El camino hacia la fe católica
El rey Leovigildo, que profesaba el arrianismo, fue empujado a posturas más radicales contra los católicos por su mujer Gosvintha, viuda del anterior rey Atanagildo.
Las dos hijas del matrimonio entre Gosvintha y Atanagildo se habían casado con reyes francos católicos, por lo que antes de sus bodas abrazaron la fe de sus nuevos reinos. El hecho de que la hija mayor fuera maltratada y asesinada por su marido causó un profundo dolor a la reina visigoda y, posiblemente, fuera la causa de ese resentimiento visceral contra el catolicismo que la acompañó hasta la muerte.
Leovigildo quería conseguir la unidad política de sus territorios y de su población (formada por los propios visigodos, los hispano-romanos y los suevos, cuyo reino había ido conquistando progresivamente). La unidad religiosa era una buena herramienta para lograr esa unificación, y él consideraba la opción arriana como la mejor, puesto que eran católicos todos sus enemigos: francos del norte, suevos del oeste y bizantinos del levante peninsular. Para facilitar las cosas promovieron un semiarrianismo que pudiera resultar más aceptable a la población católica.