Un obispo valiente (1)
Leovigildo, arriano convencido y empujado a posturas más radicales por su mujer Gosvintha, quería conseguir la unidad política de sus territorios y de su población. gobernaba sobre los propios visigodos, los hispano-romanos y los suevos, cuyo reino había ido conquistando progresivamente. La unidad religiosa sería la herramienta para lograr esa unificación, y él consideraba la opción arriana como la mejor, puesto que eran católicos todos sus enemigos: francos del norte, suevos del oeste y bizantinos del levante peninsular.
Para facilitar las cosas promovieron un semiarrianismo que pudiera resultar más aceptable a la población católica. Pero los católicos no estaban dispuestos a renunciar a sus creencias, a sus costumbres y ritos, y a sus iglesias. Empezando por los obispos, y unido a ellos todo el pueblo fiel, plantaron cara a los arrianos. Los obispos Masona de Mérida y Leandro de Sevilla no se dejaron atraer ni por los halagos ni por las amenazas del rey. Participaron estos venerables prelados en discusiones públicas acerca de la verdadera fe, en las cuales reforzaron la fe del pueblo, y con sus escritos y predicaciones contribuyeron a frenar el proyecto de Leovigildo.
Vamos a detenernos un poco en san Masona de Mérida:

Después de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, los Apóstoles comenzaron a proclamar el acontecimiento de Cristo: el Hijo de Dios hecho hombre que pasó haciendo el bien y, después de sufrir la Pasión y ser crucificado por nuestros pecados, resucitó victorioso. Esta ha sido y sigue siendo la misión de la Iglesia y de los cristianos en la Historia.
¿Ocurrió así en el reino visigodo de Toledo? ¿Podemos hablar de una cultura cristiana visigoda? Siendo un período histórico relativamente breve y algo olvidado hoy en día, no solo tuvo gran importancia, sino que alcanzó elevadas cotas culturales y ejerció una importante influencia en épocas posteriores, tanto en el arte como en la teología, la liturgia y la espiritualidad.









