hereje fue un visionario que perdió el seso en materia teológica. Ah, y no está probado en absoluto que tuviera algo que ver con el famoso fraude de Piltdown.
Y esclarecedoras, a mi juicio.
Pareciera que a de Lubac le preocupada (como a toda la Iglesia, tanto que ése fue uno de los grandes motivos convocantes del CVII) la apostasía de masas. El "pueblo soberano" alfabetizado e instruido por el liberalismo progre durante décadas, le daba la espalda a Cristo y se volcaba al ateísmo o a su versión diluida, el agnosticismo.
Lo cual no tenía nada de extraño, es más, lo extraño hubiese sido que no se dieran así las cosas.
Creo -con un convencimiento creciente- que el CVII intentó revertir esta tendencia. De ahí las ilusiones "primaverales" que primaban entre los Padres Conciliares. El famoso "aire fresco" que entraría al "abrir las ventanas".
Veo que de Lubac intentó aportar en este sentido, diciéndole al ateo que la trascendencia era inevitable, por más que el infiel se obstinase en negarla. Quizás - y hablo desde la rudeza de mi ignorancia- hubiese bastado con recordarles la inmortalidad del alma, tan contraria a la fe en la desaparición mágica con el fallecimiento, fe que sostienen con gran convicción los ateos y que los libra de cualquier consideración teológica o tan siquiera trascendente.
De Lubac no fue tan a fondo como Rahner en asociar naturaleza y sobrenaturaleza (cuyo extremo es el "cristiano anónimo"), pero algo avanzó en este sentido, si bien muy cautamente. Creo que la idea que primaba detrás de estos intentos era presentar la Doctrina desde una nueva perspectiva (la "nueva teología")para hacerla más atractiva a las masas desbandadas y desacralizadas. Un intento eminentemente pastoral, pero que en ciertos puntos rozó lo doctrinal, quizás oscureciéndolo un poco.
Modestamente creo que estando -como está- el liberalismo dueño del poder politico, es infructuosa una evangelización de masas. La Nueva Evangelización -que urge- debe poner énfasis en ser claramente católica, evitando las mixturas mundanas, especialmente en la educación. Si ello lleva a una Iglesia numéricamente pequeña (ya lo vislumbró el Card. Razginger) y a pérdida de poder mundano, sea. No son esos los caracteres distintivos de la Iglesia de Cristo, que empezó con 12 parias.
Que se salvaron todos.
Komonchak, en la pág. 22 del trabajo enlazado
http://jakomonchak.files.wordpress.com/2013/04/jak-views-of-gaudium-et-spes.pdf
menciona la necesidad de superar la nocion sobre-simplificada de la renovacion teologica que precedió el Vaticano II, "la nouvelle theologie", como una sola corriente, porque incluia dos corrientes distintas. Por un lado Bouyer, Danielou, de Lubac, Ratzinger y von Balthasar estaban mucho mas "en casa" en el mundo de la Biblia, los Padres, los teologos monasticos y los neo-Agustinianos medievales como San Buenaventura que en el mundo tomista, incluyendo en este no solamente el neo-escolasticismo aguado de la era moderna sino tambien el entorno escolastico y el metodo dialectico de Santo Tomás mismo. Mientras que por otro lado, ciertamente sin descuidar la Biblia o los Padres, Chenu y Congar eran grandes admiradores de Santo Tomás y de lo que Congar llama la "revolución Albertino-Tomista", y con ellos pueden ser asociados en este respecto hombres tales como Karl Rahner, Bernard Lonergan, and Edward Schillebeeckx quienes intentaron una reconciliación del tomismo y el giro al sujeto de la filosofia moderna.
Quien quiera validar el ultimo enunciado del parrafo anterior con otra fuente independiente, puede leer el párrafo "4. Transcendental Thomism" del artículo en el blog de Edward Feser sobre las distintas escuelas tomistas, el que se deja constancia que las otras escuelas consideran que el tomismo transcendental ha concedido demasiado a la filosofia moderna para contar como una variedad genuina de tomismo.
http://edwardfeser.blogspot.com.ar/2009/10/thomistic-tradition-part-i.html
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
"Entonces los justos le responderán diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a ti?”
Y respondiendo el Rey les dirá: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.”
Saludos cordiales.
Hay una discusión entre los exégetas sobre si los "pequeños" son los prójimos en general o específicamente los cristianos ("estos hermanos míos más pequeños")y de acuerdo con ello, si se trata del juicio final universal o del juicio de las naciones, es decir, de los gentiles, que son juzgados según cómo se han comportado respecto de los cristianos.
En todo caso, parece claro a la luz de la doctrina católica que no se va al cielo si se ha dado un vaso de agua al sediento y luego se ha muerto en pecado mortal.
Saludos cordiales
Saludos cordiales.
Los que sin culpa propia ignoran el evangelio de Cristo y de su iglesia y, sin embargo, buscan a Dios con sincero corazón y se esfuerzan, bajo la influencia de la gracia en cumplir en sus obras la voluntad de Dios que conocen mediante la voz de su conciencia, pueden alcanzar la salvación eterna" (Lumen Gentium n. 16; cfr Gaudium et Spes n. 22 45).
http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol25/99/099_sesboue.pdf
Escena complementaria de «la llegada» descrita en 24,30s. Allí, como salvación para los suyos; aquí se explica la suerte de los paganos (24,30: todas las tribus de la" tierra; 25,32: todas las naciones); en ambos casos, llegada del Hombre acompañado de sus ángeles. Época histórica después de la destrucción de Jerusalén (24,29). El rey, época del reinado del Hombre (13,41), que se inaugura con la destrucción de Jerusalén (16,28) y dura hasta el fin de esta edad. La suerte de los paganos depende de cuál haya sido su actitud con los más desvalidos (34-36), con quienes se identifica Jesús (40).
Sin duda, que para entrar en la vida eterna es necesario morir en gracia de Dios, lo cual equivale a no tener pecados mortales no confesados. En el caso de los que desconocen a Cristo y a su Iglesia, entiendo que hay que tener en cuenta la posibilidad de la ignorancia invencible en algunas materias morales, y eventualmente de una posible gracia de arrepentimiento extrasacramental.
Aprovecho para señalar que "Selecciones de Teología" no se caracteriza precisamente, en general, por su fidelidad al Magisterio de la Iglesia ni a la doctrina católica.
Saludos cordiales.
Por supuesto que estar en gracia de Dios no consiste solamente en no tener pecados mortales no confesados, es decir, no perdonados. Pero lo implica necesariamente.
Saludos cordiales.
En fin...
Muchas gracias a todos
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