A los 12 años ya era párroco, a los 25 años era hereje
CALVINO, SIN DUDA, EL MÁS GRANDE DE LOS PRIMEROS TEÓLOGOS PROTESTANTES
Una generación lo separa de Lutero, al que nunca llegó a conocer, pues nació en Noyon en Picardía, Francia, el 10 de julio de 1509, y murió en Ginebra, el 27 de mayo de 1564. Estos dos protagonistas de los movimientos reformistas mostraban entre sí fuertes contrastes de nacimiento, educación y carácter. Lutero era un campesino sajón, su padre un minero; Calvino procedía de la clase media francesa, y su padre, un abogado, había comprado la licencia de la ciudad de Noyon, donde ejercía la práctica del derecho civil y canónico. Lutero entró en la Orden de los Agustinos, hizo los votos de vida monástica, fue ordenado sacerdote y concitó mucho odio al casarse con una monja. Calvino nunca fue ordenado sacerdote de la Iglesia Católica: su formación giró fundamentalmente en torno al Derecho y las humanidades; no hizo ningún voto. La elocuencia de Lutero le proporcionó popularidad gracias a la fuerza, sentido del humor, grosería y a la vulgaridad de su estilo. Calvino se dirigía a la gente culta en todo momento, incluso cuando predicaba a las multitudes. Su estilo es clásico; razona sobre los sistemas y tiene un escaso sentido del humor; En vez de fustigar con una vara él utiliza el arma de la lógica aplastante y persuade con la autoridad del maestro, no con los insultos de un demagogo. Escribe en francés con la misma corrección con que Lutero escribe en alemán, y como él, ha sido reconocido como uno de los pioneros en el desarrollo como lengua moderna de su idioma materno. Por último, si consideramos al doctor de Wittenberg un místico, se puede considerar a Calvino como un escolástico; que proporciona una expresión articulada a los principios que Lutero ha arrojado de manera tormentosa sobre el mundo en sus vehementes mítines; y los “Institutos” tal como fueron dejados por su creador han permanecido desde entonces como la norma del Protestantismo ortodoxo de todas las Iglesias denominadas “Reformadas". Sus discípulos franceses llamaron a su secta “la religión"; así ha acabado por ser fuera del mundo romano.
El apellido, escrito de muchas formas, era Cauvin latinizado de acuerdo con la costumbre de la época como Calvinus. Por alguna razón desconocida el Reformador es comúnmente conocido como Maestro Jean C. Su madre, Jeanne Le Franc, nacida en la diócesis de Cambray es mencionada como “bella y devota"; llevó a su hijito a varios santuarios y le educó como un buen católico. Por parte paterna, sus ancestros eran marineros. Su abuelo se estableció en Pont l´Evêque cerca de París, y tuvo dos hijos que se convirtieron en cerrajeros.; el tercero, Gerardo, se convirtió en procurador en Noyon y allí nacieron sus cuatro hijos y dos hijas. Residía en el Place au Blé (mercado de maíz). Noyon, una sede episcopal, había sido desde hacía mucho tiempo un feudo de los Hangest, una poderosa y antigua familia que lo manejaba como si fuera de su propiedad personal. Mas una disputa que venía de antiguo, en la que la ciudad tomó parte, se prolongó entre el obispo y el cabildo. Carlos de Hangest, sobrino del sobradamente conocido Jorge d´Amboise, arzobispo de Rouen, rindió su obispado en 1525 a su propio sobrino, Juan, convirtiéndose en su vicario general. Juan continuó la batalla con sus canónigos hasta que el parlamento de París intervino, debido a lo cual él marchó a Roma y murió finalmente en París en 1577. Este prelado tenía parientes protestantes; se le responsabiliza de haber fomentado la herejía que en aquellos años comenzaba a aparecer entre los franceses. De cualquier modo, las disputas entre el clero proporcionaron a las nuevas doctrinas un campo abonado; y los calvinistas estaban más o menos contagiados por ellas antes de 1530.
Los cuatro hijos de Gerardo se convirtieron en sacerdotes y se les asignó a una parroquia a una edad muy temprana. Al Reformador se le asignó una a la edad de doce años, en la que se convirtió en párroco de San Martín de Marteville en Vermandois en 1527, y en 1529 de Pont l´Evêque. Tres de los hijos asistieron al Colegio de los Capetos de la localidad, donde Juan demostró ser un alumno aventajado. Pero su familia tenía amistad con gente de alcurnia, los Montmor, una rama de la familia Hangest, lo que ocasionó que acompañara a algunos de sus hijos a París en 1523, cuando su madre probablemente ya estaba muerta y su padre se había vuelto a casar. Este último murió en 1531, bajo excomunión por el cabildo por no haber enviado sus cuentas. La causa de esto fue, según se cree, la enfermedad del anciano y no su falta de honradez. Sin embargo, su hijo Carlos, irritado por esta censura, se acercó a la doctrina protestante. En 1534 fue acusado de negar el dogma católico de la Eucaristía, y murió fuera de la Iglesia en 1536; su cuerpo fue expuesto públicamente en la horca como el de un renegado.
Entre tanto, el joven Juan estaba atravesando sus propias dificultades en la Universidad de París, donde su decano, Noel Bédier, se había enfrentado a Erasmo y hacía sentir su autoridad sobre Le Fèvre d´Etaples (Estapulenses), famoso por su traducción de la Biblia al francés. Calvino, un rigorista en el Colegio de la Marche, trabó conocimiento con este hombre (procedía de Picardía) y es posible que haya hojeado su comentario sobre San Pable en latín, fechado en 1512, el cual es considerado por Doumergue como el primer libro protestante escrito por un autor francés. Otra influencia en la misma dirección fue la de Corderius, el tutor de Calvino, a quien le dedicó posteriormente su anotación sobre la Epístola I a los Tesalonicenses, afirmando “si algo hay de bueno en lo que he publicado, te lo debo a ti". Corderius poseía un excelente dominio/estilo del latín, su vida era austera, y sus “Coloquios” le ganaron una fama duradera. Mas cayo bajo la sospecha de herejía, y mediante la ayuda de Calvino se refugió en Ginebra, donde murió en septiembre de 1564. Un tercer heraldo de las “nuevas Enseñanzas” fue Jorge Cop, médico de Francisco I, en cuya casa Calvino encontró acogida y pudo escuchar las discusiones religiosas que Cop alentaba. Y el cuarto fue Pedro-Roberto d´Olivet de Noyon, que también tradujo las Escrituras, nuestro joven hombre de letras, su sobrino, escribió (en 1535) un prefacio en latín del Antiguo Testamento y uno en francés - su primera aparición como autor nativo - del Nuevo Testamento.
Hacia 1527, cuando no contaba más de dieciocho años, la formación de Calvino se había completado en sus líneas maestras. Había aprendido a ser un humanista y un reformador. La “repentina conversión” a una vida espiritual a la que él se refiere no debe ser interpretado literalmente. nunca había sido un católico ferviente; pero las historias que circularon en un tiempo sobre su comportamiento disipado no tienen ningún fundamento; y por un proceso muy natural él se inclinó hacia el bando por el que su familia había tomado partido. En 1528 se inscribió como estudiante de Derecho en Orleans, trabó amistad con Francis Daniel y luego marchó a Bourges donde permaneció un año y empezó a predicar en privado. Margarita de Angulema, hermana de Francisco I y duquesa de Berry residía allí, rodeada de numerosos alemanes heterodoxos.
En 1531 se encuentra de nuevo en París. Wolmar le había enseñado griego en Bourges; aprendió hebreo de Vatable y mantuvo alguna relación con el erudito Budaeus. Sobre estas fechas fue impreso su comentario sobre “De Clementia” de Séneca. Sólo era un ejercicio de estudio, sin ninguna implicación/referencia política. Francisco I estaba, sin duda, tratando a los protestantes con dureza, y Calvino, que ya era doctor en Derecho en Orleans compuso, según cuenta la leyenda, un discurso sobre la filosofía cristiana que Nicholas Cop leyó el día de Todos los Santos de 1532, por el que tanto el escritor como el orador tuvieron que huir precipitadamente perseguidos por los inquisidores reales. Esta leyenda ha sido desautorizada por los críticos modernos. Calvino pasó algún tiempo con el Canónigo de Tillet en Angulema bajo una designación falsa. En mayo de 1534 marchó a Noyon, renunció a su cargo y se dice que fue apresado. Sin embargo, escapó a Nerac, en Bearn, la residencia de la duquesa Margarita, y allí se encontró de nuevo con Le Fèvre, cuya Biblia en francés había sido condenada a la hoguera por la Sorbona. su siguiente visita a París ocurrió durante una violenta campaña de los luteranos contra la Misa, lo que ocasionó represalias, Etienne de la Forge y otros fueron quemados en la plaza de Grève; y Calvino acompañado por Tillet escapó - aunque no sin tropiezos - a Metz y Estrasburgo. En esta última ciudad Bucer tenía autoridad absoluta.
Los líderes reformistas dictaban leyes desde el púlpito a sus partidarios, y este viaje resultó decisivo para el humanista francés, quien, aunque de naturaleza tímida e introvertida, se dedicó a una guerra sobre por escrito contra su propio soberano. la famosa carta de Francisco I está fechada el 23 de agosto de 1535. Sirvió como prólogo a los “Institutos", cuya primera edición se publicó en marzo de 1536, no en francés sino en latín. La disculpa de Calvino para dar lecciones a su rey se basaba en que se habían distribuido por todo el reino bandos que denunciaban a los reformistas como rebeldes. Francisco I no llegó a leer estas páginas, pero si lo hubiera hecho hubiera hallado en ellas una petición no de tolerancia, algo que el reformista despreciaba por completo, sino de renuncia al Catolicismo en favor del nuevo evangelio. Sólo podía haber una Iglesia verdadera, afirmaba el joven teólogo, por lo tanto los reyes deberían poner fin al papismo. (Para una relación de las “Instituciones” véase Calvinismo). La segunda edición es de 1539; la primera traducción francesa, de 1541; la definitiva en latín, revisada por su autor, es de 1559; pero la que se utiliza normalmente, de 1560, tiene partes añadidas por sus discípulos. “Fue más una obra de Dios que mía", dijo Calvino, que tomó por lema “Omnia ad Dei gloriam", y en alusión al cambio que había experimentado en 1529 asumió como emblema una mano saliendo de un corazón en llamas.
Un capítulo muy controvertido de la biografía de Calvino es la visita que durante mucho tiempo se pensó que había hecho a la duquesa Renée, hija de Luis XII, en Ferraro. Se contaron muchas historias relativas a este viaje que han sido desmentidas por los escritores mejor informados. Todo lo que sabemos con certeza es que el reformador, después de poner en orden sus asuntos familiares y convertir a dos de sus hermanos y hermanas a las ideas que apoyaba decidió, a causa de la guerra entre Carlos V y Francisco I, llegar a Bale vía Ginebra, en julio de 1536. En Ginebra, el predicador suizo Fare, que estaba por entonces buscando ayuda para que le apoyaran en su propaganda, le suplicó con tal vehemencia que se quedara y enseñara teología que, como cuenta el mismo Calvino, le aterrorizó hasta que accedió. No estamos acostumbrados a imaginar al profeta austero asustarse con facilidad.. Mas como estudiante y solitario sin experiencia en responsabilidades públicas, bien podría haber dudado antes de meterse en las aguas revueltas de Ginebra, por entonces en su etapa más tormentosa. No se conserva ningún retrato de él perteneciente a esta época. Más tarde se le ha representado de mediana altura, hombros cargados, ojos penetrantes y amplia frente; su cabello era de un tono castaño cobrizo. El estudio y el ayuno le provocaron fuertes dolores de cabeza que sufrió continuamente.
En su vida privada era alegre aunque susceptible, por no decir despótico, sus amigos siempre le trataron con esmerado/delicado respeto. Sus hábitos eran sencillos; no le preocupaban nada las riquezas y nunca se tomó vacaciones. Su correspondencia, de la que se conservan 4271 cartas, versa fundamentalmente sobre temas doctrinales. Sin embargo, su carácter fuerte y reservado se revelaba enseguida a todos aquellos con los que trataba; Ginebra se sometió a su mandato teocrático y las Iglesias Reformadas aceptaron sus enseñanzas como infalibles.
Este era el extraño que Farel recomendó a sus compañeros protestantes, este “francés” elegido para enseñar la Biblia en una ciudad con divisiones internas. Ginebra tenía alrededor de 15000 habitantes. Su obispo había sido, desde antiguo, su príncipe, aunque limitado por privilegios populares. El vidonme o alcalde era el conde de Saboya, y su familia consideraba el obispado como una propiedad que, desde 1450, habían confiado a su hijo menor. Juan de Saboya, hijo ilegítimo del anterior obispo, vendió sus derechos al duque, que era el cabeza de familia, y murió en 1519 en Pignerol. Jean de la Baume, el último de sus príncipes eclesiásticos, abandonó la ciudad, que recibió profesores protestantes de Berna en 1519 y de Friburgo en 1526. En 1527 las armas de la casa de Saboya fueron arrancadas de sus muros; en 1530 el partido católico sufrió una derrota y Ginebra se proclamó independiente. Tenía dos consejos pero el veredicto final sobre medidas públicas era decidido por el pueblo. Este designó a Farel, un converso seguidor de Le Fèvre, como su predicador en 1534. Una discusión entre las dos Iglesias, desde el 30 de mayo hasta el 24 de junio de 1535 concluyó con una victoria de los protestantes. Los altares fueron profanados, las imágenes sagradas destrozadas, la Misa abolida. Las tropas de Berna entraron en la ciudad y el “Evangelio” fue aceptado el 21 de mayo de 1536. Esto implicaba la persecución de los católicos por los consejos, que actuaron al mismo tiempo como Iglesia y como Estado. Los sacerdotes fueron encarcelados; los ciudadanos multados por no asistir a los sermones. En Zurich, Basilea y Berna se establecieron las mismas leyes. La tolerancia no formaba parte de las ideas de la época.
Más, aunque Calvino no había sido el introductor de estas leyes, fue principalmente debido a su influencia que, en junio de 1537, se votaron los “artículos” que hacían hincapié en la comunión cuatro veces al año, el espionaje a los delincuentes, el establecimiento de una censura moral y el castigo de los insubordinados con la excomunión. Se confeccionó un catecismo infantil, que él compuso y que figura entre sus mejores escritos. La ciudad se dividió entonces entre los que “juraban” y los que “no juraban", ya que muchos se negaron a jurar/acatar los “artículos"; de hecho, nunca llegaron a ser aceptados por completo. Habían surgido una serie de interrogantes en los que Berna había tocado algunos puntos que Calvino juzgó irrelevantes. Se convirtió en una figura popular en los debates de Lausana defendiendo la independencia de Ginebra.
Pero los desórdenes sobrevinieron en la ciudad donde, sin embargo, se había extendido el rechazo de los católicos a las medidas impuestas; en 1538 el consejo desterró a Farel, a Calvino y al evangelista ciego Couraud. El Reformista marchó a Estrasburgo, donde se convirtió en huésped de Bucer y Capito, y en 1539 explicaba el Nuevo Testamento a refugiados franceses por 52 florines al año. El cardenal Sadolet había dirigido una carta abierta a los ginebrinos a la que respondió entonces el desterrado. Sadolet insistía en que el cisma era un crimen; Calvino replicaba que la Iglesia Romana estaba corrompida. Se ganó aplausos por su aguda facultad para el debate en Hagenau, Worms y Ratisbona. Sin embargo, él se queja de su pobreza y mala salud, que no le impidieron casarse en esa época con Idelette de Bure, la viuda de un anabaptista a la que él había convertido. Nada más se sabe de ella, salvo que tuvieron un hijo que murió poco después de nacer en 1542 y que ella a su vez murió en 1549.
Después de algunas negociaciones Ami Perrin, enviado por Ginebra convenció a Calvino para que volviese. Y así lo hizo, no de muy buena gana, el 13 de septiembre de 1541. Su entrada fue considerablemente modesta. la constitución de la iglesia admitía ahora “pastores, doctores, mayores y diáconos” pero el poder supremo lo ostentaba un magistrado. Los ministros disponían del arma espiritual de la Palabra de Dios; el consistorio, como tal, nunca ejerció/empuñó el poder seglar. Los predicadores, liderados por Calvino, y los concejales, instigados por sus oponentes, se enfrentaron a menudo. Sin embargo, se mantuvieron las ordenanzas de 1541; el clero, ayudado por ancianos seglares, gobernó despótica y minuciosamente las acciones de cada ciudadano. En Ginebra se podía contemplar una Esparta presbiteriana; se convirtió en un modelo para los puritanos que vivieron después y que hicieron cuanto estaba en sus manos para imitar su disciplina. Se tomó como patrón el Antiguo Testamento, aunque se suponía que los cristianos disfrutaban de la libertad del Evangelio. En noviembre de 1552 el consejo declaró que las “Instituciones” de Calvino constituían “una doctrina sagrada a la que nadie debía contradecir". Así, el Estado proclamaba decretos dogmáticos, cuya fuerza ya se había puesto en práctica, como cuando Jacques Gouet fue encarcelado bajo la acusación de impiedad en junio de 1547 y, después de fuertes torturas, fue decapitado en julio. Algunas de las acusaciones que se esgrimieron contra el desgraciado joven eran frívolas, otras dudosas, La parte que le correspondió a Calvino en este juicio, de haberla, es difícil de determinar. Sin embargo, la ejecución fue decisión suya; ha ocasionado una ofensa mayor que el destierro de Castiello o los castigos infligidos a Bolsec - personas moderadas, contrarias a los puntos de vista radicales en disciplina y en doctrina, y que fueron sospechosas de reaccionarias. El Reformista no retrocedió ante la tarea que se había impuesto.
En cinco años se dictaron en Ginebra cincuenta y ocho sentencias de muerte y setenta y seis de destierro, además de numerosos autos de prisión de ciudadanos muy destacados. No podían liberarse de aquel yugo de hierro. En 1555 se intentó una especie de rebelión bajo la dirección de Ami Perrin. No se produjo derramamiento de sangre, pero Perrin fue derrotado y la teocracia de Calvino triunfó.
“Me siento más profundamente escandalizado", escribió Gibbon “por la sola ejecución de Servet que por la mortandad que ardió en las llamas de los autos de fe de España y Portugal". El achaca la enemistad de Calvino a su mala voluntad y, quizás, a la envidia. Los hechos de este caso están bastante bien determinados. Nacido en 1511, probablemente en Tudela, Miguel Servet y Reves estudió en Toulouse y estaba presente durante la coronación de Carlos V en Bolonia. Viajó por Alemania y en 1531 publicó en Hagenau su tratado “De Trinitatis Erroribus", una obra fuertemente unitaria que provocó una gran conmoción entre los reformistas más ortodoxos. Conoció/Se encontró a Calvino y entabló discusiones con él en París en 1534; se convirtió en corrector de prensa en Lyons; dedicó su atención a la medicina, descubriendo la circulación menor de la sangre, y comenzó una relación por correspondencia que resultaría fatal con el dictador de Ginebra a propósito del nuevo volumen “Christianismi Restitutio", que tenía la intención de publicar. En 1546 cesó el intercambio de cartas. El Reformista calificó a Servet de arrogante ( se había atrevido a criticar las “Instituciones” en comentarios marginales ) y pronunció una amenaza significativa: “Si viene aquí y yo tengo alguna autoridad, jamás le dejaré salir vivo". La “Restitutio” vio la luz en 1553. Calvino delató inmediatamente a su autor al inquisidor dominico Ory en Lyons, enviándole sus cartas de 1545-1546 y los comentarios. El español fue inmediatamente apresado en Vienne, pero escapó gracias a la confabulación de un amigo, y sólo fue quemada su efigie. Algún tipo de extraordinaria fascinación le arrastró a Ginebra , desde donde tenía la intención de cruzar los Alpes. Llegó el 13 de agosto de 1553. Al día siguiente, Calvino, que se había fijado en él durante el sermón, hizo que arrestaran a su crítico, y el propio secretario del predicador presentó la acusación.
8 comentarios
Conviene dejar muy claro que sin Calvino, el protestantismo difícilmente habría alcanzado un nivel teológico serio. Hablo de seriedad dentro de su condición herética, claro. La influencia del francés sobre las generaciones protestantes posteriores a él fue infinitamente mayor que la de Lutero. Y hoy, el protestantismo conservador sigue siendo mayoritariamente calvinista en muchos aspectos. Por ejemplo, en lo relacionado con su doctrina sobre la predestinación y la perseverancia final de los santos.
En la Ginebra de Calvino el derecho y la ley de la comunidad están escritos en la Biblia. Ahora bien, la interpretación de esta ley era tarea de los pastores y de los ancianos o presbíteros calvinistas. La autoridad terrenal también está subordinada. De hecho, Calvino impuso literalmente una una teocracia como en el antiguo Israel, con lo que la "libertad cristiana" de Pablo (Gal. 5,1), tan cacareada por los reformistas, se convirtió en un infierno de sospechas y delaciones. En Ginebra, la asistencia a la misa (o su sucedáneo) hizo obligatoria y la virtud se convirtió en ley. Placeres y vicios abolidos por decreto. Concretamente, se prohibieron las canciones impías, el baile, el juego, el alcohol, los bares, los excesos gastronómicos, el lujo, el teatro, los cortes de pelo llamativos y la ropa indecente. Se reglamentó el número de platos que podía tener una comida. La prohibición abarcaba a los adornos y las joyas. Se reprobaron los nombres de santos, y se acogieron para los niños nombres bíblicos como Isaac, Habacuc o Samuel. Sobre la prostitución, el adulterio, la blasfemia y la idolatría pesaba la pena de muerte.
Esa era la libertad cristiana de los reformadores: un puritanismo absurdo, ridículo, formalista e hipócrita, en una sociedad marcada por la delación y la sospecha. Totalitarismo puro y duro. Un horror.
Papini, en su "Juicio Universal", hace comparecer a Calvino y a Servet ante el Juez y Servet dice: "menor fue mi crimen, pues yo no quise hacer a Dios loco y ciego". Y tiene también razón.
Sólo Dios puede haber tenido piedad de este hombre, pues sabido es que si grande es el misterio de la iniquidad más grande aún lo es el de la Piedad.
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